Una pizca de... sinceridad

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La incandescencia de los fogones acaparaba la visión del par de jóvenes que concentrados se apresuraban a terminar los platillos.

Lisa no reparó en exponer su crítica en cada parte del proceso porque sabía bien que ellos estaban ahí para mejorar.

...

—Chef Manobal. Ya terminamos de ordenar las estaciones —Yuqi, una de los dos estudiantes se acercó para avisar que todo se encontraba limpio.

—Sí, muy bien.

La rubia la notó, sería —más de lo usual— incluso se atrevió a creer que estaba enferma.

—¿Chef Manobal, se encuentra bien? —Despegó la vista del ventanal prestando completa atención a su estudiante.

—Sí, descuida —Aunque claro no parecía ser verdad, así que tuvo que esforzarse regalándole una tímida sonrisa para no preocuparla—. Ya pueden retirarse.

—Uhm. Si no le importa, ¿La puedo acompañar hasta el estacionamiento?

—Sí, claro —respondió amable.

Despidiéndose de su otro alumno, bajaron a la primera planta para ir a la oficina. Después de tomar sus pertenencias, Lisa y su estudiante se dispusieron a salir del edificio.

Yuqi la observó con algo de nerviosismo mientras caminaba a su lado. No entendía cómo es que la chef podía hacerle sentir tantas cosas sin siquiera conocerla. Aquel semestre y gracias a la competencia en la que se inscribió, se habían vuelto un poco cercanas (si a eso se le podía decir al pasar más tiempo juntas aunque fuera cocinando).

Y por eso, aunque sabía que tenía nulas posibilidades con ella, necesitaba decirle lo que sentía.

—Gracias por ayudarme a cargar este material.

—Descuide. Lo hago con mucho gusto —intentó disimular sus nervios jugando con el botón de su filipina.

Esta vez fue el turno de la chef en notar que a Yuqi le ocurría algo.

—¿Sucede algo?

—No. Bueno, yo... hay algo que quisiera decirle.

—Sí. ¿De qué se trata? —se acercó amablemente.

—Es que yo... realmente creo que es una persona increíble, Chef Manobal. 

—Yuqi —suavizó su habla— Eres la única estudiante que me llama por mi apellido. Puedes llamarme por mi nombre aquí.

—Lo siento. Chef Manobal, quiero decir Chef Lisa —Ella sonrió divertida. Yuqi se sentía tan afortunada por ver aquella faceta única en su tipo.

—Bueno, no quiero quitarte más tu tiempo. Nos vemos la siguiente sé...

—Espere —la detuvo antes de que abriera la puerta del piloto. Sentía que su corazón latía como loco y es por esa inyección de adrenalina que se atrevió a decir...— ¡Chef Manobal, usted me gusta! —dicho lo último acortó la distancia entre ambas robándole un sutil beso en la punta de sus labios tan fugaz como su acción.

La chef retrocedió un paso apenas, pues la camioneta se lo impedía. Cuando se recompuso de la impresión intentó hallar las palabras adecuadas para decirle.

—Yuqi, discúlpame —se removió incómoda—, yo no puedo...

—No, no, no. Discúlpeme a mí. Lo hice sin pensar. Perdone si la fastidie con mi absurda confesión y...

—No es eso Yuqi. Yo...

—Yo te lo podría explicar —una voz hizo eco dentro. El cristal tintado bajo en automático haciendo mostrar la silueta de la persona adentro.

Segundas oportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora