Las enfermeras terminaron de hacer el chequeo médico del día. Con base a los estudios que el doctor realizó y luego de comprobar que la paciente estaba bien, esa mañana, Lisa sería dada de alta.
Tras brindar su declaración de los hechos y responder a las preguntas de la policía, pudo darle un respiro a la situación, apenas escuchar que lograron capturar a su antiguo empleado responsable de las agresiones a su persona y al fallecimiento de una de sus chefs.
No fue fácil aceptar que alguien en su intento por auxiliarla corriera tan trágico destino, siendo así, motivo para vivir en deuda por su ayuda.
...
Lisa se vistió con la muda limpia de ropa que Irene le trajo de casa. Una vez lista, la enfermera la acompañó hasta la sala de espera dónde una Jennie efusiva la recibió brindándole un fuerte abrazo.
—Con cuidado —expresó con alegría Irene al ver el desplante de la morena hacia su amiga.
—Auch —se quejó la chef, aunque contenta. Sabía (por Irene) que no se había despegado de ella en toda la noche y que de no haber sido por qué la sedaron para descansar, habría podido verla antes.
—Perdón —aflojó su agarre. Observándola, notó que tenía algunos moretones en su mejilla producto del penoso encuentro. Más abajo, su brazo se encontraba envuelto en vendas que cargaría al menos unos días más.
—Descuida —Con su mano sana, Lisa rozó el contorno de su mejilla—. Que bueno que estás aquí —susurró emocionada. Tenía fija la mirada en ella hasta escuchar una voz acercándose a espaldas de Jennie—. Oh. No puede ser... —masculló sorprendida, no creía que esa mujer estuviera también ahí.
—¿Qué pasa? —volteó la morena. Percatándose de que Sana venía acompañada de un médico, discutiendo algún tema ajeno.
—Te enviaré al correo información que te podrá servir para el paciente.
—Le agradezco Dra. Bianchi espero verla de vuelta.
—Pierda cuidado. Así será —se despidió del doctor yendo directo a dónde Jennie y las demás se encontraban.
—¿Y bien? —consultó Irene. La noche anterior fueron presentadas y siendo médico, estuvo al pendiente de la información que el doctor del caso expuso.
—El papeleo está hecho —dijo amable.
—Gracias, Sana —La morena escuchó un leve carraspeó detrás en su intento por captar su atención no pasando desapercibido por su receptora—. Ah. Cierto, no las he presentado. Lis, te presento a la doctora Sana. Y... —giró hacia la otra—, ella es la chef Lisa.
Se observaron en un gesto pasible, difícil de descifrar. Era un hecho que se conocían, aunque para los demás esa sería la primera vez en que lo hacían.
—Un gusto.
—Lo mismo digo, chef.
—Ah... —interrumpió la morena—. Ella nos apoyó en todas las cosas médicas que, sinceramente, aún no terminó de entender.
Sana sonrió prestando atención a Jennie—. Cuando quieras puedo seguir enseñándote. Cómo en los viejos tiempos.
—Ou... Esto se puso bueno —susurró Irene claramente divertida ante la tensa situación que sospechosamente se desenvolvía.
—No creo que tenga tiempo —soltó la chef interrumpiendo. No estaba molesta, pero sí quería dejar las cosas claras—. Tiene una compañía que dirige y asiste a clases de cocina por las tardes.
—¿Es cierto eso?
—Ah... sí.
—Bueno. Creo que ya sé que haremos la siguiente vez que nos veamos. La cocina no es mi fuerte. Me gustaría probar tu sazón.
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Segundas oportunidades
Hayran KurguAunque algunos no estén de acuerdo, en el amor siempre hay segundas oportunidades. Luego de un rechazo y una repentina confesión de amor. La Chef Lisa Manobal, decide mudarse del país para dirigir el negocio familiar. Para su confesante, puede que...