Una pizca de... felicidad

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Después de tomar el desayuno en una de las galeras del centro, la familia Manobal en compañía de Jennie y su pequeño hermano Minho se dispusieron a dar una ligera caminata. El día recién iniciaba y la morena lo sabía. Así que como parte del recorrido les ofreció ir y disfrutar de la mañana en medio de animales y vegetación natural.

—¡¡¡Yo quiero ver a los hipopótamos!!! —El niño entusiasmado pidió a su hermana luego de llegar al sitio—. ¡También a los cocodrilos!

—Esa es una excelente idea. Te prometo que iremos a verlos —La morena asintió complaciente a su hermano, luego volteo a su costado dónde el señor Marco junto con su hija observaban el mapa del sitio, quizá analizando la mejor vía para seguir, algo que le pareció sumamente tierno por la manera de mostrar sus gestos—. Son tan similares —susurró feliz.

Siguiendo la sugerencia del señor Marco, iniciaron su recorrido por la ruta del bosque tropical. El pequeño niño parecía ser el más complacido por la elección del lugar y tomando ventaja de eso, Jennie aprovechó la distracción de los demás cuando se detuvieron a observar la zona de los orangutanes.

—Ven, vamos a buscar esos cocodrilos —comentó a su hermano desviándose a otra de las zonas públicas.

A los pocos minutos la chef se percató de la ausencia del par de hermanos y como quien busca respuestas, recibió un mensaje de la morena avisando que más tarde se verían, comprendió que le estaba dando espacio con su padre para hablar. Siendo franca, se sentía nerviosa, pues era la primera vez en mucho tiempo que se quedaban solos.

—¿Quieres que vayamos a buscarlos? —Marco captó la incomodidad de su hija o al menos entendía que no era fácil su relación después de todos los problemas que existieron por la relación que tenía con Emma.

—No —La chef expresó decidida—. Si no te importa, ¿podemos continuar el paseo nosotros?

Su padre asintió avanzando a su lado por uno de los amplios caminos del lugar mientras conversaban tranquilos el tiempo necesario.

***

Más tarde, después de un largo paseo a casi todo el zoológico, se reencontraron en el área de comida. La familia Manobal ubicaron a sus acompañantes descansando en una de las mesas disponibles, Jennie se encontraba sentada bebiendo una soda, mientras Minho se veía feliz admirando la gorra con diseño de cocodrilo que compraron en la tienda de obsequios haciendo juego con las playeras a par que ambos (de igual forma) consiguieron ahí.

—Pero qué lindos están los dos —Lisa los observó asombrada de lo tiernos que se veían.

—¡Verdad que sí! Le dije a Jennie que también te comprara una a ti —le dio la bolsa que cuidaba su hermana—. Lo escogimos juntos. Póntelo.

Dudosa tomó la bolsa percatándose primero del diseño tan "peculiar" que eligieron. Con la vista buscó auxilio primero de su papá quien le sonrío al ver la prenda asintiendo a la petición del niño, luego se fue a los ojos de Jennie, también parecía interesada en verla con la camiseta verde con la frase de "yo amo a los mapaches".

—Te queda justo como lo imaginé —dijo Jennie aguantándose la risa. Luego le pidió a su hermano que se pusiera a su lado para tomarle una foto conmemorativa—. ¿Qué? Agradece que no te compre una gorra también.

—¡Sí, vamos por ella! —gritó Minho.

—Nini... —la fulminó con la mirada.

—Buena hijas —intervino el señor Marco—, ¿qué les parece si comemos algo antes de irnos?

Todos asintieron.

...

El pequeño Minho revisaba emocionado el menú infantil, mientras el señor Marco le pedía a la empleada las órdenes de los demás que esperaban afuera del local.

—¿Cómo estás? —preguntó la morena después de regresar del sanitario y ver a la chef pensativa.

—Ahora, me siento cansada. Ustedes tienen bastante energía —refiriéndose a ella y su hermano—. Pero emocionalmente... me siento en paz. Necesitaba estar con papá así. Hablamos de muchas cosas y le prometí intentarlo por él.

—Me da gusto que la idea de venir aquí te haya gustado.

Lisa la observó complacida. Tomó el extremo de su mano sujetándola firme, observándola como lo que era, la mujer más hermosa sobre la Tierra.

—Sabes, no me canso de pensar que me gane la lotería contigo.

Jennie sonrió avergonzada, presa de la seriedad de sus palabras y ante el silencio suscitado, se acercó a la chef brindándole un cálido abrazo que la reconfortó y emocionó incluso más de lo que pudiera decir y para terminar de demostrárselo, la tomó de las mejillas para robarle un tierno beso que podría haber durado más si no porque Minho apareció interrumpiendo y regañando a su hermana de robarle el alma a la chef como si fuera el dementor de aquella película de magos que vio recientemente.

Algo que terminó de hacer reír al grupo de adultos.



© Todos los créditos a la autora original, @Kitio-lane.

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