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Las semanas pasan, y los sucesos extraños cesan

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Las semanas pasan, y los sucesos extraños cesan. Hoy era Lunes, a lo cual, como todos los días entre semana Lydia tenía que ir al instituto.

Auna preparaba el desayuno de Lydia mientras está corría por toda la casa en busca de sus cosas, la mayor guardó la comida ya preparada en la mochila de la menor, quién aparece en la cocina corriendo, para seguidamente coger su mochila y dirigirse con prisa hasta la entrada de la casa. Auna va tras de ella, abriendo la puerta y cogiendo un abrigo del perchero.

Todo el camino lo pasaron en un cómodo silencio, mientras Lydia escuchaba música, Auna solamente conducía, y cuando ya llegan a el destino ambas se bajan del vehículo.

La rubia sigue su camino a toda prisa, ya que llegaría tarde a sus primeras clases, mientras tanto Auna iba a un paso normal hasta las puertas del establecimiento, las cuales son abiertas por un conserje dejándole paso. La morena se encontraba en el instituto ya que tenía que entregar algunos documentos al director.

Mientras avanzaba notaba las miradas de los alumnos, pero no le tomó importancia, hasta que su mirada se conectó con unos ojos avellanas muy conocidos, haciendo que su caminata pare.

—¿Nick Coleman? —Pregunta desconcertada al estar frente a frente con el nombrado.

—Vaya, Auna Miller. No esperaba verte aquí—contesta con una mueca de sorpresa—espera, ¿eres alumna? Si es así no les digas a mis superiores que interactué con usted.

Lo dicho hace que la chica soltara una carcajada.

—Por supuesto que no, ¿cómo puedes pensar eso? —dice entre risas—. Solo vine a entregar unos documentos, mi hermana menor es nueva, así que...—Dejó las palabras en el aire, mientras aparta la vista y mira a su alrededor.

—Eh claro—suelta un a risa incómoda— lo lamento por mis ocurrencias...y dígame, ¿se quedará por estos lugares después de la visita? —Pregunta con curiosidad.

—Vaya, pues tenía pensado ir a hacer algunas compras improvisadas, nuestra nueva casa necesita nuevos muebles, aunque sorprendentemente la mayoría estén intactos—informa.

—Lo siento por mi descaro, pero corre el rumor que compraron la vieja casa de los Williams, así que me supongo que habrá sido usted, ¿me equivoco?—

—Si—dice desconcertada.

Ambos son interrumpidos por el timbre, haciendo que los dos muchachos observen como todos los adolescentes comenzarán a correr por los pasillos.

—Bueno, tengo que irme señorita Miller, una clase de historia me espera—hace una pausa—si quiere... Podríamos comunicarnos, siendo sincero, usted es realmente interesante.— Una nerviosa sonrisa se hace presente en su rostro.

—Me encantaría—Auna le devuelve el gesto, para seguidamente intercambiar números y después cada uno sigue su camino, no sin antes despedirse.





Tras el espejo dorado [PROXIMAMENTE EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora