Un dulce olor bailoteaba por el aire, y curiosamente, ese aroma provenía de la mansión Williams, concretamente en la cocina de la casa. Auna se encontraba terminando de sacar las totitas que quedaban de la sartén, mientras Lydia observaba intensamente a el muchacho que se estaba sentado frente a ella.
La rubia se había despertado para directamente bajar sabiendo que hoy era día de tortitas, encontrándose con la sorpresa de un desconocido ocupando su habitual lugar.
El chico no prestaba atención a la mirada de la pequeña Miller, si no a la mayor, mirando a cada instante como esta se movía de un lado a otro por la cocina. Cuando la morena termina, sirve tres platos que seguidamente pone en la mesa, sentándose en el lugar que quedaba vacío, en el medio.
Sentía las miradas de ambas personas puestas en ella, cuando el silencio es roto por su hermana.
-–¿Quién es este?—.Pregunta arrugando su cara.
-–Lydia, más respeto—regaña Auna. La morena todavía seguía bastante pensativa respecto a la escena que sucedió anoche junto a él de heterochromía.
-–¿Qué? No dije nada mal, solo quiero saber porque alguien que no conozco está desayunando en nuestra casa sin yo saber quién es—intercala miradas entre su hermana y el otro.
Antes de que Auna abriese la boca para hablar, es interrumpida por el rubio.
—Kai Magnus Williams—sepresenta, aún con aquel semblante neutro, ofreciéndole su mano izquierda a la jovencita.
Lydia no responde, ni siquiera acepta la mano de Williams, quien retira su mano al darse cuenta de que no la iba a aceptar.
Durante todo el desayuno el silencio reinaba, para Auna uno incomodo, Lydia uno intenso y para el intruso un silencio bastante tranquilo.
Lydia se va cuando termina de alimentarse, subiendo seguidamente a su cuarto, dejando a solas a los contrarios. Auna no disimula en mirar a el rubio, quien no se incomoda ante su mirada.Seguidamente el chico se pone de pie sin decir nada en lo absoluto, haciendo que la chica sintiera al instante unas intensas ganas de ir tras él, y no tarada en complacer su impulso.
Sigue a el rubio hasta el piso de arriba, fijándose en que se dirige a las escaleras ya abierta, como si estuviesen esperando la llegada de ambos, quienes empiezan a subir peldaño por peldaño hasta aquel desván. Kai se sienta en la cama, mientras Auna se apoyaba en la única pared vacía, o bueno, casi, ya que reposaba aquel espejo de marcos dorados tan llamativos en los ojos de Auna.
—¿Me empezarás a contar ya todo lo que habíamos quedado?—pregunta sin pelos en la boca.
—Depende de que quieres que te cuente, por donde quieres que empiece- informa.
—Mis padres, ¿qué sabes de mis padres?—pregunta.
Se queda unos minutos en silencio, pensando su respuesta.
–-No—fue lo único que dijo.
—¿No?, ¿por qué no?—pregunta
comenzando a desesperarse.–-Ya te lo dije Auna, depende de que quieras saber y por donde quieres que empiece—repite, mirándola de reojo.
–-Bien—resopla—. Cuéntame ¿Por qué me quieren esas cosas?—pregunta mientras camina a su dirección, quedando de nuevo frente a frente.
—¿Cosas?—cuestiona alzando una de sus pobladas y casi inexistentes cejas.
—Ya sabes, aquellas... sombras—especifica.
Kai hace un sonido con su garganta, dando a entender que sabía a lo que se refería.—Aquellas "sombras" son Brushcrek—Auna lo mira confundida, esperando a que explicaba de que se trataba, observando cómo se incorpora mientras hace comillas—los Brushcrek se tratan de seres infernales, bueno, o eso dicen. Se tratan de oscuridad, oscuridad formada por ciertos seres de la comunidad de donde me crie. Son almas corrompidas, que tras pasar la muerte vagan en busca de criaturas puras para alimentarse, o simplemente de criaturas poderosas. Los Brushcrek no tienen mente, no piensan, pero si hablan, te preguntarás ¿Cómo puede ser eso posible? Solo reciben ordenes de que decir o que hacer, ordenes de Mordor, el rey de las sombras—recita las últimas palabras con asco, como si el nombre estuviese manchado de algo horrible y se lo hubieran pasado repetidas veces por la boca.
—¿Qué tiene que ver eso conmigo—se digna a preguntar Auna, con voz entrecortada.
–-Extrañamente, Mordor solo ha querido una sola cosa estos últimos meses—hace una pausa, acercándose con lentitud a la chica, para seguidamente pasar uno de sus blancos dedos por el brazo moreno de ella, hasta llegar a su barbilla, levantándola, haciendo que sus ojos chocaran—... Te quieren a ti—finaliza, logrando que un escalofrío recorriese su cuerpo.
—¿Qué quieren de mí?—pregunta en un susurro, al sentir como poco a poco el rubio acerca sus labios lentamente hasta su oído.
—Todavía no lo tengo muy claro—responde, alejándose finalmente de ella, para comenzar a caminar dirección a las escaleras.
—No te vayas—ordena ella, logrando que el chico se de media vuelta—aún tengo dudas—aclara, pasándose el pelo que la estorbaba por detrás de los hombros.
–--Te las tendré que aclarar más tarde, tengo asuntos que resolver– informa como si nada, comenzando a bajar peldaño por peldaño. Auna tardó en reaccionar, pero al instante en que lo hizo siguió sus pisadas. Antes de llegar al primer piso escuchó como la puerta principal se cerraba, dándola a entender que se había marchado.
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Tras el espejo dorado [PROXIMAMENTE EN LIBRERÍAS]
Science FictionDolor. Eso era lo único que sentía Auna tras la pérdida de sus padres. Un doloroso año ha pasado desde que Victoria y Cristian Miller fueron encontrados muertos por un terrible accidente automóvil. Un año desde que Auna y Lydia Miller solo podían s...