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Cuando la cena concluye, mantienen una discusión de aproximadamente cinco minutos, ya que, al parecer, ambos están dispuestos a pagar la cuenta. Después de ponerse de acuerdo, decidiendo pagar cada uno lo que se han pedido, salen del local entre risas.

Todavía era temprano, alrededor de las siete de la tarde. La tarde se había pasado realmente rápida para los dos chicos, y siendo sinceros, ninguno de los dos quería que terminase.

Cuando llegan al coche de Auna, ambos se dan una mirada despectiva, divertida y contenta.

-La tarde realmente ha pasado volando-. Comenta Nick, apretando sus labios en un gesto nervioso.

-Y que lo digas. Si te digo la verdad, me gustaría que no terminase, eres demasiado divertido, Coleman-. Alaga, abriendo la puerta de su coche para meterse en él, y seguidamente, bajar la ventanilla, quedando cara a cara con el de pelo miel.

--Bueno... no veo necesario que termine ahora-Auna alza una ceja, en señal de que prosiga-. Tengo una idea. Hace unos días compré una maravillosa cafetera, la cual, traía distintas muestras de café, ¿qué te parece si te invito a una muy probable taza de café? Pareces una de esas personas fanáticas de él-. Añade, apoyando uno de sus brazos en lo alto del coche.

Auna hace un gesto pensativo, fingiendo una gran mueca y posando uno de sus dedos en los labios, haciéndose la dubitativa.

-¿Tienes café caramelizado?--. Preguntó, inclinando brevemente su cabeza hacia un lado.

-Por supuesto.

--Sube-. Dice finalmente, robándole una sonrisa emocionada a Nick, que obedece las órdenes de la chica. Antes de subirse en el vehículo, retrocede hasta quedar otra vez donde antes, tocando el cristal de la ventanilla que anteriormente la chica había subido, y ahora, bajaba-. ¿Qué sucede?

-Creo que sería mejor idea si yo vuelvo a conducir, ya que dudo que te sepas mi dirección--. Bromea.

La morena lo mira con lentitud, soltando un resoplido para después desabrocharse el cinturón y bajarse del coche, intercambiando lugares con Nick. El camino hacía la vivienda de Coleman fue agradable, ya que los chistes que el de ojos avellanas realizaba por cada comentario que decía la chica, la hizo soltar más de una carcajada.

Tiempo después el coche se adentra a una pequeña urbanización bastante pequeña, ya que apenas contaba con siete casas. El vehículo se estacionó frente a una casa de dos pisos, de color azul cielo y con pequeños detalles de blanco; aparentemente era agradable.

Nick no tarda en bajarse, al igual que Auna, y cuando el coche está cerrado completamente, la chica puede admirar con mejor detalle la casa. Su atención es llamada cuando Coleman la llama, y junto a él, se adentran a la vivienda. El recibidor era acogedor, decorado por varias plantas y uno que otro cuadro.

Tras el espejo dorado [PROXIMAMENTE EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora