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6 de diciembre

Mansión Suwa

Como Ogino lo dijo, con el pasar de las semanas, los síntomas del celo de Rei se habían comenzado a manifestar lentamente desde que despertó ese día. Sentía el calor recorrer en su cuerpo al mismo tiempo que expulsaba sutilmente sus feromonas mezcladas en ese aroma agridulce, no pensó que pudiesen oler así, pero a causa de sus ganas por el deseo estas buscaban un equilibrio para que el Alfa que lo reclamó lo tomase porque donde más percibía cierta irritación era en la marca que su compañero le hizo tiempo atrás.

         Sabía que no era buena señal, así que, intentó de suprimir esos impulsos. Estando como estaba no tenía más remedio, además de que no quería crear una jauría de cazadores en la que él era una presa sin escape. Ciertamente, con la incomodidad de su pecho por estar llenos de leche materna como esa sensación de pasión por su instinto Omega le hacía difícil tener la mente en blanco para no acabar cediendo a sus impulsos.

         Ni siquiera quería tocarse (aunque sin quererlo se rasguñaba para calmar la desesperación) para no provocarse, pues al no tener tampoco como hacer un nido con prendas que le diese seguridad, nada lo haría sentirse mejor de momento. A menos que le trajeran a su hija, pero no se quedaría con ella lo suficiente por ser una rutina de dar y quitar.

       En este punto de su paradero, pensó que Kazuki lo había abandonado, ya que, los días se hicieron tan eternos que su misma depresión le hacía sentir que al estar en ese lugar dejó de importarle a quien creía que lo hacía solo para salvarse.

       Su imaginación ante eso se continuaba proyectando más allá hasta el punto de que cuando Miri no necesitara de él, lo matarían para eliminar rastro alguno de que ella tuvo padres como lo hicieron con su madre Alfa cuando él nació: una vida inútil por una servible, sinceramente tener esas ideas empeoraban los síntomas de su celo, mas hacía que fuese un poco más pasajero, pero no por mucho.

       —Ah... Nadie me necesita... Solo soy un objeto para los Alfas por ser lo que soy... —se dijo estando acostado en suelo—. Miri solo me usa... Kazuki solo me usó... Esto es tan... ¡ah!

        Rei se abrazó a sí mismo, el calambre de que le daba a los Omega a nivel del estómago apareció, reconoció que sentir aquel espasmo no era bueno; su celo explotaría en cualquier momento.

        —No... No, por favor... —se suplicaba para aguantar, no obstante, se quejó otra vez mientras el hormigueo de su pecho también se hacía presente—. Tampoco eso... Que molesto es esto...

       El Omega intuía que estaba otra vez segregando leche, lo que significaba que pronto vendrían a darle a su pequeña para que saciase sus necesidades, sin embargo, no se sentía tan dispuesto. Realmente con esto de la paternidad estaba confundido en como actuaban sus instintos. Pensaba que no tendría que lidiar con estos síntomas un tiempo, con tal, como pensó que le sacaron su útero para tener bebés no volvería a tener un celo, al parecer era diferente de lo que creía.

      Él luchaba con su cuerpo que comenzaba a temblar buscando en su mente de sentir que tenía el control del asunto, pero los calambres en su abdomen donde estaba la cicatriz de la cesaría se incrementaban un poco más. Quiso levantarse para intentar caminar y serenarse más en aquel cuarto oscuro con poca iluminación, mas al primer paso se tambaleó cayendo de rodillas.

      —Es como la primera vez... —Rei suspiró, volviéndose a acostar en el suelo dejando salir los suspiros para drenar un poco su calentura—. Contrólate, Suwa, estás en el lugar incorrecto... con las personas incorrectas para si quisiera pensar en...

Un Regalo Inesperado |Buddy Daddies| KazureiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora