Una vez solucionadas nuestras diferencias, nos fundimos en un emotivo y vomitivo abrazo entre hermanos que, esperaba, nadie más hubiera visto. Thomas parecía mucho más tranquilo después de haberle prometido que hablaría con Kasper para exponerle la situación.
Sabía que estaba siendo irracional y un poco infantil con todo el asunto de proteger a la familia de Mina, pero el rencor que sentía hacia Chase, hacia todo lo que había conseguido sin merecerlo, seguía allí. Como aquellos diez años atrás.
Mi hermano me dio un leve empujoncito en el hombro, como animándome a que cogiera el teléfono de una vez y realizase la maldita llamada.
Obedecí en silencio y, maldiciendo a Petr por ser un completo gilipollas e incompetente, marqué el número de Kasper. Al contrario que ese maldito borracho, mi amigo respondió al instante. Casi parecía que había estado esperando mi llamada desde el principio.
-Gary –me saludó, con voz tensa-. Ya me han llegado las buenas noticias. Al final va a resultar que viene de familia eso de ser un completo dolor de cabeza, amigo mío.
No pude evitar sonreír. Kasper, cuando yo sucumbía a uno de mis habituales episodios de bajón, siempre decía que era un dolor de cabeza extra y que debía ir a un psicólogo para que pudiera ayudarme a superar la pérdida de Mina y de mi dignidad.
Thomas, a mi lado, se movía impaciente por saber cómo terminaría todo aquello.
-Eso díselo a mi padre –le seguí la broma y Kasper soltó una risa ronca.
-¿Cuál es el plan, Gaz? –preguntó entonces-. Willard está demasiado lejos de Manhattan...
Miré de reojo a mi hermano. Había evitado deliberadamente hablarle a Thomas sobre mis sospechas respecto a la misteriosa fuga de Rebecca de Willard; desvié la mirada del rostro de mi hermano. No quería hablar de ello delante de Thomas porque no quería que su cabecita empezara a crear teorías de lo más disparatadas.
O que le diera por llamar corriendo a nuestro padre para informarle de lo mal que se me estaba dando hacer mi papel dentro de la manada.
-Un momento –le pedí a Kasper y me giré hacia mi hermano-. ¿Te importaría bajar y traerme algo de beber?
Por el gesto que puso Thomas supe que mi habilidad para las excusas había decaído en picado. Sin embargo, y para mi sorpresa, mi hermano se puso en pie mansamente y me mandó una mirada de «Espero que sepas lo que estás haciendo» antes de salir apresuradamente de la habitación de invitados.
Volví a centrarme en la conversación que tenía pendiente con Kasper.
-Hay algo más en todo esto –le advertí-. Alguien ha tenido que ayudarla en todo esto, Kas. Alguien de los nuestros.
Escuché su sonido estrangulado y la sarta de maldiciones y exabruptos que soltó en menos de un minuto. Una vez se hubo recuperado de la sorpresa de saber que había traidores entre nosotros, se le escapó un suspiro de derrota.
Era como si lo supiera desde hace tiempo.
-¿Tienes sospecha de alguien? –pregunté, pasándome una mano por el pelo.
-Tengo la misma sospecha que tú, Gaz –respondió Kasper.
En mi mente apareció un solo nombre: Elias Jeppesen. Era el Alfa de la segunda manada más numerosa de Manhattan, también era un tío raro y un poco viejo verde; desde que lo había conocido recelaba de todo lo que le rodeaba. Mi padre me contó que Elias siempre había buscado un puesto dentro del Consejo y que, debido a la negativa de concedérselo, se había vuelto un poco... inestable. O quizá fuera la edad, no lo sabía con certeza.
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Alpha (Saga Wolf #3.5)
Loup-garouDiez años. La vida sigue y un servidor intenta pasar página. Estar dándolo todo para que luego elijan al otro es la putada más grande del mundo, pero la Tierra sigue girando y tú debes continuar. Y eso es lo que intento hacer... hasta que reci...