Sus palabras me golpearon como puñetazos.
Era como si Rebecca siempre hubiera estado al tanto de mi mayor temor y hubiera esperado su oportunidad para utilizarlo en mi contra. Miré a mi hermano menor con una expresión desconcertada, rogando en silencio para que todo aquello se tratara de un error.
No quería enfrentarme a Thomas a un enfrentamiento. Y mucho menos a uno a muerte.
Rebecca dejó escapar una prolongada carcajada cargada de petulancia... de victoria. Ella había envenenado la mente de nuestro hermano, convenciéndole de que hiciera exactamente lo que buscaba: hacerme daño.
Intentar destrozarme.
Una melena rubia se interpuso en mi campo de visión como una cortina. El corazón me latía dolorosamente mientras Avril se interponía entre nosotros, apareciendo de la nada; solamente podía contemplar su espalda, pero tenía la sensación de que su rostro era una máscara rota.
-Thomas –probó a decir.
Vi cómo su brazo se alzaba con timidez, intentando alcanzar la mejilla de mi hermano. La hermana de Mina dejó escapar una exclamación de sorpresa cuando Thomas la aferró por la muñeca, impidiéndoselo; sus ojos estaban clavados en mí por encima de la coronilla de ella.
En ellos no podía ver nada.
Solo la oscuridad más absoluta.
Avril gimió bajito, como si se avergonzara de ello, cuando los dedos de mi hermano se clavaron más en su piel; ni siquiera la miraba mientras le hacía daño, como si no tuviera la más mínima importancia. Como si ella no significara lo más mínimo.
-Suéltala, Thomas –le exigí, mostrándole los dientes.
-Éste no eres tú –escuché que le decía Avril, sin querer rendirse todavía-. Estás permitiendo que Rebecca te controle... Pero eres más fuerte que ella, yo lo sé. Vuelve con nosotros –suplicó, y se le rompió la voz.
Me sorprendí. Realmente, jamás habría valorado la idea de escuchar a Avril Seling, aquella fuerza de la naturaleza que había aparecido en el hospital exigiéndome que le dijera dónde estaba su hermana, con aquel tono tan destrozado y hundido. Creí que aquello serviría para que Thomas abriera los ojos, que el influjo que parecía ejercer Rebecca en él, se rompiera al ver el daño que le estaba causando a la mujer de la que había afirmado que estaba enamorado.
Sin embargo, los ojos de Thomas seguían siendo dos pozos negros y la súplica de Avril no había servido en absoluto.
-Tommy –canturreó Rebecca desde su posición-. Deshazte de ella y recupera lo que es tuyo.
Thomas apretó los dientes y, como si hubiera leído sus pensamientos, aferré a Avril por la cintura mientras golpeaba la muñeca de mi hermano con la suficiente energía para obligarlo a que la soltara; aun así, los tres escuchamos el ligero crujido que emitió la muñeca presa de Avril y el siguiente grito entrecortado de dolor de ella.
Empujé a la hermana de Mina a mi espalda para protegerla y vi que Thomas también estaba mostrándome los dientes, lanzándome su desafío.
-Thomas, esto es absurdo –intenté razonar con mi hermano, sabiendo que sería en vano.
-¿Crees que es absurdo que trate de recuperar lo que me pertenece? –me cortó-. La manada necesita a alguien mejor, Gary; la manada está esperando un auténtico líder. No un medio lobo como tú.
Aguanté estoicamente su golpe bajo, sin permitir que sus palabras me afectaran lo más mínimo. Me aferré a la esperanza de que todo aquel veneno que estaba soltando tenía una única responsable, la misma que se encontraba lo suficientemente apartada de todo para poder observar cómo nos destrozábamos los unos a los otros mientras ella jaleaba desde las gradas.
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Alpha (Saga Wolf #3.5)
Kurt AdamDiez años. La vida sigue y un servidor intenta pasar página. Estar dándolo todo para que luego elijan al otro es la putada más grande del mundo, pero la Tierra sigue girando y tú debes continuar. Y eso es lo que intento hacer... hasta que reci...