Dieciséis.

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Decidí hacer la primera parada en el hospital para que Mina y Kasper pudieran reunirse con Jia para explicarle la situación; mi eficiente y viperina secretaria había demostrado ser una persona de confianza que era capaz de lidiar con cualquier situación que pudiera presentársele.

Una vez comprobé que ambos habían desaparecido en el interior del edificio, metí primera y salí del aparcamiento del hospital como una exhalación. Aún no había decidido qué hacer con Natasha, pero tenía bastante claro que no iba a dejarla hasta que desembuchara todo.

¿Acaso ese ataque había sido desesperado y cargado de celos por lo que había creído descubrir? ¿Natasha estaba tan desesperada por hacerme pasar por tanto sufrimiento, a modo de venganza por lo que le había hecho?

Apreté la mandíbula con fuerza mientras conseguía salir de los atascos que caracterizaban la ciudad de Manhattan y enfilé la carretera que me conduciría a Willard; tenía el presentimiento de que Natasha se encontraba allí, protegida en su nueva fortaleza... que no iba a seguir durándole mucho.

Estaba dispuesto a arrebatarle todo lo que tenía y, aun así, jamás Natasha habría terminado de pagar por lo que le había hecho a Arlene.

Reduje la marcha del coche cuando distinguí la inconfundible silueta de Willard al fondo, con alguna de sus ventanas iluminadas. En el pasado apenas había pasado tiempo allí, ya que había sido mi padre el responsable de acudir a cualquier cita en Willard, pero ahora había visitado demasiado aquel espantoso lugar.

Aparqué frente a la puerta y subí los escalones de piedra con calma. El sitio estaba a rebosar de licántropos y, de haber entrado como un poseso, estaba seguro que todos ellos se me habrían echado encima; me permití el lujo de no llamar a la puerta y comprobé que estaba abierta.

El hall estaba desierto, así que me dirigí a las escaleras para poder dirigirme al despacho que había ocupado Natasha tras haberse deshecho del anterior dueño; durante todo mi camino no me crucé con nadie, lo que acrecentó mi sospecha y me puse en guardia. Comprobé que había luz en el despacho de Natasha, ya que veía un hilo de luz por debajo de la puerta.

Avancé con lentitud, respirando hondo y tratando de mentalizarme para lo que iba a encontrarme en su interior. Sin embargo, me detuve de golpe cuando oí a Natasha hablando con alguien, quizá por teléfono, sobre cómo había salido el ataque de lobos hacia Arlene y la repercusión que tendría de salir en las noticias.

-Nos estamos exponiendo a que el Consejo y el resto de manadas de aquí sospechen –dijo entonces Natasha, evidentemente preocupada-. He estado allí cuando ha aparecido parte de la manada de Gary y he visto cómo han masacrado a todos ellos. No han dejado ni un solo superviviente. Sin embargo, tengo miedo de que puedan... reconocerme.

No pude evitar sonreír ante el error de Natasha: ella, al parecer, no había visto que uno de sus lobos había sobrevivido a duras penas, dándonos la oportunidad de arrancarle una pequeña confesión que la había señalado a ella directamente como artífice y culpable del ataque.

Contaba con Mina y Kasper como testigos, si se diera el caso.

Me pegué más a la puerta, deseando seguir escuchando más de esa misteriosa conversación.

-¡Tengo miedo, Becky! –reconoció Natasha y le tembló la voz-. Cuando acepté ayudarte en esta contienda contra Gary, lo hice por despecho; creí que las cosas no irían tan lejos y que no saldrían heridos inocentes –pausa-. ¡Tú sabes perfectamente que esa chica, aunque estuviera embarazada, no tendría que haberse visto involucrada en todo esto. Puedes odiar a tu hermano todo lo que quieras, pero deberías haber pensado en la vida de ese bebé –otra pausa-. ¡Por supuesto que te estoy agradecida de la información que me proporcionas y sé perfectamente que viene de alguien de dentro de su manada! Tienes razón... Lo sé. No volveré a fallarte, Becky.

Alpha (Saga Wolf #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora