Trece.

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Me la quedé mirando como un idiota mientras Arlene salía del despacho hecha una furia, cerrando con fuerza la puerta tras ella. Un segundo después, como si alguien invisible me hubiera propinado un empujón, me puse en pie de un brinco y salí detrás de ella.

Jia me miró con evidente curiosidad y satisfacción mientras que yo pasaba por delante de su mesa como una exhalación, tratando de alcanzar a Arlene; conseguí darle el alto justo cuando esperaba en la zona de los ascensores.

-¡Arlene! –exclamé y ella se giró solamente para lanzarme una incendiaria mirada antes de volver a darme la espalda.

La cogí por el brazo para evitar que se escapara de mí.

-Creo que hemos dejado el asunto más que zanjado, Gary –me espetó, negándose a mirarme.

Sin embargo, yo no pude evitar echar un vistazo en rededor para ver si había algún par de ojos indiscretos fijos en nosotros; Jia no despegaba la mirada de nosotros, con una sonrisa de satisfacción, dispuesta a expandir todo lo que oyera por toda la empresa.

-Volvamos al despacho para hablarlo con más calma –le pedí-. Por favor.

Arlene se lo pensó durante unos segundos y, finalmente, asintió.

Deshicimos el camino y, cuando desvié la mirada hacia la mesa de Jia, vi que nos observaba con una mezcla de desconcierto y decepción. Ella captó la mirada que le dirigí y desvió la mirada hacia la pantalla de su ordenador; a pesar de ello, tenía la ligera sospecha de que no iba a perder la oportunidad de aprovecharse de aquella visita para tratar de acercarse más a mí.

Le cedí el paso a Arlene primero y cerré la puerta a mis espaldas, tratando de encontrar algo que decir y que me salvara de meter la pata de nuevo; Arlene se sentó sobre la silla que antes había ocupado y se cruzó de brazos.

-Mi reacción ha sido desproporcionada –traté de disculparme, pero no fue suficiente-. Lo siento, ¿vale? Esto me ha pillado por sorpresa...

Arlene enarcó una ceja con escepticismo.

-Me has propuesto abortar, Gary, sin tan siquiera preguntarme en primer lugar qué es lo que quería hacer con el bebé –me recordó con dureza.

Me froté la frente con insistencia, procurando mantenerme calmado y abierto a escucharla.

-Creí que querrías eso –me defendí.

-Pues no quiero eso –me espetó-. Quiero seguir adelante con esto, estés apoyándome tú o no.

No pude evitar recordar todas las discusiones que había tenido con mi padre por mi mala costumbre a estar con muchas mujeres; en muchas de ellas me había advertido de lo que podría suceder si no iba con el debido cuidado, pero yo siempre le había cortado diciéndole que jamás dejaría a nadie embarazada.

Era obvio que tendría que tragarme mis palabras y plantearme seriamente hablar con mi padre para comunicarle la buena nueva.

-Si ese bebé es mío –señalé-, haré todo lo que esté en mi mano para que no le falte de nada.

Sin embargo, no me iba a permitir llegar mucho más lejos. Me haría responsable de ese niño, pero nada más; si Arlene había creído que le ofrecería un enorme anillo de compromiso y la promesa de un final feliz, estaba bastante equivocada. No estaba preparado para empezar ninguna relación seria y, además, no veía a Arlene como alguien más que la madre de mi futuro hijo.

Arlene asintió con aplomo ante mi sorpresa.

-No esperaba menos –reconoció-. Así que lo único que tendríamos que hacer por el momento era que me acompañaras a las revisiones.

Alpha (Saga Wolf #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora