Habían pasado diez años.
No puedo creerme que hubieran pasado ya diez putos años. Pero bueno, la vida sigue y todo el mundo debe continuar como bien puede, ¿verdad? Aunque, siempre que me preguntar por ello me obligo a responder: «Lo importante es que tenemos salud, ¿no?».Las cosas han cambiado mucho en todo este tiempo. Por ejemplo, sin ir más lejos, mi padre llegó a la tierna decisión que había llegado el momento de legar su imperio empresarial para coger a su esposa e irse los dos de vuelta por el mundo, disfrutando el uno del otro.
Vomitivo.
Esperaba que no hubiera otro hermanito sorpresa en camino.
Aparté la mirada de la pantalla del ordenador y me masajeé las sienes. Tendría que haberme quedado en Europa, huyendo de mis fantasmas y disfrutando de los lujos que me permitía; al menos hubiera tenido la cabeza ocupada en otras cosas.
-Señor Harlow -me interrumpió la voz de Jia, con su habitual tono zalamero y ese maldito color de lápiz de labios que siempre se ponía-. Señor, acaba de llegar la correspondencia.
Le había dejado bastante claro que no habría nada más que una relación empresarial jefe-secretaria entre nosotros, pero ella parecía estar segura de sus posibilidades de volver a tenerme entre sus piernas. Y ya me había cansado de tratar de corregirla.
En realidad, estaba cansado de muchas cosas.
-Déjalo por aquí -le pedí, señalando con un aspaviento el atestado escritorio que parecía estar a punto de hundirse.
Ella avanzó muy diligentemente, siempre contoneándose como si creyera que así iba a lograr que cayera de rodillas suplicándole una segunda oportunidad; esbocé una media sonrisa mientras ella dejaba un importante fajo de cartas y sobres en un trocito de la mesa y se iba sin tan siquiera despedirse.
Empecé a descartar cartas a la velocidad de la luz hasta que mis dedos se detuvieron en uno que hizo que el alma se me cayera a los pies, que el estómago me diera un vuelco y el desayuno que había tomado aquella mañana hubiera llegado a la genial idea de que quería volver por donde había venido.
Tiré el resto de cartas a la papelera y dudé en si debía enviar ésa con sus compañeras. Tenía un regusto amargo en la boca, como si anoche hubiera decidido hacer una incursión a la bodega privada de mi padre para correrme una juerga yo solo.
No entendía por qué me mandaba aquello. Hace exactamente cuatro años que recibí la previsible invitación de boda en la que me pedía que acudiera, intentando apelar a mi sentido del honor; era más que obvio que decidí ignorarla y no fui. ¿Para qué iba a ir? ¿Para ahondar más en la llaga? ¿Para querer ponerme a vomitar en la misma ceremonia al ver los fuertes sentimientos que unían a esos dos? No, gracias.
Fantaseé con que esa carta fuera una carta en la que Mina me dijera que no había podido con la convivencia y que el matrimonio había sido un fiasco, llegando al acuerdo con Chase que lo mejor era ponerle fin; quizá fuera una carta donde Mina declaraba lo profundamente enamorada que estaba de mí...
Sin embargo, el contenido de aquella me sentó como si me hubiera vaciado un cubo de agua helada acompañada con cubitos de hielo: al parecer, a la feliz pareja las cosas le iban viento en popa y habían decidido dar un paso más.
Habían tenido un bebé.
Escuché a mis dientes crujir cuando apreté la mandíbula, tratando de controlar los típicos temblores que anunciaban que la transformación no tardaría mucho más si no pensaba con claridad, dejando a un lado mis sentimientos.
Sabía de primera mano que Chase y Mina habían decidido establecerse en Nueva York y que Chase parecía haber hecho migas con algunos licántropos, ayudando así a mantener su estabilidad.
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Alpha (Saga Wolf #3.5)
LobisomemDiez años. La vida sigue y un servidor intenta pasar página. Estar dándolo todo para que luego elijan al otro es la putada más grande del mundo, pero la Tierra sigue girando y tú debes continuar. Y eso es lo que intento hacer... hasta que reci...