Veinticuatro.

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El portazo que dieron Caleb y Lena al apearse de su coche me distrajo para que levantara la cabeza y me centrara en los dos cazadores que se nos acercaban con aspecto rígido; solamente conocía a Caleb de la incursión que habíamos hecho diez años atrás, cuando Rebecca había actuado por primera vez. Desvié la mirada hacia Lena y la contemplé con interés; no se me pasó por alto la alianza que llevaba en el dedo anular y llegué a la conclusión de que debía ser la esposa de Caleb.

Me pregunté cómo alguien con un aspecto tan frágil podría haber decidido aceptar la vida que llevaba un cazador.

Alice se encargó de hacer las presentaciones, aunque Avril ya debía conocerlos a ambos porque no dudó en acercarse en primer lugar a Lena para besarla en ambas mejillas; Caleb se dirigió a mí y me tendió la mano de manera profesional, como si estuviéramos a punto de cerrar una importante transacción.

-Caleb nos acompañó en aquel almacén hace diez años –señaló Alice, quien estaba atenta a mí.

Cogí la mano de Caleb y la estreché con firmeza. Tenía buena memoria y, aunque habían transcurrido tantos años, no me fue difícil ver en el hombre que tenía ante mí al chico que había visto haciendo uso de su puntería de halcón; nos estudiamos mutuamente mientras seguíamos estrechándonos la mano.

-Lo recuerdo –dije, sin apartar la mirada de su rostro.

Caleb asintió con severidad.

-Es irónico que hayamos vuelto a reunirnos por el mismo motivo que hace diez años –comentó, haciendo una simple observación.

No lo había hecho con intención de herirme, pero no pude evitar sentirme molesto... y responsable. Hace diez años había tenido la oportunidad de terminar con la vida de Rebecca, pero no había reunido el valor suficiente para hacerlo; me había convertido en un cobarde y había optado por el camino fácil: permitir que mi padre la enviara a Willard y evitar que su muerte, su asesinato, cargara sobre mi conciencia.

Ahora, diez años después, estaba preparado para ese peso.

Alice sonrió con tirantez ante las palabras de Caleb, sospechando que sus palabras me habían golpeado en lo más profundo de mí.

-¿No dicen que mala hierba nunca muere? –intentó bromear para aliviar un poco el ambiente.

Avril se separó de la esposa de Caleb y procedió a hacer las últimas presentaciones pertinentes. Lena esbozó una sonrisa cargada de timidez y se me acercó lentamente, haciéndome pensar que quizá le atemorizaba la idea de estar tan cerca de un licántropo como yo.

-Gary, ella es Lena –la presentó oficialmente, aunque yo ya lo sabía.

Caleb rodeó con su brazo los hombros de la mujer, intentando infundirle confianza y tranquilidad.

-Ella no estuvo allí –se apresuró a aclarar el hombre-. No tenía la preparación suficiente...

Y, aunque no lo dijo en voz alta, su mirada completó por sí sola la frase: y él jamás hubiera permitido que Lena hubiera acudido a aquel almacén y correr el riesgo de que pudiera sucederle algo; Alice puso los ojos en blanco, como si toda aquella muestra de amor le estuviera resultando de lo más empalagoso.

Al menos coincidía conmigo en algo.

-La señal de Kasper sigue activa –nos recordó Jia, quien se había mantenido apartada de todo el protocolo de las presentaciones-. Acaba de usar su teléfono para hacer una llamada a un número de la misma zona.

Los segundos seguían corriendo mientras nosotros nos tomábamos un pequeño descanso haciendo todo el paripé de las presentaciones; le pedí a Jia que comprobara que su localización seguía siendo la misma y unos faros de luz me deslumbraron unos instantes al mismo tiempo que las ruedas de ese mismo vehículo derrapaban sobre el cemento y escuchaba varias puertas cerrándose.

Alpha (Saga Wolf #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora