La oscuridad que me rodeaba me hacía sentir... en paz. Lo más tranquilo y cómodo conmigo mismo que me había encontrado en mucho tiempo, tanto era así que no tenía ganas ninguna de escaparme de aquel sitio.
Si la muerte significaba eso, no me arrepentía lo más mínimo de haberla palmado.
En ocasiones, en mitad de aquella oscuridad, me llegaban susurros... susurros ininteligibles que yo trataba de descifrar en vano. Las voces que a veces llegaban hasta allí me resultaban dolorosamente familiares, pero nunca se quedaban conmigo mucho tiempo.
Allí atrapado pude pensar mucho...
Pude pensar en mi familia, en cómo se había roto cuando mi madre descubrió que yo también era un licántropo como mi padre, rechazándome y negándome como si fuera hijo suyo.
Pude pensar en cómo mi madre había empezado a sembrar las dudas en Rebecca, ayudando a que se transformara en la mujer que había sido. Recordé mi despedida, el hecho de que nos encontraríamos en el infierno, pero no había sido así; no había ni rastro de mi hermana por aquel lugar.
Pude pensar en Arlene, en que jamás sabría si había conseguido salir adelante y recuperarse de las heridas. Era culpable de que se encontrara en aquella situación y yo jamás hubiera deseado que nada de esto hubiera pasado; habíamos compartido una simple noche. Nada más.
Luego pensé en el bebé. El doctor que se encargaba de Arlene no había querido darnos muchas esperanzas al respecto, pero había alegado que estaban haciendo «todo lo que estaba en sus manos para mantener a la madre y al bebé»; me convencí de que saldría adelante. No en vano tenía sangre Harlow corriendo por sus venas.
Y éramos difíciles de eliminar.
Nunca me había planteado en serio la idea de ser padre, y eso sin contar las veces que había fantaseado desde que Mina me mandó aquella estúpida invitación para que me convirtiera en el padrino de uno de sus hijos. La idea nunca se me había presentado, como tampoco la había valorado.
Pero cuando Arlene me anunció su embarazo... no pude evitar sentir miedo. Ella no sabía en qué lío se había metido, como yo tampoco tuve tiempo para poder explicarle mi situación; tampoco sabía que el bebé, en caso de ser niño, podría transformarse en lobo cuando alcanzara su madurez.
En caso de ser niña... supuse que Arlene se hubiera sentido aliviada al conocer que no habría transformación, pero que heredaría alguna de mis habilidades.
También sabía que mi familia se encargaría del bebé en mi nombre. Jamás le faltaría de nada y tendría las respuestas sobre su naturaleza... Incluso sobre mí, si se preguntaba alguna vez quién fue su padre.
Tal y como solía sucederme en ocasiones, a través de la oscuridad me llegó la voz de una mujer... mezclada con la de un hombre que hizo que mi estómago diera un giro.
Ambas voces sonaban desesperadas y hundidas emocionalmente en el mismo nivel de dolor.
-El doctor Brent ha sido claro al respecto: tenemos que esperar –estaba diciendo la mujer.
-Lo sé, pero me tienes preocupado... Llevas días sin comer bien, por no hablar de lo mal que estás descansando –replicó la voz masculina, sonó exigente y a la par angustiado-. Ve a casa, por favor.
-No voy a apartarme de su lado –se negó la mujer-. Salvó su vida y yo quiero estar aquí cuando despierte. Necesito estar aquí para cuando abra los ojos, quiero poder darle las gracias personalmente por...
Dejé escapar un quejido.
Las voces que me rodeaban se quedaron repentinamente en silencio. La oscuridad fue aclarándose poco a poco, como si la burbuja en la que había estado encerrado aquel tiempo indefinido hubiera estallado de repente. Mis oídos empezaron a registrar más sonidos a parte de las voces que se habían callado.
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Alpha (Saga Wolf #3.5)
Hombres LoboDiez años. La vida sigue y un servidor intenta pasar página. Estar dándolo todo para que luego elijan al otro es la putada más grande del mundo, pero la Tierra sigue girando y tú debes continuar. Y eso es lo que intento hacer... hasta que reci...