Veintiséis.

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A pesar de estar convertido en lobo, notaba el poderoso latido de mi corazón chocando contra mis costillas. Petr y yo habíamos decidido ir delante, mientras que los hermanos Whitman nos seguían, ocultando los frágiles cuerpos de los cazadores de la vista de cualquiera que nos descubriera allí.

Los pasillos del edificio estaban completamente vacíos. Las puertas estaban arrancadas de sus goznes y las paredes del corredor no tenían un espacio que no estuviera cubierta por grafitis; la suela de los zapatos de los cazadores resonaban tímidamente, al igual que sus respiraciones. El aire que procedía de mi espalda traía consigo el ligero aroma del nerviosismo que desprendían nuestros compañeros; todos nos manteníamos en un tenso silencio, aguardando a que cayeran sobre nosotros... Esperando a que Rebecca o Kasper dieran la cara por fin.

Petr intentaba mantener la compostura a mi lado, consciente de la gravedad de la situación y de lo cerca que nos encontrábamos... además de estar moviéndonos a ciegas.

Alguien golpeó algo, provocando un fuerte estruendo en el vacío pasillo, y Avril maldijo con voz ahogada. Todos giramos la cabeza en su dirección; los ojos de ella se clavaron en los míos, casi leyéndome el pensamiento. Alice se encargó de verbalizar parte de mis pensamientos en voz alta, regañando su torpeza.

Ella alzó las manos con una expresión malhumorada.

-Lo siento, ¿vale? –siseó con molestia-. Cuando estaba preparándome para convertirme en cazadora esto parecía mucho más sencillo.

Puse los ojos en blanco y reanudamos la marcha.

«Gary –sonó la voz en mi cabeza de uno de mis subalternos-. Hemos contabilizado a quince lobos ahí dentro. Además de una cazadora.»

El corazón me dio un brinco dentro del pecho al escuchar sus palabras. Quince lobos serían fáciles de reducir, pues contaba con parte de mi manada aguardando a que les diera una señal para entrar en acción; lo que verdaderamente me interesaba era tener la certeza de que Mina estaba allí. Transmití las buenas nuevas a las mentes de los hermanos Whitman y escuché cómo Chase gruñía, mitad aliviado, mitad inquieto por alcanzar el sitio donde estaba su esposa.

Dimos más celeridad a nuestros pasos, pues los cazadores no habían sido capaces de escuchar las buenas nuevas que me habían transmitido. Me permití guiarme por el instinto, girando por los pasillos con una extraña opresión en el pecho; no estaba vinculado a Mina, ya que ella había sido marcada por Chase, pero tenía la sensación de que nos encontrábamos cerca de ella.

Todos frenamos cuando alcanzamos el enorme gimnasio abandonado de aquel viejo colegio. Cerca de la tarima habían colgado el cuerpo de una mujer que se mantenía completamente quieta; un nuevo gruñido por parte de Chase me respondió silenciosamente: la mujer era Mina.

Pero no se movía.

La bilis se removió al creer que habíamos llegado demasiado tarde.

No quise creer que Kasper hubiera decidido asesinarla para poder entregarnos luego su cadáver. Rebecca era retorcida y le gustaba jugar; hacía diez años había visto todo aquel espectáculo que había montado para que un hipnotizado Chase se encargara de asesinar a Mina, sin reconocerla.

Carin tuvo que frenar a su hermano menor antes de que se abalanzara sobre el cuerpo que colgaba por la cintura de unas cadenas. Alice y Caleb tuvieron que hacer lo propio con los hermanos menores de Mina; Avril dejó escapar un gruñido roto de dolor y Percy empezó a debatirse contra el cuerpo de Caleb.

-¡Mina! –chilló Avril y su voz sonó temblorosa.

Petr permanecía impasible, con sus ojos oscuros estudiando atentamente la escena que rodeaba el cuerpo de Mina. Era el único que parecía controlar la situación, analizando fríamente las posibilidades que se nos planteaban.

Alpha (Saga Wolf #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora