Tres.

5.9K 470 17
                                        

«Ella tenía razón».

Esas tres palabras se repetían una y otra vez en mi mente mientras colgaba el teléfono y lo devolvía a mi bolsillo; el rostro de Mina seguía igual de pálida que cuando había leído en mi cara lo que me habían dicho en aquella llamada.

Sin embargo, ella era la única que parecía haberse dado cuenta de que algo iba mal; Avril y mi hermano seguían charlando con Chase y Carin sobre algún asunto que debía resultarles de lo más divertido.

Observé a Mina disculparse con una sonrisa y venir directa hacia mí, con Sean entre los brazos; el bebé no paraba de patalear y hacer soniditos con la boca. Al contrario que su hijo, el rostro de su madre era una máscara que escondía como bien podía los sentimientos de miedo y horror que le inspiraban la idea de que algo estuviera mal. De que Rebecca pudiera haber huido.

«No lo entiendo». No entendía qué motivos podría tener la persona que hubiera ayudado a Rebecca a huir. ¿Qué ganaba con todo aquello? Mi hermana no tenía interés alguno para ninguno de los miembros de las distintas manadas que convivían en Nueva York; mi padre había tenido mucho cuidado en mantener apartadas de la vida sobrenatural puesto que ambas parecían evidentemente en contra de todo asunto relacionado con nuestra licantropía.

Mina apretó los labios con fuerza, conteniendo la sarta de gritos que debía tener preparados para mí.

-¿Qué ha sucedido? –preguntó en voz baja, controlada.

Me pasé la lengua por el labio inferior, buscando la forma de decírselo sin alterarla hasta el punto de echar toda la celebración por la borda. Los ojos de Mina recorrieron mi rostro, tratando de adivinarlo por su cuenta.

-Ha... ha habido una fuga –respondí y ella enarcó una ceja.

En aquel momento, justo cuando Mina iba a realizar la pregunta del millón, nos interrumpió una mujer bastante atractiva de la mano de un niño de unos diez años que era idéntico a los hermanos Whitman; los ojos del pequeño me observaron con un brillo de recelo y no pude evitar advertir en él un pequeño efluvio que lo delataba como un licántropo.

Mina compuso su mejor sonrisa y cambió de brazo a Sean mientras el niño despegaba la mirada de mí para hacerle burla al bebé, que se echó a reír.

-Sabin –suspiró Mina y entonces la reconocí: la mujer del hermano de Chase. Aquellos diez años le habían sentado... estupendamente.

La sonrisa de la mujer de Carin fue deslumbrante y no pude evitar devolvérsela; Sabin me había caído bien desde que había puesto un pie en el aeropuerto JFK y se había comportado conmigo de una forma bastante admirable. Tanto ella como su marido me habían agradecido mil veces el esfuerzo que había puesto en encontrar a Chase y en cuidar a Mina en el proceso.

Por descontado relacioné a ese malhumorado niño con la grata noticia que nos dieron la noche antes de marcharse de Nueva York; recordé el gesto que puso Mina cuando se enteró de la noticia. Fue una mezcla de sorpresa y aflicción...

Tampoco me fue difícil adivinar a qué se debía: ella creía firmemente que su sueño de tener un precioso mini Chase jamás iba a cumplirse. Sin embargo, y a las prueba me remito, el Señor la había bendecido con dos.

Sabin nos dedicó una amable sonrisa.

-Greg tenía muchas ganas de ver a su primo en un día tan especial –canturreó y comprobé cómo las mejillas de su hijo enrojecían-. ¿Verdad, bomboncito?

Quise echarme a reír ante el apodo cariñoso y las mejillas completamente coloradas del niño, que parecía querer morirse en aquellos momentos. Sin embargo, tanto Mina como su madre parecían ajenas a este pequeño detalle.

Alpha (Saga Wolf #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora