Capítulo 2

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—No tienes que ir tú sola —dijo.

—Pero él no quiere ir —una vez más, me quejé.

—Pues dile que yo digo que te acompañe.

Apreté las manos con el dinero para el termómetro y lo fui a buscar.

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Abrí los ojos de golpe, aunque no me moví, todo lo que hice fue mirar el techo durante unos minutos. Suspiré. Por lo menos el dolor de cabeza ya desapareció.

Percibo una luz que me molesta mucho y es posible que me vaya a volver a provocar el malestar en el cerebro. En el momento en que me levanté, sentí un grueso vendaje sobre mi estómago.

Esto no es un hospital, no es muy blanco. Las paredes son azules, de modo que más bien parece el consultorio de un dentista poco higiénico.

En cuanto ingresaron, me froté los ojos para aclarar mi vista. Es Logan.

Vi que sus labios se movieron, solo que no escuchó nada, ni ningún otro ruido. Toqué mis oídos y me rasqué las orejas.

—¿...? —Apenas oí un fragmento de su voz—. ¿No tienes...? ¡Jane!

—No me grites —le pedí.

—Te estoy preguntando si tienes frío —dijo. Negué. El chico se sentó en el sofá y sacó una goma de mascar, luego me miró sin levantar la cabeza—. No te voy a dar.

—¿Por qué estoy aquí? —pregunté, a lo que Logan echó un vistazo a la puerta.

—Yale y Alexey te vinieron a sacar de los separos, pero te desmayaste. La herida en tu estómago estaba muy infectada.

—¿Vinieron?

—Estamos en el hospital de la prisión —repuso con obviedad—. Mamá no permitió que te sacaran de aquí. Si te llevaban a otro hospital, Alexey iba a pedir que te hicieran estudios y esa herida no es lo único que iban a encontrar —explicó. Se puso de pie para acercarse y tomó asiento a los pies de la cama. Retraje las piernas y las crucé debajo de mí—. ¿Por qué te detuvieron? —inquirió en voz baja.

—...

—Sabes que me puedes decir lo que sea. No le voy a contar nada a mamá —aseguró.

—... —desvié la vista un momento—. Por una pelea.

Había aceptado ir con los forajidos a una especie de bar. Me dijeron que iban muy seguido y ya no necesitaban pagar sus entradas. Juro que no me estaba metiendo con nadie, e igual se me apareció una chica en un minuto que Mijaíl me dejó sola, la mujer en cuestión era la novia de Ulises, ahora no tengo presente su nombre, el punto es que pensó que el cabecilla la había terminado por mi culpa, todo por el consejo que le di aquella vez en el café de Niko. No sé qué fue lo que el chico entendió con mis palabras, pero dio por concluida su relación y la chica enfureció conmigo. A decir verdad, ella fue la primera en agredirme; me dio una leve bofetada y, como respuesta, la empujé contra una de las mesas, después tiró de mi cabello, haciéndome caer al suelo, entonces perdí todo sentido de identidad una vez que se metió con mi cabeza.

Alicia ingresó bastante alterada, cerró la puerta, revisó los alrededores de la clínica mediante la pequeña ventana y se acercó.

—Alexey viene para acá —habló con rapidez—. No le digas, por ningún motivo —me apuntó con un dedo—, que estabas con ese barbaján de Mijaíl. ¡Te dije que no te acercaras a ninguno de ellos...!

—Ya —Logan le tocó el hombro—, déjala tranquila.

Tal como dijo, Alexey apareció, a lo que ambos guardaron silencio. El sujeto no soltó la perilla para que la puerta no se cerrara, miró a Alicia y Logan, y estos acataron la indirecta de que se retiraran, acción que hicieron después de que la matriarca me echara un último vistazo.

Una vez a solas, cerró la puerta y sobre la cama colocó la bolsa de papel que traía.

—Cámbiate para que nos vayamos —indicó, pero se quedó dentro de la habitación.

Esculqué en el interior de la bolsa. Hay ropa interior, pantalones, una sudadera roja, además de un par de tenis.

—¿Te vas a quedar ahí? —pregunté. No me contestó.

Tomé las cosas e ingresé al pequeño baño. Lo único que me molesta es el vendaje, pues la herida dejó de dolerme. Creo que esta lesión, aunque fue seria, no va a dejar marcas a simple vista como las otras que nunca recibieron un tratamiento adecuado.

Al ponerme la sudadera, limpié el espejo para ver qué tan mal se encontraba mi cara; nada más veo un rasguño en la barbilla, asimismo, mis ojos, nariz y boca están enrojecidos. Mi cuello tiene marcas moradas, creo que uno de los sujetos me intentó estrangular, o nada más quería que soltara a la chica. Observé mi mano derecha, recuerdo haber arañado su cabeza, llevándome un gran mechón de cabellos conmigo, así como algo de piel.

Justo por esto es que me habían permitido hacer una llamada, no se trató de un privilegio; al rendir mi declaración, aseguré que no recordaba nada y no había bebido y/o consumido ningún tipo de sustancia, lo cual, al confirmarlo, comprendieron que tenía problemas..., solamente problemas, por lo que era necesario que llamara a cualquiera que respondiera por mí.

Salí después de cambiarme.

—¿Listo? —inquirió el sujeto. Abrió la puerta enseguida de que asentí.

—Pero, ¿ya me puedo ir?

—Sí —contestó—, la chica retiró los cargos. Nada más los tuyos —salió y encaminó por el pasillo. Lo seguí casi corriendo, ya que sus piernas son largas y da pasos más grandes que los míos.

—¿Las personas con las que venía siguen aquí?

—No sé y no me interesa —respondió sin detenerse—. Es increíble que haya tenido que venir a un lugar como este —musitó mirando el lugar con desdén.

—Pudiste mandar a Esteban.

—O dejarte aquí.

—¡Ya sé que estuvo mal! —expresé a los cuatro vientos y ni así conseguí que se detuviera—. No puedes dejarlos aquí, ellos no tienen la culpa de nada.

—¿Tú piensas que yo los voy a sacar? —preguntó aún sin siquiera alentar sus pasos.

—Puedes hacerlo, si supieras quién...

—¡No sé quiénes son y tampoco me interesa!

Pensé en que el hecho de que Harmony estuviera aquí quizá le importaría, aunque sea un poco. Ni a ella ni a los otros chicos les concedieron una simple llamada.

—Alexe...

—¡No! —me gritó con firmeza al detenerse y volverse a mí. Me asusté, entonces di un paso atrás en silencio y Alexey emitió un suspiro—. No voy a mover un dedo por ellos —determinó para luego seguir caminando.

Antes de cruzar las puertas, tomó mi mano, con el fin de hacerme avanzar de prisa hasta la camioneta que nos esperaba, todo para que así nadie pudiera reconocerlo, ni a mí tampoco.

Opté por no perturbar más el ambiente de Alexey. Es posible que esté molesto por el lugar al que lo hice venir y por insistir en que ayude a quienes seguramente cree los responsables de que me trajeran aquí, más que por el hecho de que me hayan detenido. En mi defensa, él no fue a quien yo llamé.

El viaje fue de casi treinta minutos. Mijaíl hizo varias paradas antes de llegar al bar, por lo que no deduje la distancia en ese momento.

Creo que ahora sí me equivoqué en serio.

[3] CCC_Eros | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora