Capítulo 14

108 31 9
                                    

Un par de días más tarde, Vivian me interceptó en la cafetería de Niko apenas había entrado, me fue a buscar para decirme que debían pagarle a la dueña del bar por todo lo que sufrió daños.

No sé si pretendían que yo fuera con ellos, sin embargo, insinuaron que, si quería dar mi apoyo económico, lo hiciera personalmente y podían llevarme.

En resumen, justo ahora estoy en la oficina de la señora.

Tengo que irme antes de que Cristian se percate de que hace una hora que ya no me encuentro en la cafetería.

El cuarto es oscuro. Hay una gran ventana, solo que la cubre una hoja de periódico, eso me recordó a la ventana de mi habitación en Bathory. Comencé a pensar en el día que rompí una con el punzón y salí de ahí... Sacudí la cabeza.

Aquí huele a perfume, hierba, tabaco, y menta, tal vez este último aroma lo desprende la planta en el piso, eso o de ahí provienen las hojas de marihuana que tiene sobre el escritorio.

—¿Tú de dónde saliste? —me preguntó la dueña del lugar, es voluptuosa y guapa, pero con retoques que le han deformado un poco el rostro. Porta un cigarrillo en la mano, el cual no he visto que acerque a su boca.

Habíamos estado esperando durante cinco minutos a que terminara de contar el dinero que le dimos en conjunto.

—¿En serio es lo que quiere saber? —inquirí con desdén.

—Quiero saber en qué barrio creciste —desde su silla, enalteció la cabeza y entrecerró los ojos—. Tienes calle.

—¿Calle?

En la oficina me encuentro con la señora, así como con el caballero que realizó la cuenta de lo que se debía, además de Ulises, Vivian y Mijaíl.

—Se refiere a que tienes agallas —me explicó el cabecilla.

—Ah... —levanté la cabeza—. Supongo que eso se aprende dónde sea, con las personas correctas.

—¿Has estado en la cárcel?, ¿además de ese día? —cuestionó casi sin mover los labios carmesí.

—No.

—Tienes cara de que sí —repuso.

—No he estado en la cárcel, sino algo parecido —expliqué. La señora expresó media sonrisa, misma que le devolví.

Una vez que terminaron de hacer la cuenta del monto, nos entregaron un recibo y nos dejaron ir. No debía tanto como pensé, me bastó con dejar todo el dinero que tenía, hablo de lo que gané en la pastelería, pues de ningún modo pensaba tocar el dinero de Alexey, mucho menos para esto.

No pretendía quedarme en el bar, solo que tengo que volver con los forajidos, puesto que Cristian no tiene idea de dónde me encuentro y jamás le pediría que venga por mí a este lugar. Si Alexey se entera, me volverá a encerrar, esta vez de por vida.

El bar estaba en funcionamiento, de modo que había música, gente, alcohol y tabaco, entonces, antes de que todo comenzara a ir como aquel día y terminara detenida de nueva cuenta, preferí salir del lugar a esperar hasta que Ulises concluyera su charla con la dueña. Creo que no quiere que los fichen, situación que dudo mucho que ocurra, ya que, muy a pesar de lo sucedido, me di cuenta de que la relación de estos chicos con la señora es de algún modo amistosa.

Le di toda la vuelta al establecimiento, hacia la banca de piedra detrás. Hay un barandal de metal que evita que cualquiera caiga por el risco a unos metros.

Este sitio parece perfecto para culminar con una vida.

Me senté mirando hacia la ciudad. Ya está oscureciendo, razón por la que el horizonte se iluminó. Todas las luces que veo pueden provenir de personas distintas que encendieron la bombilla de una habitación, donde cada uno debe encontrarse realizando actividades distintas.

[3] CCC_Eros | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora