Capítulo 9

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El sujeto se acomodó la corbata, cerró su computadora portátil y, desde su escritorio, colocó el seguro de la puerta. Además, echó un vistazo al pasillo.

—Pensé que estaría en contacto en al menos una semana —indicó en voz baja.

—¿Quiere que vuelva en una semana? —pregunté sorprendida.

—No, no —rio para sí mismo—. Pero, dígame, ¿el último préstamo no fue suficiente?

—De otro modo, ¿por qué estaría aquí?

—Por supuesto. Puede decirle a Farrah que sea cual sea la cantidad que requiera, estaremos dispuestos a dársela, ha sido uno de nuestros mejores clientes.

—No esperaba menos de ustedes —señalé. El hombre se mordió el labio inferior, rodeó la oficina con los ojos y los dirigió a mí.

—¿Quiere que le haga el préstamo ahora? —inquirió con rapidez.

—No, solo vine a ver en qué estado se encontraba ILIA después del cateo.

—Oh, desde luego. Por eso no se preocupe, si vamos a concluir con los préstamos, en persona se lo haremos saber.

—Claro, entonces me retiro —dije. El sujeto aventó su silla hacia atrás para ponerse de pie.

—Su visita ha sido un placer.

—Gracias por no hacerme perder mi tiempo —Esperé a que retirara el seguro de la puerta y salí de la oficina.

Antes de subir, miré hacia atrás para asegurarme de que no me seguía, posteriormente, volví a la oficina de Alexey.

La asistente se extrañó al verme regresar del lado contrario del sanitario, solo que pasé de largo.

Tomé asiento en uno de los sillones, agarré una revista, National Geographic, y comencé a leerla mientras esperaba a que la junta de Alexey terminara. No quiero mirar el reloj, porque presiento que no ha transcurrido ni una hora.

Al cabo de un rato, después de que repasé todas y cada una de las publicaciones que Alexey tiene aquí, retornó.

—¿Qué, ya te aburriste? —cuestionó.

—Más o menos —musité. Me giré y recargué un brazo en el respaldo para ver al chico, quien ya se había situado en su escritorio, a continuar con su trabajo—. Y, ¿cómo te fue?

—Era una reunión de rutina.

—¿Por el cateo? —En el momento en que mencioné esas palabras, Alexey me miró como un águila—... Escuché decir eso por ahí —mencioné sin pestañear.

—¿En casa de tu madre o dónde? —cuestionó volviendo a lo que hacía.

—Tus empleados hablaban mucho en la cafetería —expliqué.

—... —Fijó la atención en su ordenador—. Pues sí, fue por eso.

—¿Por qué te preocupas tanto por ILIA? Tú mismo dijiste que no te interesa.

—No es por ILIA por lo que hago todo esto, es por otra cosa —Llamaron a su teléfono, el cual contestó. Durante un minuto escuchó en silencio a quien le hablaba al otro lado—. Sí, está bien, tráelo a mi oficina —señaló fastidiado.

Momentos más tarde, una empleada de muy corta estatura trajo una gran cantidad de papeles, los depositó en la mesita frente a mí y me sorprendió que me sonriera antes de retirarse.

—¿También tienes que revisar todo esto? —deduje mirando los documentos.

—Lo haré más tarde, nada más tengo que ver que todos estén firmados —contestó con la vista aún en su ordenador.

[3] CCC_Eros | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora