Capítulo 33

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—¡Tu hermanita es tan linda! —expresó Vivian, limpiándose una lágrima falsa para posteriormente apretujar a la susodicha con un abrazo.

—No te acerques a ella —le advirtió Mijaíl, alejando a su hermana de la forajida.

Vivian arrugó la nariz mirando al peliblanco y le sonrió a la niña, quien devolvió el gesto.

Hoy es la fiesta de cumpleaños de Ekaterina, no hace falta decir que la chica de hora 14 años se esforzó en su arreglo personal, acción que nadie pasó de largo. Parece una muñeca de porcelana, me resulta similar a las pequeñas que participan en concursos de belleza infantiles, las he visto en la televisión y todas parecen pasteles como los que Fiorella prepara.

Están aquí todos los forajidos, además de un amigo de la niña, quien no deja de seguirla y Mijaíl no le despega la mirada. Hace una hora, Fiorella pasó a obsequiarle una tarta de cumpleaños, disculpándose por no poder quedarse, pues aún no se encuentra del todo bien.

Yo no le di ningún presente porque nunca antes he dado uno y no sé cuál es el proceso para ello, es probable que no le gustara o se decepcionara. Preferí evitar todo eso y, si la chica quiere algo, solo se lo daré.

Veo que la niña se sintió a gusto con el bombardeo de cumplidos que recibió por parte de Harmony y Vivian. Desde mi perspectiva, las dos parecían querer devorarla.

Salvik estuvo en sigilo, al igual que Mijaíl, e indudablemente ambos al servicio de Ekaterina.

Ulises había estado conversando durante un rato con el padre de Mijaíl, parecían conocerse bastante bien. Sander, como es habitual en él, se mantuvo a la distancia, aunque fue amable con Ekaterina cuando esta le preguntó algo.

Luego de comer una porción de pastel, sentí que iba a devolverlo, de modo que fui a entretenerme un rato en el sanitario. Hace unos días que ya no regreso las comidas, por lo que basta con refrescarme para que las náuseas desaparezcan.

Salí a los veinte minutos y pasé por la habitación de la niña, quien se encontraba frente a su tocador, arreglándose el cabello.

Janie —habló al verme. Regresé el paso que di—. ¿Puedes ayudarme?

—Jane —mencioné la correcta pronunciación de mi nombre. La chica me sonrió y me ofreció un prendedor, mismo que tomé para colocárselo. Recuerdo bastante bien cómo es que lo llevaba hace unos momentos; sobre la sien derecha, con los diamantes apuntando a la nuca—. ¿Así? —pregunté.

—Gracias —me sonrió mediante el reflejo.

—¿Tú te peinaste sola?

—Sí, viendo un... tutorial —rio para sí.

—Tutorial —musité.

—Creo que los... amigos de mi hermano ya se van..., voy a despedirlos —indicó para luego salir.

Eché un vistazo a su habitación. No tiene demasiadas pertenencias. Hay un par de repisas con libros, juguetes, suvenires, alhajas, curiosidades, entre otras cosas. Ni una sola fotografía.

En una esquina hay unas cajas de mudanza, como si recién llegara o estuviera por irse.

Me dirigí a la sala, dispuesta a ayudarle a Mijaíl a recoger antes de retirarme. Ya están por dar las ocho y tengo que regresar antes de que vengan a buscarme.

Además de los forajidos, el amigo de Ekaterina también se había ido.

Apilé un par de platos sucios y los llevé a la cocina, donde Mijaíl se encontraba haciendo limpieza.

—No tienes que hacerlo —dijo el chico, vertiendo los vasos en el fregadero.

—Me quedé para hacerte una pregunta.

[3] CCC_Eros | TERMINADA | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora