Capítulo XLIX

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Una tragedia abre paso a otra, querida niña Scamander.

Una pena lo que le pasó al joven Diggory, siendo un chico muy atractivo. Pero esto te hará pensar que la vida no es eterna y tú querida familia no podrá protegerte de tu destino.

La familia Scamander debe de pagar lo que le hizo a mi familia, lo que me arrebato, yo también se los arrebatare.

Scamander suspiro viendo la carta, sentada en su cama a altas horas de la madrugada. Solo la luz de la vela podría alumbrar ese pergamino. Tomo su varita y sin miedo invoco un hechizo para quemar esa pequeña carta.

—No debiste de hacer eso—murmuro Hermione a su lado haciéndola saltar.

—No quiero que se preocupen—murmuró—. Han pasado muchas cosas hoy, el regreso del Señor Tenebroso, la muerte de Cedric y el pobre Harry...—solto otro suspiro— Ya tenemos mucho encima para preocuparnos por ella.

Harry volvió a la torre de Gryffindor a la noche siguiente a esa. Por lo que le dijeron _____(Tn), Ron, Hermione y Naum, aquella mañana, durante el desayuno, Dumbledore se había dirigido a todo el colegio. Simplemente les había pedido que dejaran a Harry tranquilo, que nadie le hiciera preguntas ni lo forzara a contar la historia de lo ocurrido en el laberinto. Él notó que la mayor parte de sus compañeros se apartaban al cruzarse con él por los corredores, y que evitaban su mirada. Al pasar, algunos cuchicheaban tapándose la boca con la mano. Le pareció que muchos habían dado crédito al artículo de Rita Skeeter sobre lo trastornado y posiblemente peligroso que era. Tal vez formularan sus propias teorías sobre la manera en que Cedric había muerto. Se dio cuenta de que no le preocupaba demasiado. Disfrutaba hablando de otras cosas con _____(Tn), Ron, Hermione y Naum, o cuando jugaban al ajedrez en silencio. Sentía que habían alcanzado tal grado de entendimiento que no necesitaban poner determinadas cosas en palabras: que los cinco esperaban alguna señal, alguna noticia de lo que ocurría fuera de Hogwarts, y que no valía la pena especular sobre ello mientras no supieran nada con seguridad. La única vez que mencionaron el tema fue cuando Ron le habló a Harry del encuentro entre su madre y Dumbledore, antes de volver a su casa.

—Fue a preguntarle si podías venir directamente con nosotros este verano —dijo—. Pero él quiere que vuelvas con los Dursley, por lo menos al principio.

—¿Por qué? —preguntó Harry.

—Mi madre ha dicho que Dumbledore tiene sus motivos —explicó Ron, moviendo la cabeza—. Supongo que tenemos que confiar en él, ¿no?

La única persona aparte de _____(Tn), Ron y Hermione con la que se sentía capaz de hablar era Hagrid. Como ya no había profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, tenían aquella hora libre. En la del jueves por la tarde aprovecharon para ir a visitarlo a su cabaña. Era un día luminoso. Cuando se acercaron, Fang salió de un salto por la puerta abierta, ladrando y meneando la cola sin parar.

—¿Quién es? —dijo Hagrid, dirigiéndose a la puerta—. ¡Harry!

Salió a su encuentro a zancadas, aprisionó a Harry con un solo brazo, lo despeinó con la mano y dijo:

—Me alegro de verte, compañero. Me alegro de verte.

Al entrar en la cabaña, vieron delante de la chimenea, sobre la mesa de madera, dos platos con sendas tazas del tamaño de calderos.

—He estado tomando té con Olympe —explicó Hagrid—. Acaba de irse.

—¿Con quién? —preguntó Ron, intrigado.

La Chica Scamander y el Cáliz de Fuego.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora