Ni Percy ni su padre pararon mucho en casa durante la semana siguiente. Se marchaban cada mañana antes de que se levantara el resto de la familia, y volvían cada noche después de la cena.
-Es un absoluto caos -contaba Percy dándose tono, la noche antes del retorno a Hogwarts-. Me he pasado toda la semana apagando fuegos. La gente no ha dejado de enviarnos vociferadores y, claro, si no se abren enseguida, estallan. Hay quemaduras por todo mi escritorio, y mi mejor pluma quedó reducida a cenizas.
-¿Por qué envían tantos vociferadores? -preguntó Ginny mientras arreglaba con celo su ejemplar de Mil y una hierbas y hongos mágicos sobre la alfombrilla que había delante de la chimenea de la sala de estar.
-Para quejarse de la seguridad en los Mundiales -explicó Percy-. Reclaman compensaciones por los destrozos en sus propiedades. Mundungus Fletcher nos ha puesto una demanda por una tienda de doce dormitorios con jacuzzi, pero lo tengo calado: sé a ciencia cierta que estuvo durmiendo bajo una capa levantada sobre unos palos.
La señora Weasley miró el reloj de pared del rincón. A ______(Tn) le gustaba aquel reloj. Resultaba completamente inútil si lo que uno quería saber era la hora, pero en otros aspectos era muy informativo. Tenía nueve manecillas de oro, y cada una de ellas llevaba grabado el nombre de un miembro de la familia Weasley. No había números alrededor de la esfera, sino indicaciones de dónde podía encontrarse cada miembro de la familia; indicaciones tales como «En casa», ((En el colegio» y «En el trabajo», pero también «Perdido», «En el hospital» «En la cárcel» y, en la posición en que en los relojes normales está el número doce, ponía «En peligro mortal».
Ocho de las manecillas señalaban en aquel instante la posición «En casa», pero la del señor Weasley, que era la más larga, aún seguía marcando «En el trabajo». La señora Weasley exhaló un suspiro.
-Vuestro padre no había tenido que ir a la oficina un fin de semana desde los días de Quien-vosotros-sabéis -explicó-. Lo hacen trabajae demasiado.
Si no vuelve pronto se le va a echar a perder la cena.
-Bueno, papá piensa que tiene que compensar de alguna manera el error que cometió el día del partido, ¿no? -repuso Percy-. A decir verdad, fue un poco imprudente al hacer una declaración pública sin contar primero con la autorización del director de su departamento...
-¡No te atrevas a culpar a tu padre por lo que escribió esa miserable de Skeeter! -dijo la señora Weasley, estallando de repente.
-Si papá no hubiera dicho nada, la vieja Rita habría escrito que era lamentable que nadie del Ministerio informara de nada -intervino Bill, que estaba jugando al ajedrez con Ron-. Rita Skeeter nunca deja bien a nadie. Recuerda que en una ocasión entrevistó a todos los rompedores de maldiciones de Gringotts, y a mí me llamó «gilí del pelo largo».
-Bueno, la verdad es que está un poco largo, cielo -dijo con suavidad la señora Weasley-. Si me dejaras tan sólo que...
-No, mamá.
La lluvia golpeaba contra la ventana de la sala de estar. Hermione se hallaba inmersa en el Libro reglamentario de hechizos, curso 4º, del que la señora Weasley y la señora Scamander habían comprado ejemplares para ella, _____(Tn), Harry y Ron en el callejón Diagon. Charlie zurcía un pasamontañas a prueba de fuego.______(Tn) y su madre se encontraban juntas leyendo el mismo libro, un libro que su madre le había pedido a Rolf. Harry, que tenía a sus pies el equipo de mantenimiento de escobas voladoras que le había regalado Hermione el día en que cumplió trece años, le sacaba brillo a su Saeta de Fuego. Fred y George estaban sentados en un rincón algo apartado, con las plumas en la mano, cuchicheando con la cabeza inclinada sobre un pedazo de pergamino.
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La Chica Scamander y el Cáliz de Fuego.
Hayran KurguDespués de un gran verano acompañada de los Weasley y su madre, es hora de emprender otro maravilloso y peligroso año en Hogwarts junto a sus amigos Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Granger. La llegada de un amigo del pasado la sorprenderá este...