Capítulo 5

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Abigail

Llevaba sólo cinco días trabajando para Maxim y ya quería pedir mis vacaciones, él me estaba explotando y me hacia trabajar hasta largas horas de la noche, tenía que aguantarme su maldito genio todos los días.

Llegué como de costumbre a casa sin hacer ruido y las luces estaban apagadas, cerré con seguro la puerta y la lámpara de la sala se encendió dejándome ver a mi hija con su peluche de oso panda en los brazos y la cobija de lana que Leah tejió para ella cuando cumplió un año.

—¿Qué haces despierta, amor? —Dejé todas las cosas en el sofá y fuí a tomar mi pequeño retoño en brazos.

—Quiero dormir contigo.

—¿Y tú tía?

—Se durmió, me dejó dormir con ella, pero yo quería estar contigo por eso me bajé a esperarte.

—Ya es tarde, bebé—Subí las escaleras con ella y llegamos a mi habitación, la dejé en mi cama y fuí al baño a darme una ducha.

Tenía que descansar, está semana no me había podido dormir en paz.

Me duché, arreglé mi cabello y me puse la pijama, salí del baño frotándome los ojos y Emily estaba saltando alegremente en la cama.

—Hija, tenemos que dormir. Mami estuvo muy ocupada hoy.

—Pero yo quiero jugar—Me hizo un puchero y se bajó de la cama.

—Mañana podremos jugar, hoy no. Ya es tarde.

—Pero mamí…

—Emily, no.

Se quedó en silencio y se acostó en su lado favorito de la cama, recogí su cobija y la puse en los pieceros. Me acomodé a su lado intentando abrazarla, pero puso en la mitad de ambas su peluche.

Estaba enojada.

Me dió una última mirada furiosa y se volteó dándome la espalda. El carácter de Emily era tan explosivo, unos minutos podría estar hablando contigo y siendo la niña más dulce, y luego estaba acribillandote con la mirada mientras hacía la ley del hielo.

Varias veces que la veía así quería descubrir quien era su padre, pero, me daba miedo la respuesta. No quería a Emily cerca de Nate, me daba pavor pensar que podría hacerle a mi hija.

Mi embarazo fue una etapa de felicidad, pero también de muchos temores y preguntas. Todos los días me levantaba pensando en si Nate volvía ¿Qué sería capaz de hacer? Tuve pesadillas en los primeros cuatro meses de gestación, sentía que el me estaba viendo y que estaba cerca de nosotras. Me aterraba aún.

Leah me insistió en denunciar, pero con toda la influencia que tenía el en Estados Unidos, sabía que perdería todo, por eso no me arriesgué y me fuí del país. Él abusó sexual dejó algunas secuelas en mi, pues a veces tenía pesadillas, me aterraba comenzar una relación amorosa o quedarme a solas con un hombre en cualquier lugar, sentía que iba a aprovecharse de mi.

Por eso estos cuatro años no intenté conocer a nadie, porque no quería, ni me importaba estar envuelta en lios amorosos.

Cerré mis ojos lentamente sintiendo el cansancio por mi cuerpo, hasta que un pequeño cuerpo se montó encima de mí abrazándome.

—Emily…—Susurré intentando quitarla.

—Quiero dormir así, tengo miedo, mami.

—¿De qué tienes miedo? —Acaricié su cabeza y ella se acomodó más en mi pecho.

Desde que nació se acostumbró a dormir en mi pecho, a veces venía y amanecía encima de mi, otras veces no quería dormir así.

—No sé—Susurró débilmente y soltó sus manitos de mi cabello.

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