Capitulo 25

335 32 3
                                    

Abigail

Había pasado un mes desde que Leah había tenido a Isabella y se encontraba mejor que nunca, Isabella era una bebé muy tranquila y sus padres la amaban con todo el corazón. Me alegraba por ellos, porque su relación había mejorado aún más desde el nacimiento de la bebé y eso era un avance muy grande para ellos.

Por otro lado, mi embarazó iba de maravilla, mi bebé estaba creciendo con normalidad y de hecho venía con más peso de lo acordado según la ginecóloga. Me alegraba saber que iba a tener un bebé sano.

Me levanté del sofá con cuidado e intenté caminar hacia la cocina, pero ya estaba cansada con esos simples movimientos. Yo sabía que en cualquier momento mi bebé vendría a conocer el mundo, y yo aún no estaba lista para dar a luz nuevamente.

Era chistoso, pero si.

Me sobé el gran vientre que tenía y fuí por el vaso con agua y lo dejé caer al suelo sintiendo una punzada en mi vientre.

Esto no tiene porqué pasar todavía, yo no estoy próxima a dar a luz.

Me toqué con fuerza la pelvis y sentí como algo tibio bajaba por mis piernas, bajé la vista con terror y la sangre bajaba con lentitud, las lágrimas empañaron mis ojos y comencé a buscar mi celular con nervios.

No podía perder a mi bebé, yo no quería experimentar eso.

Le marqué a Landon y sollocé del dolor apretando con fuerza el mesón de la sala.

—Hola, dime…

—Necesito que vengas por mi Landon, estoy sangrando y creo que puedo perder el bebé…

—Ya salgo para allá.

—Por favor rápido.

Los dolores comenzaron a ir y venir cada que me quedaba quieta, eso quería decir una sola cosa; él ya quería conocerme.

La puerta de la entrada comenzó a sonar y caminé hacia ella con delicadeza, abrí la puerta y Landon me recibió en sus brazos no dejándome tocar el suelo.

—La pañalera está en la habitación—Susurré quejándome.

—Te dejaré en el auto y voy a buscarla.

Me llevó hacia el auto y me dejó en la parte de atrás, tomé aire repetidamente sintiendo la presión en mi cadera cada vez con más fuerza.

Eran dolores de parto que había experimentado hace cinco años, por dios.

Landon llegó con la pañalera y la dejó a mi lado, me removí incómoda en la silla del auto y cerré los ojos suspirando profundamente recordando cómo eran los ejercicios que había aprendido cuando iba a tener a Emily.

—Ya vamos a llegar al hospital.

—Que sea rápido por favor.

—No te preocupes.

Las contracciones iban y venían cada vez que yo le acomodaba en la silla, no quería parecer una loca, pero estaba sangrando y eso no era normal para tener un bebé.

Ahora quería que alguien pusiera fin a mi dolor.

Cuando sentí el auto quiero, supe que habíamos llegado al hospital.

Landon me cargo fuera del auto y las enfermeras enseguida pasaron la camilla, él me posó ahí y a una de ellas le entregó la pañalera de Benjamín.

—Más tarde podrá pasar, señor. Por ahora tiene que esperar a su esposa aquí.

—No es mi esposo—Sollocé del dolor.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora