Capítulo 7

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Abigail

¿Por qué le seguía haciendo un baile a mi jefe?

Es más, ¿Por qué él no se quitaba?

Me alejé poco a poco bajo su atenta mirada, quería irme de aquí, cambiar de habitación, no quería verlo, dios.

Tropecé con alguien a mi espalda y me giré para ver quién era.

David.

—Estamos por comenzar la sesión espiritual, ve hacia allá —Me enseñó un lugar apartado donde estaban todas las personas—. Iré por Maxim.

—Okey.

Caminé hacia donde estaban reunidos y me senté en el cojín que estaba en la arena, a mi lado había otro desocupado, pero no le presté atención, no quería saber quién se iba a sentar a mi lado.

Todos estábamos reunidos y una chica de bata blanca estaba de pie frente a nosotros.

—¿Ya estamos todos reunidos? —Preguntó con una sonrisa.

—No. Falto yo—dijo mi jefe tomando asiento a mi lado.

¿Es enserio?

—Bueno. Ahora todos estamos reunidos—Sonrió hacia mi jefe—. Soy Alisha Woods, guía y consejera espiritual, estoy aquí para hacerlos pasar un rato agradable.

Sonreí al verla tan alegre y observé de reojo a mi jefe, que estaba serio, sin expresión alguna.

—Lo primero que vamos a hacer es levantarnos y tomarnos de la mano con nuestro compañero de al lado.

Ay señora, ya habíamos comenzado mal.

Todos lo hicieron, y yo suspiré esperando que Maxim diera el primer paso. Demoró unos segundos, pero tomó mi mano.

—Ahora, mi compañero va a repartir algo de vino, quiero que ambos lo tomen y lo sostengan un segundo.

Efectivamente el chico pasó por nuestro lado, y ambos tomamos una copa.

—Quiero que se pongan frente a frente, y le den a su compañero un poco de vino.

Genial, tenía que darle vino como los recién casados.

Estiré mi mano con la copa hacia su boca y él también hizo lo mismo. Bebiendo vino a la vez, tenía un sabor diferente, nunca lo había probado, tal vez.

Observé las facciones de Maxim, y estaba serio como siempre.

Terminamos de beber y el chico pasó por nuestros puestos recogiendo las copas. En ese momento solté la mano de Maxim y me puse firme mirando a Alisha.

—Acaban de beber mi nuevo vino, que sirve para relajarse y poder comenzar con la sesión—Le dió un trago a su vino y le dió la copa a su asistente—. Quiero que cierren sus ojos y respiren lentamente.

Hice lo que pidió, pero abrí mi ojo para ver a Maxim, que también tenía los ojos cerrados. Volví a cerrarlos y respiré como ella lo decía.

—Ahora quiero que comiencen a imaginar el momento más feliz que hayan vivido. Que siempre recuerden con una sonrisa.

Regresé mi mente al día que nació mi hija y sonreí, recordando.

Sentía como mi cuerpo comenzaba a tensionarse y respiré profundo tomando la mano de Leah, que estaba sonriendo con nervios a mi lado.

—Siga pujando señora Clark.

—No puedo…—Suspiré agotada—. Ya no puedo.

—Si puedes, Abby. Sigue pujando, ella te tiene que conocer—Animó Leah limpiando mi sudor.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora