Abigail
Maxim había llegado de la oficina y comimos los tres en el comedor, él jugó con Emily el resto del día y se quedaron jugando en el jardín sin decirme nada.
Observé por la ventana como venía él con mi hija en sus brazos profundamente dormida. Ella escondía su cabeza entre su pecho y le agarraba la camiseta fuertemente. Era una escena conmovedora, dónde realmente supiéramos todo.
Está tarde me tomé el tiempo de ir al laboratorio con muestras de cabello de Maxim y la saliva de Nate. Desde que habíamos dormido juntos me encargué de tomar uno que otro cabello de él, se los arranqué de raíz y los guarde en una bolsa plástica.
Con Nate, esperé que se tomará el agua que había pedido y con un hisopo me encargué de pasarlo por dónde había puesto su boca y dónde claramente estaría el ADN. Las llevé al hospital y me dijeron que en una semana tendría listos los resultados.
Me encontraba nerviosa, pero era algo que tenía que hacer tarde o temprano para estar bien conmigo misma y poder intentar cambiar un poco la vida de Emily para que no sintiera el vacío de no tener a su papá cerca.
Estaba haciendo feliz su infancia, para poder sanar la mía.
—Creo que es hora de dejarla en su cama—Me la señaló.
—Vamos a acostarla. Por lo general cuando está dormida y se levanta siempre buscando a la persona con la que se durmió.
—¿Es decir que ella va a llamarme? —preguntó incrédulo.
—Aunque no lo creas, es así. Vamos.
No era mentira, cuando Emily se acostaba así en los brazos de otras personas siempre que se levantaba asustada llamaba a la última persona que vió. A veces era Leah, yo o su maestra.
Subimos las escaleras y entramos. A la habitación que Maxim mandó a decorar perfectamente para ella. Me acerqué a la cama acomodando todo y él la puso allí con sumo cuidado. Menos mal ya tenía el pijama puesto porque estaba emocionada con las princesas que tenía dibujadas la ropa.
La arropé hasta la cintura, le dí un beso en la frente y encendí la lámpara que tenía en la mesa de noche para que cuando se levantará en la noche no tuviera miedo.
Me dí la vuelta y me encontré con Maxim cerrando las cortinas de la pequeña habitación rosa, le hice la señal de silencio con el dedo en los labios y salimos de allí sin hacer ruido.
Fuimos a nuestra habitación y cerré con seguro comenzando a desvestirme, mañana teníamos que madrugar los tres, Emily para el jardín y nosotros para la oficina.
—¿Cómo te fue hoy? —Pregunté quedando en bragas y sostén.
—Un poco estresante, ya sabes cómo se ponen los inversionistas—Se acostó en la cama solo en boxer y comenzó a mirar su teléfono.
—¿Tienes mucho estrés? —Susurré comenzando a caminar hacia la cama también.
—Un poco todavía.
Me metí subí a la cama y comencé a gatear en medio de sus piernas, le dí dos besos en la pelvis y bajé su bóxer por completo, la perfecta erección salió al aire y comencé a acariciarla con la lengua.
Subí la mirada hacia Maxim, y lo encontré con los ojos cerrados. Estaba disfrutando lo que le estaba haciendo.
Puse mi mano en su polla suavemente y la metí en mi boca comenzando a chupar descaradamente mientras movía mi mano de arriba abajo. Le hice círculos en la cabecita y me lo metí hasta el fondo abriendo mi garganta para recibirlo por completo, los gemidos que soltaba eran varoniles y se sentían bien, me encantaba escucharlo.
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Destinos Cruzados
RomanceAbigail Clark es una chica con una vida común y algo aburrida, pues, es soltera, vive sola y tiene un trabajo de empleada doméstica con el que puede sobrevivir. Por el momento. Una noche su mejor amiga decide llevarla a una de las discotecas más lu...