Capítulo 22

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Maxim

Por fin había pisado tierra firme en Gardenia, quería estar con Abigail.

Salí del aeropuerto y en el coche observé el anillo que tenía guardado en el cofre y sonreí. Me sentía listo para dar este paso después de tanto tiempo.

Mi madre me había llamado antes de viajar y me avisó que tenía a Emily para darnos más tiempo a solas a nosotros dos, ella ya sabía más o menos cuales eran mis intenciones el día de hoy,

Llegué a la mansión y los de servicio me ayudaron con las maletas, la casa se escuchaba en silencio.

¿No estaba?

La busqué por el jardín, la cocina y no estaba en ningún lado.

Subí las escaleras llegando a nuestra habitación y abrí la puerta esperando encontrarla allí, pero encontré algo más ahí.

Ví en el suelo la ropa que yo le había mandado a traer antes de irme de viaje, y al otro lado de la habitación la ropa de Nate.

La rabia en mi pecho se sentía como lava, me estaba quemando por dentro, no sabía qué hacer. No había visto la cama por no querer tener esa imagen en mi cabeza, pero tuve que poner los ojos allí para ver la maldita escena que quedaría marcada en mi cabeza por siempre.

Nate estaba dormido removiendose en mi cama y Abigail descansaba en su pecho como si él fuera su lugar seguro. Justo como lo hacía conmigo.

—¡Maldito hijo de puta! —Grité con rabia sacando a Nate de mi cama.

No dijo una sola palabra, simplemente se levantó y comenzó a ponerse su ropa mirándome con burla.

—Tuve lo que tanto querías, por fin te gané en algo.

—¡Cállate, imbécil! —Lo levanté de la camiseta y lo estampé contra la pared.

—Ya entiendo porqué estás tan enamorado de ella—Sonrió—. Con el pasar de los años se ha vuelto una diosa en la cama.

—Era mi mujer, idiota—Le dí un puño en el rostro.

—Pero fué mía antes—Contestó.

Lo agarré con más fuerza tratando de meditar lo que había acabado de decir.

—¿Qué estás…

—Fue mía antes que tuya, la conocí primero que tú y esa hija que tiene ¡Es mi hija! —Gritó en mi cara y lo solté mirando a Abigail que estaba comenzando a levantarse.

Es decir que ellos ya se conocían, el día que ella se puso rígida al ver a Nate en la empresa lo había confirmado todo.

Dejé a Nate a un lado y me dirigí hacia la cama sacando a Abigail a la fuerza, estaba desorientada, pero por mi enojo ella ya sabía que yo los había descubierto.

Estaba completamente desnuda y eso me hizo arder más de rabia, quería matarlos a los dos, pero sabía yo que no sería capaz de ponerle una mano encima nunca.

—Maxim…—Susurró intentando agarrarme, pero no la dejé.

—¡Los dos son unos malditos traicioneros!

—Puedo explicar qué fue lo que pasó—Aseguró ella poniéndose la sábana alrededor de su cuerpo.

—¿Qué quieres explicar? —Le señalé la habitación—. No hay nada que explicarme, no te preocupes, yo mismo me di cuenta de todo a tiempo.

Ella se levantó de la cama con rapidez, pero sus piernas fallaron en un intento de venir a tocarme. Se quedó en el suelo mirando sus pies y yo regresé hacia donde Nate.

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