Capitulo 8

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Abigail

Después de que Maxim se fuera todo alterado, me quedé en la cama esperando que llegara, pero fue en vano, él nunca vino y no sé porque guardé la esperanza de que regresará a mi lado.

Él nunca podría olvidar a la mujer que mencionó, y yo pensé que nuestra historia sería como las novelas donde él nunca podría olvidar a la chica con la que estuvo esa noche loca de tragos.

Dios, Abigail. Eres tan ingenua, y boba.

Aún con una hija, seguía creyendo que la vida era color de rosa, pero creo que solo en mi cabeza.

Hoy me levanté algo desanimada con un vacío en el pecho, no sé si era por lo que había pasado anoche con maxim o simplemente nervios de la reunión. Porque algo dentro de mi decía que hoy sería un día lleno de muchas cosas.

Salí a la terraza a tomar el desayuno y a responder mensajes de Leah que me decía que Emily estaba bien en el jardín y que me extrañaba mucho. Quería estar con mi hija viendo alguna película infantil mientras me hacía trenzas en la cabeza.

Tal vez cuando regresará consideraría buscar otro trabajo que me permitiera estar más con mi hija. Ahora solo la llevaba al jardín y cuando regresaba a casa ya estaba dormida, odiaba esto.

Escuché la puerta de la habitación abrirse y no me inmute en asomarme, sabía quién era.

Maxim caminó hacia donde yo estaba y me puso en la mesa tres cajas de pastillas del día después. Dios, que hombre.

—Anoche alcanzamos a tener algo de sexo, quiero que te las tomes, no quiero ningún error.

—¿error? —Pregunté extrañada.

—Si, no quiero hijos ni contigo ni con nadie. Entonces necesito que te tomes eso.

—Claro que no voy a tomarme nada, porque para eso me cuido de no quedar embarazada de imbéciles como tú —Rodé los ojos dejando las pastillas de lado.

—Eso espero, no quiero que en unos meses haya una sorpresa porque no voy a responder por algo que nunca quise.

Me estaba colmando la paciencia.

—Sabes que, mejor vamos a la reunión, se nos hace tarde—Me levanté de la silla y comencé a buscar mis cosas.

Salió primero que yo, y ambos nos subimos al carro en silencio, después de llegar a la empresa fuimos a la sala de reuniones donde estaban, David, Matteo un joven parecido a matteo y una mujer de cabello rubio cabizbaja mientras veía sus carpetas.

—Hola, bienvenidos. Tomen asiento—Sonrió la mujer, y observé su rostro cansado lleno de ojeras.

Tal vez Matteo también la ponía a trabajar duro como Maxim hacia conmigo.

Nos sentamos en la mesa y el joven de quedó de pie frente a nosotros.

—Soy Christopher, hermano de Matteo y está es mi primera presentación con socios internacionales—Sonrió sin dejar de verme, me estaba poniendo nerviosa.

—Bueno, entonces comencemos—Dijo Maxim abriendo su carpeta.

Y así fue como comenzó una de nuestras primeras reuniones, durante toda la charla Cristopher no me quitó los ojos de encima, y me sonreía cada vez que tenía oportunidad. No le dije nada, ni me inmute en devolverle las sonrisas, estaba enfocada en otra cosa.

Por otro lado, la asistente de Matteo estaba algo rara, había tomado asiento lejos de nosotros y no dejaba de tocarse los pechos disimuladamente. Lo mismo que hacía to cuando se estaban comenzando a llenar de leche, pero no creía que estuviera dando pecho.

Destinos CruzadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora