Capítulo 03

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—Ya tengo los resultados —avisó Korsak al entrar en el salón de conferencias, el cual se les había asignado por el teniente para llevar todo lo relacionado con el caso—. Nada que podamos usar. —Tiró la carpeta sobre la mesa y se sorprendió al alzar la mirada y ver a su compañera aún sentada al final de la mesa—. ¿Qué haces aquí?

—Trabajando.

—Cavanaugh te dio el resto del día libre.

Jane se rio entre dientes y siguió leyendo los documentos que tenía enfrente como si no hubiera escuchado nada. Korsak miró a Frost que se sacudió de los hombros antes de agarrar la carpeta que había sido tirada y comenzó a leer su contenido.

—Fue una orden, Jane. Mírate, estás con la misma ropa de ayer.

—Creo que es la misma blusa que tenía puesta el sábado. La misma del viernes —añadió el joven detective sin apartar la mirada de los papeles.

Jane cerró su carpeta con un suspiro y cruzó los brazos sobre su pecho, mirando a sus compañeros. Algo tenían de razón porque ni siquiera podía desmentir lo que Frost estaba diciendo; por el simple hecho de que no recordaba. No recordaba siquiera lo que había desayunado ese día. ¿Había desayunado?

—¿No deberían estar poniendo más atención a la poca información que tenemos en vez de mi vestimenta?

—Precisamente porque no tenemos mucho lo podemos hacer nosotros dos. Y este es un caso delicado, tú...

—Detente ahí. —Se levantó de la silla y lo miró seria—. Es por eso que debo trabajar. Necesito... —Se mordió el labio al ver que la puerta se abrió y el teniente se asomó para decir algo, pero se calló al verla y sus labios formaron una fina línea.

—Rizzoli, ¿Qué haces aquí? —cuestionó.

Korsak se sentó al otro lado de la mesa, moviendo la cabeza negativamente. Jane había sido la compañera más cabezota que había tenido, pero eso también la había convertido en una de las mejores detectives en Boston.

—Trabajando, señor —respondió y miró a sus compañeros de reojo; podía sentir sus miradas sobre ella.

—Su turno terminó hace más de tres horas y creo no haber olvidado haberle dado el día libre.

—Pero, señor...

—Es una orden, Rizzoli. Y mañana lo tienes libre también.

Jane estuvo a punto de protestar pero la mirada que recibió de parte de su jefe no le dio chance a hacerlo. Con un gruñido frustrado agarró su chaqueta y salió del salón.

—Así que te dieron el día libre —dijo su madre con una sonrisa en los labios y un tono preocupado. Angela le ofreció un perro caliente y se sentó a su lado en el banco de metal.

—Ujum. —Le dio una mordida al perro caliente, con el ceño fruncido.

—El aire fresco te hace bien, pero deberías dormir un poco más —aconsejó, mirando el reflejo de los árboles sobre el lago—. Aprovecha este tiempo que te dieron para recargar las energías. Así tal vez puedas pensar con más claridad.

El Jardín Público de Boston era uno de los lugares preferidos de Jane. Allí había tenido muchos fines de semanas familiares que nunca olvidará; formaban parte de sus recuerdos más felices durante la niñez. Ese lugar la tranquilizaba. Le daba la paz que tanto necesitaba en esos momentos.

—Lo haré, Ma. —Se limpió la comisura de los labios y cerró los ojos por varios segundos, sintiendo la frescura del atardecer.

—Jane.

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora