Capítulo 16

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Jane se giró pausadamente sin poder creer sus oídos. Sus labios se separaron y abrió los ojos desmesuradamente cuando la vio.

—¿¡Maura!? —exclamó sobresaltada y luego adoptó un tono suave, prácticamente conteniendo el aliento—. Maura...

La rubia sonrió y Jane permaneció inmóvil en el lugar. Estaba segura de que estaba soñando porque Maura estaba en Nueva York y la mujer sosteniendo la rienda de un hermoso caballo blanco no podía ser real. Los dos no podían serlo. El caballo era perfecto, completamente blanco y muy bien cuidado, pero Maura con unos pantalones de montar beige, botines altos de cuero y una blusa de mangas largas que parecía una segunda piel era igual o más perfecta.

—Feliz cumpleaños, Jane. Este es mi regalo para ti.

"Es real", pensó al escucharla.

Maura intercambió su peso de un pie a otro, inquietándose por el silencio. Tal vez Frankie y Angela tenían razón y todo esto había sido una mala, mala idea. Los dos le habían advertido que a Jane no le gustaban las sorpresas.

—Estás aquí —dijo entonces, y Maura asintió ligeramente—. No estás en Nueva York...

Maura se mordió el labio inferior al notar que volvió a quedarse callada. Todo había sido un gran error y tenía que disculparse.

—Jan... oh. —Soltó la rienda del caballo por la fuerza del inesperado abrazo. Jane la abrazó, escondiendo su rostro en la bufanda roja que protegía el cuello de Maura.

Los brazos de Maura la abrazaron cuando se recuperó de la sorpresa.

—Perdona... —se disculpó con un tono aterciopelado y se separó lentamente—. Todo esto... tú... me ha tomado por sorpresa. Estoy sin palabras. —Se cubrió la boca con una mano, mirando los dos caballos y luego a Maura, que le ofrecía una gran sonrisa—. Estás aquí —esta vez lo dijo con más seguridad, riendo como una adolescente que acaba de recibir el mejor regalo posible.

—Espero que te guste. —Hizo un ademán hacia el caballo—. Es tuyo por esta tarde.

—Maura... no sé qué decir. No sé cómo agradecerte.

—Cabalga conmigo. Es lo único que podría pedirte. —Retomó la rienda del caballo blanco a su lado, sonriendo al ver cómo Jane apenas podía contener su emoción.

—Pensé que nunca habías cabalgado, pero estás más preparada que yo. —La miró de arriba abajo.

—Nunca lo he hecho. Los dueños del rancho me dieron una lección en la mañana, y esta ropa la compré hoy.

Jane la miraba paulatinamente. Maura se recogía el cabello en una coleta, y un mechón se escapó, pero parecía no molestarle. ¿Por qué había hecho todo eso? ¿Solo por ella? ¿Solo por su cumpleaños?

—Listo —anunció Maura y subió al caballo con tal agilidad que dejó boquiabierta a la morena.

—¿Estás segura que solo tuviste una lección?

Maura se echó a reír.

—No podría mentirte.

—Eso me has dicho —dijo Jane mientras montaba el caballo—. Me hubieran dicho y así podría haberme vestido mejor para la ocasión —murmuró, subiendo un poco su pantalón de traje para hacer la posición más cómoda.

—Entonces no hubiera sido una sorpresa. ¿Estás muy incómoda?

—No. Ya bien —dijo en voz baja, acariciando la cresta de su azabache—. Es tan hermoso.

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora