Capítulo 31

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La semana había comenzado con una nota agridulce. Cinco años en esa oficina y todo había terminado en tres cajas de cartón. Estaba emocionada por ver lo que el futuro le deparaba, pero también sentía un poco de incertidumbre que la inquietaba. Nunca le había temido al cambio...

—¿Necesitas un momento?

Maura se giró para mirar a Ella que sostenía la última caja blanca en sus brazos. Negó con la cabeza y recogió su abrigo, mirando el espacio vacío por encima del hombro antes de cerrar la puerta detrás de ella.

Ella se ofreció para conducir. Primero irían a recoger a Constance para llevarla al aeropuerto y luego llevaría a Maura a almorzar. Apenas había estado en el aeropuerto la tarde anterior cuando llegó de Boston y, mientras veía a su madre y Ella abrazarse, se dio cuenta de que comenzaba a odiar las despedidas. Se había girado para darles un poco de privacidad, y su mirada ahora estaba perdida en la pantalla con la información de los vuelos. Aún tenía la sensación de vacío que se había quedado en su pecho cuando se despidió de Jane, otra vez. Había pensado que en algún momento se acostumbrarían a las despedidas y no le tomó mucho tiempo para darse cuenta que era todo lo contrario: cada una era peor que la anterior y cuando estaba en Nueva York no podía esperar el momento de volver a regresar.

—¿Cuándo será tu vuelo? —finalmente preguntó mientras picaba del aperitivo y Ella sonrió porque había estado esperando por esa pregunta.

La mujer mayor se dirigió al mozo que se acercó con sus bebidas y le agradeció antes de dirigirse a la mujer sentada enfrente de ella.

—No tengo una fecha aún y necesito cuidar de Natalia por unos días. Creo que esperaré a que tu madre vuelva para la exposición de Navidad y entonces volveré con ella a Francia.

—¿Cómo lo haces? Las despedidas... —dijo y se quedó paralizada al percatarse que había dicho aquello en voz alta.

Ella apoyó los codos sobre la mesa, cruzando los brazos a la vez que un suspiro se escapaba entre sus labios. Era como si hubiera estado reteniendo aquel suspiro desde que se despidió de Constance.

—No se hace más fácil —confesó y Maura notó la sinceridad en su voz y su mirada—. Ya la extraño —dijo en voz baja con la mirada perdida en un rincón del restaurante. Los labios de la rubia se separaron, sorprendida por la confesión, pero antes de que pudiera decir algo Ella volvió a hablar cambiando el tema—. ¿Cómo te sientes ahora que dejaste tu trabajo? Sé que no tomas una decisión así de grande a la ligera.

—Lo he estado considerando desde que mi madre propuso la idea.

La sonrisa de Ella se amplió al recordar aquel día como si fuera ayer.

—Te dije que sus intenciones eran buenas. Me alegro que hayas tomado esa decisión, Maura. Tal vez sea prematuro decir esto, pero desde que me dijiste te he notado más relajada... aunque no se si se deba a eso o si cierta detective tenga que ver con tu cambio de humor —sonrió al escuchar que Maura se aclaró la garganta y evitó su mirada, apenada—. ¿Qué opinan tus compañeros de Boston? ¿Seguirás trabajando con ellos?

—De momento solo el teniente está al tanto. Y sí, seguiré asistiendo en el caso con los detectives.

—¿Jane no sabe?

Maura negó con la cabeza, mirando las manos que cruzó sobre su regazo para que dejaran de moverse nerviosamente.

—¿Por qué?

Maura pensó por varios segundos, sintiendo la mirada fija de la mujer.

—No sé...

Ella se apoyó en el espaldar del asiento, alzando una de sus cejas y Maura se pasó una mano por el cabello; un gesto que al parecer se le había pegado de la morena.

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora