Capítulo 30

127 13 1
                                    


Era la tercera vez que la alarma sonaba, y ninguna de las dos se había despertado. Jane gruñó cuando comenzó a sonar otra vez. Abrió los ojos y, aunque no quería, apartó el brazo que rodeaba su cintura. El aparato cayó al suelo por la vibración, y Maura se quejó en su sueño por el estruendo. ¿Por qué tenía alarma para un sábado?

—Oh, oh —susurró, pensando que se había roto al dejar de sonar.

—¿Qué fue eso? —preguntó Maura con voz adormilada.

—Creo que tu celular se romp... nop —Soltó un suspiro frustrado cuando la alarma comenzó a sonar otra vez—. Maur, por favor, detenlo. Estás más cerca.

—¿Hmm? —preguntó con los ojos cerrados, volviendo a quedarse dormida.

Jane la miró: el cabello dorado esparcido parcialmente sobre la almohada y la espalda desnuda. Por lo menos la alarma no era tan molesta como la de ella y podría aguantar unos segundos más escuchando ese abominable sonido. Maura se veía tan hermosa que le dio pena hacer que se moviera.

—Vale. Yo lo hago —se dijo más para sí misma mientras su mirada se enfocaba en el rasguño de uñas en la espalda de Maura. ¿En qué momento...? No. Mejor ni pensarlo, porque de solo recordar lo que estaban haciendo un par de horas antes, sentía que sus piernas comenzaban a temblar otra vez y un rubor cubría su rostro.

El celular estaba intacto.

Jane apagó la alarma, mirando la pantalla mientras la otra mano sostenía la sábana que protegía su cuerpo desnudo del frío.

—Maur, esto dice que tienes almuerzo con tu madre en... ¿media hora?

La rubia se sentó en la cama tan rápido que Jane no tuvo tiempo para procesar lo que había ocurrido.

—¿Qué hora es? —Sus ojos se abrieron como platos cuando Jane giró el aparato, mostrándole la pantalla.

—No, no, no. —Se puso de pie y frunció el ceño, deteniéndose de repente—. ¿Qué pasa?

—Nada. —Jane se relamió los labios mientras sus ojos descendían por el cuerpo desnudo enfrente de ella. Maura se miró a sí misma, notando su desnudez.

—Tengo que bañarme, Jane... —advirtió.

—No he dicho nada.

—No, pero tu mirada habla por ti.

—No sé qué estás insinuando... —dijo en voz baja, acercándose a ella.

—Jane... a mi madre le disgusta la tardanza.

—Entonces propongo que nos bañemos rápido y dejes de mencionar a tu madre por ahora, por favor. —Le guiñó un ojo, y soltó la sábana que cubría su cuerpo, cayendo a sus pies. Tuvo que usar todo su autocontrol para no reír ante la reacción de Maura.

—Rápido —advirtió y a Jane no le dio tiempo a responder cuando sintió brazos rodear su cuello, y labios apoderarse de los suyos.

—Como ordene.

Maura se rio entre besos, y soltó un grito ahogado cuando las manos de Jane rodearon sus muslos, alzándola del suelo.

—No te dejaré caer —aseguró cuando Maura cruzó sus piernas alrededor de su cintura, riendo nerviosa.


—Es aquí —avisó, sin dejar de darle vuelta a uno de sus anillos.

Jane asintió y estacionó el auto lo más cerca posible de la entrada. Maura estaba nerviosa.

—Estoy segura que entenderá si le explicas.

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora