Capítulo 10

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—Quería decirle que ha sido un honor poder trabajar con usted, Doctora Isles —tartamudeó, moviendo las manos nerviosamente hasta que decidió ocultarlas en los grandes bolsillos de su bata blanca—. Espero que se pueda volver a repetir, digo, si... —Maura la miró de reojo con una leve sonrisa, sin dejar de caminar a su lado—. Si regresa a trabajar con nosotros aquí —terminó de decir, maldiciendo mentalmente por su inhabilidad de formular oraciones congruentes.

—El placer ha sido mío, criminalista Chang.

—No sabe lo que significan esas palabras para mí —dijo en voz baja—. ¡Y me puede llamar Susie!

—Susie —dijo entonces.

—¡Chang! —La llamó un compañero de trabajo—. Te necesitamos para que revises los últimos resultados.

La criminalista intercambió una mirada entre el hombre y la doctora y sonrió apenada.

—La cafetería está aquí, doctora —le indicó, y Maura asintió aunque ya había visto el cartel—. Entonces... ¿Supongo que la veré en invierno para la convención anual? ¿Estará presentando algo?

—En efecto —confirmó.

Los ojos de la criminalista brillaron, y se despidió antes de seguir haciendo el ridículo. Maura entró en la cafetería, mirando hacia todos los lados. Todo lo que había comido de ese lugar había sido elegido por la detective. Sus ojos se clavaron en el menú mientras decidía cuál sería su almuerzo.

—¡Oh, Dios mío!

Maura escuchó a una mujer exclamar, pero siguió leyendo el menú. Tal vez un sándwich de pollo sería una buena elección; lo había disfrutado bastante cuando Jane le llevó uno... aunque la ensalada también había sido un deleite.

—Isles, ¿Maura Isles?

Volvió a escuchar la voz de la mujer, y esta vez dirigió la mirada hacia ella al escuchar su nombre.

—¿Sí?

Nunca la había visto, pero por alguna extraña razón, tenía algo que le parecía familiar. Maura se acercó al mostrador y aprovechó la cercanía para leer la etiqueta en el mandil de la mujer.

—¿Angela?

—¡Ay, perdón! No me he presentado—exclamó con una sonrisa enigmática.

—Soy Angela, la madre de Jane. Angela Rizzoli. Jane me ha hablado mucho de usted.

Maura se quedó rígida, sin poder formular palabra alguna. Nunca imaginó que conocería a la madre de Jane y mucho menos así, de improviso, o en el trabajo. No estaba preparada. La mujer la miraba con una sonrisa de oreja a oreja, y cayó en cuenta de por qué le parecía tan conocida; era la misma sonrisa que tenía Jane.

—Maura Isles —respondió instintivamente y se mordió el labio al sentir un burbujear de nerviosismo en su interior. Espera... ¿Había dicho que Jane hablaba mucho de ella? —. Pero usted ya sabía eso —dijo entonces.

—¡Siento como si ya la conociera! —Exclamó con entusiasmo y luego frunció el ceño—. Pero no me había dicho que estaba trabajando aquí.

—No lo hago; solo estoy ayudando con un caso. De hecho, es mi último día.

—Oh... De seguro por eso no me ha dicho nada. A Janie no le gusta hablar de trabajo y mucho menos de sus casos.

Maura sonrió; le gustaba cómo "Janie" sonaba, aunque tenía el presentimiento de que Jane se quejaría al escucharlo.

En ese momento entró un grupo de detectives que había llegado a conocer brevemente; reían y Korsak repetía su broma ganándose otra carcajada del grupo. Jane rio moviendo la cabeza de un lado a otro hasta que su mirada se detuvo sobre ella. El grupo de hombres continuó caminando, ajenos a cómo la sonrisa de Jane se fue desvaneciendo poco a poco cuando se dio cuenta de que su madre estaba hablando con ella.

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora