Capítulo 32

84 12 1
                                    


La tensión en el salón de conferencias se podía sentir en el aire como un gas denso. Todos estaban al borde de sus sillas, esperando alguna reacción de la detective. Cuando Cavanaugh le dio la vuelta a la pizarra blanca, Jane se quedó plantada en el lugar, sintiendo cómo su corazón se aceleró al ver la foto con el mensaje dirigido a ella.

Korsak y Frost se miraron entre sí y luego dirigieron la mirada al teniente, que estaba tan confundido como ellos. Se habían preparado para una reacción más agresiva, por así decirlo. La impasibilidad en la mujer era desconcertante.

—¿Sangre? ¿Lo escribió con sangre?

El teniente se aclaró la garganta antes de responder con un "Sí".

—Aún esperamos a los forenses para confirmar que la sangre sea de uno de ellos dos.

La mirada de Frost permaneció fija en el temblor de los puños cerrados de Jane. Se preguntaba qué era lo que estaba pasando por la cabeza de su compañera.

Jane se sentó porque ya no podía sostener su propio peso. Tenía que respirar conscientemente, inhalando y exhalando profundamente, como si estuviera al borde de un ataque de pánico. Sabía que en algún momento iba a regresar; ese tipo de asesinos nunca se detienen. Y aunque pensó haber estado preparada para cualquier cosa, el leer su propio nombre había hecho que su estómago diera un vuelco.

—Un momento —dijo y se puso de pie, saliendo de la habitación antes de que alguno de ellos llegara a preguntar si se encontraba bien.

La puerta del baño se abrió con un portazo, rebotando contra la pared, y el contenido de su estómago terminó en el inodoro. Cerró los ojos y se apoyó en la pared de azulejos, intentando controlar su respiración, ignorando el sudor frío que sacudía su cuerpo. Se lavó la boca y la cara, secándose con unas servilletas de papel, mirando su rostro en el espejo. Aquellas fotos habían sido suficientes para hacerla entender que el asesino era mucho peor que Hoyt. La obsesión que tenía y los mensajes que le dejaba eran cada uno peor que el anterior. La impotencia que sentía la hacía vibrar de los pies a la cabeza, y el solo pensar que sus seres queridos podrían estar en peligro por su culpa era suficiente para revolverle el estómago otra vez. Intentó peinarse con las manos lo mejor que pudo y caminó de regreso a la habitación.

Frost y Korsak abrieron la boca como si estuvieran a punto de decir algo. El lavarse el rostro no se había deshecho de lo rojo que su rostro y ojos habían quedado por vomitar. Sus dos compañeros cerraron la boca y dirigieron la mirada al teniente.

—Rizzoli...

Jane se mordió el interior de la mejilla. Ni siquiera podía objetar a la decisión que había tomado su teniente.

—En tu lugar hubiera hecho lo mismo —confesó, admitiéndoselo a sí misma a la vez—. Vuelve a ser como Hoyt... Solo tengo un pedido.

La mandíbula del teniente se tensó y asintió, escuchando.

—Aunque me saques del caso, quiero seguir al tanto de lo que está pasando. No quiero que sea como antes que no tenía permitido entrar aquí. Quiero seguir ayudándolos.

El hombre consideró sus palabras por varios segundos antes de contestar.

—Solo información, Rizzoli. No saldrás de aquí a las escenas de crimen. Nada de interacción aparte de esta pizarra —Señaló el objeto a su lado y Jane se mordió el labio, intentando contener su objeción.

—Será suficiente.

—Pensamos que sería buena idea hacer público que ya no estarás en el caso.

—Eso podría enojarlo más —refutó.

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora