Capítulo 28

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Angela salió de la parte trasera de la cocina, murmurando entre dientes y poniendo los ojos en blanco cuando se dio cuenta de que Stanley seguía hablándole. El olor a hamburguesas ya impregnaba su ropa para cuando el cocinero volvió del receso, y ella pudo regresar a la caja. A esa hora no había muchos clientes, al menos no como en las mañanas, pero para su sorpresa, había una persona esperándola. Angela sonrió de oreja a oreja y estuvo a punto de saludarla, pero se dio cuenta de que estaba tan absorta leyendo el menú que no notó su presencia.

La observó por unos segundos: las manos en los bolsillos de la bata blanca, el cabello recogido en una coleta (se había dado cuenta de que siempre lo llevaba así cuando hacía alguna autopsia) y el cansancio en su rostro, aunque el maquillaje lo disimulaba bastante bien.

Angela se aclaró la garganta al acercarse un poco más al mostrador.

-Maura, ¿lo mismo de siempre?

-Oh, Angela. Perdón, no me había dado cuenta de que habías regresado.

-Me di cuenta. -sonrió- ¿Ensalada de pollo y café con crema y dos azúcares? -Ante la mirada sorprendida de la doctora, añadió-: Es lo que Janie siempre pide para ti. Créeme que sé que esas ensaladas no son para ella -refunfuñó, y Maura no pudo evitar reír.

-Me gustaría probar algo nuevo, aunque sí necesito un café.

-El panini de pavo es delicioso o el croissant de jamón y queso. Nunca está mal un croissant.

-Entonces, el panini y el café -dijo, y Angela asintió mientras se giraba para servir el café-. Creo que también llevaré un rollo de canela y... -pensó si sería apropiado pedir un café para Jane a esa hora, aunque nunca la había visto rechazar uno sin importar la hora que fuera- ...un café negro.

Angela se giró alzando una de sus cejas sin poder disimular su curiosidad, colocando el café enfrente de la doctora.

-Dos cafés... -confirmó al colocar el otro vaso de café frente a ella.

-Es para Jane -soltó y, para su sorpresa, la mujer simplemente sonrió antes de volver a darle la espalda y buscar el resto de su pedido.

Angela lanzó una mirada hacia la única mesa en el costado de la pequeña cafetería que estaba siendo ocupada por dos policías. Los dos estaban muy concentrados en su conversación como para estar al tanto de ellas.

-Maura -llamó al devolverle la tarjeta de crédito y se acercó un poco más, apoyándose en el estrecho mostrador que las separaba. La forense alzó la mirada e instintivamente se acercó-. Quería... no sé si ya tengas algún plan para la semana que viene, pero quería... -Maura entrecerró los ojos, sorprendida al ver a la mujer mostrándose nerviosa por primera vez al hablarle- ...digo, si es que no tienes planes...

-Angela, no me ha dicho qué es lo que quiere.

-Perdona -rio nerviosa-. Me preguntaba si querías pasar el día de Acción de Gracias con nosotros. Claro, si es que ya no tienes planes con tu familia, lo cual sería entendible. Y no sé si Jane te ha dicho algo, pero...

-Angela -llamó, deteniendo aquel farfullo nervioso tan impropio de ella-. No celebro Acción de Gracias con mi familia desde la adolescencia.

Si fuera anatómicamente posible, la quijada de Angela hubiera terminado en el suelo.

-¿En serio?

-Mi madre suele estar en el extranjero en estas fechas, aunque este año estará en Nueva York con Ella.

-Entiendo...

-De momento no tengo planes para ese día.

-Pueden venir, si desean, o sea tu madre y Ella -ofreció y se frotó las manos nerviosamente-. Es que... Jane no quiere celebrar con el resto de la familia por... pues, la situación por la que está pasando y tampoco quiero que esté sola. ¿Me entiendes?

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora