Capítulo 09

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—Nunca más. —Era en lo único que pensaba, subiendo los escalones hacia la entrada principal.

Una punzada de dolor en su cabeza le cortaba el aliento con cada escalón que subía. Era consciente de que el 'Nunca más' sería pasajero. Una copa de vino era una de las pocas cosas que lograba relajarla después de un largo día de trabajo.

La última exposición de su madre sería en una galería nueva, cortesía de un gran admirador. El exterior del edificio era hermoso y si no fuera por los malditos escalones, su opinión sería mucho más positiva.

—¿Madre? ¿Ella? —llamó al entrar, deteniéndose por unos instantes, observando el caos organizado que había en el espacio. Varias personas se movían de un lado a otro; algunos se encargaban de las luces, pintura y otros de los cuadros. Para cualquier extraño aquello era un caos, pero ella era consciente que cada una de esas personas sabía exactamente lo que tenía que hacer.

—¡Maura! —exclamó Ella desde el otro lado del salón, haciéndole una seña con la mano para que se acercara—. Ven, tu madre está en la oficina.

—¿En la oficina?

—¿No crees que es estupendo? Estamos pensando en alquilar por el resto del año o tal vez comprarlo.

—Es el más cercano al centro de la ciudad y es realmente hermoso.

—Así es —respondió entusiasmada abriendo la puerta de la oficina.

Constance alzó la mirada de los papeles y la miró de arriba abajo cuando entró en la habitación.

—¿Qué te ha pasado? Te ves horrible. —Cerró la carpeta y dedicó toda su atención a su hija que se había sentado al otro lado del buró y quitado las gafas oscuras.

—No dormí mucho.

—¿Acaso tienes una resaca? —preguntó después de estudiarla detenidamente.

—Sí —admitió avergonzada, frotándose la sien.

—Pensábamos que ya no vendrías —comentó Ella.

—Pasé por el apartamento para tomar un baño. Siento mucho la demora, puedo ayudar con cualquier cosa.

—No sé si puedas hacer mucho en ese estado —murmuró Constance.

—Es solo una resaca, madre. No estoy incapacitada.

Ella no pudo contener una pequeña risa y se aclaró la garganta al notar la mirada seria de su jefa. Con un suspiro y una mirada divertida, Ella se sentó en el asiento adyacente al de Maura y cruzó las piernas, apoyando el mentón sobre su puño cerrado a la vez que su mirada se encontraba con la de Constance. Las dos miraron a la rubia que ahora portaba una mueca en su rostro.

—¿Pasa algo?

—Estamos esperando.

—No entiendo.

—A que nos cuentes. Te quedaste a dormir en casa de Jane y has llegado tarde con una resaca. Tú nunca llegas tarde y no recuerdo la última vez que te vi en este estado —explicó Constance.

—No tengo mucho que contar. Gabriel tuvo que viajar de imprevisto y la acompañé. Solo hablamos entre unas copas de vino.

—¿El esposo se fue de viaje? —preguntó Ella con un tono sorprendido.

—Es normal en su línea de trabajo.

—Señora Isles, necesitamos su opinión con la posición de la exposición A24 —dijo un joven que se asomó por la puerta—. Perdonen la interrupción —se disculpó tragando en seco al notar su falta de modales.

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora