Capítulo 33

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Frankie se detuvo, apoyando las bolsas en el suelo para respirar profundamente e intentar controlar su respiración entrecortada. Inhaló con fuerza, haciendo una mueca al sentir una gota de sudor resbalar por su espalda. Tres días con el ascensor deshabilitado eran inaceptables; tendría que tener otra charla con el propietario. Solo quedaban tres pisos más por subir, y ya empezaba a sentir una sensación de ardor muscular en sus piernas. No se encontraría maldiciendo mentalmente si no fuera por las malditas bolsas de compra que comenzaban a hundirse dolorosamente en la palma de sus manos.

—Ah, buenas noches, señora Davis.

La anciana apenas se asomó por la puerta, ojeándolo de pies a cabeza y deteniéndose momentáneamente en las bolsas que cargaba.

—¿Desde cuándo tienes perro?

Frankie se aguantó las ganas de poner los ojos en blanco y forzó una sonrisa; quería ser amable con ella.

—Es de mi hermana. Solo estará conmigo por un tiempo. ¿Hace mucho ruido? —preguntó, aunque era consciente de que el perro apenas ladraba y, si lo hacía, era muy improbable que lo escuchara a través de la pared.

La mujer negó con la cabeza y cerró la puerta, dejándolo desorientado hasta que se sacudió de hombros y siguió hasta la puerta, golpeándola como pudo; primero intentó con el codo y luego con el pie.

—Gracias por ayudarme —dijo con un tono sarcástico, y Jane lo miró ofendida mientras colocaba la última bolsa con vegetales sobre la mesa.

—¿Por qué dices eso?

—Te mandé un mensaje pidiéndote que bajaras para que me ayudaras con las bolsas.

—Ah. No tenía el móvil a mano. —Se encaminó hasta el sofá, notando que también lo tenía en silencio—. Lo siento. Hubiera bajado. ¿Eso es lo que creo que es?

—Sip. Tu comida china preferida. Y compré un Lo Mein grande solo para ti así no tendrás razón para quejarte.

—No sé de qué hablas. Nunca me he quejado por algo así —apenas pudo contener la sonrisa—, pero muchas gracias, Frankie.

—Bajaré por la caja de cerveza ya que no te veo buscándola —avisó, mirándola colocar las cajas con comida sobre la mesita de café enfrente del sofá.

—¡No sabía que había una para buscar! —gritó, a la vez que su hermano cerraba la puerta al salir.

Jane se sentó en el sofá, cruzó las piernas y miró a su perro, que se había sentado al lado de la mesita, olfateando la comida.

—Ni lo pienses porque ya te di tu comida —dijo, y el perrito la miró antes de subir a su lado del sofá, recostándose resignado como si la hubiera entendido. Jane sonrió y volvió a mirar la comida, sintiendo cómo la boca se le hacía agua.

El móvil sonó y Jane gruñó, pensando que se trataba de su hermano.

"Tienes razón. Esta cama es enorme para una sola persona".

Jane sonrió de oreja a oreja, sosteniendo con más fuerza el aparato en sus manos.

"¿Tan temprano en cama? Y suelo tener razón en muchas cosas ;)"

La respuesta llegó en menos de un minuto; no podía dejar de mirar los puntitos moverse mientras Maura escribía su respuesta.

"Madrugué y ha sido un día agotador".

Jane se mordió el labio inferior. Maura no tenía idea de cuánto deseaba estar con ella. Ya se estaba creando excusas para dar paso atrás con su decisión y correr hasta el loft para estar con ella. Frankie entró quejándose con la caja de cerveza sobre un hombro, y Jane terminó de escribir un mensaje para enviarlo con la foto de la comida frente a ella, antes de dejar el aparato sobre la mesita de café.

Tú y Yo (Tú mi Naturaleza y Yo tu Humanidad)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora