Prólogo

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Habían pasado años desde que Po se había convertido en el Guerrero Dragón. Cambio tanto que su padre el Sr. Ping dudaba mucho si se trataba de aquel joven que dormía hasta tarde y comía casi el cinco veces más que cualquier otra persona.

China había entrado en cierto tiempo de paz, el Imperio en toda su historia jamás volvería a tener la gloria que se vivía en ese momento. Esa era fue conocida como la era Dorada de China. Los cinco furiosos al tener bastante tiempo libre, usaban sus conocimientos y pasiones para seguir contribuyendo a la Valle de la Paz. Mantis abrió una pequeña escuela de Medicina para instruir a los jóvenes en el arte de la sanación. Mono se dedico a enseñar a niños Kung Fu y Grulla también se dedico a la enseñanza pero más bien a enseñarles a leer, escribir de modo que pudieran tener acceso a los conocimientos que el Maestro Oogway dejó. Víbora de vez en cuando regresaba a su ciudad para cuidar sus padres y por qué tenia la responsabilidad de su pueblo, aunque pensaba en cederle esa responsabilidad al consejo de Maestros al igual y como lo hicieron la familia Pavorreal con la ciudad Gongmen.

El Maestro Shifu tomo su lugar como el monje del Palacio de Jade, siendo el protector y guía espiritual del Palacio de Jade, hasta que llegara su momento o Po terminará su entrenamiento y fuera el quien tomará ese puesto. Al dejar de ser el Maestro del Palacio de Jade, Shifu dudo mucho en quien de dos de sus seis estudiantes debía ser el nuevo Maestro, por tradición tendría que ser Po, pero el no estaba listo, de modo que Tigresa fue nombrada como Maestra del Palacio de Jade.

Encargada de dirigir cada uno de los aspectos y de tomar las decisiones que competían al Palacio de Jade y el Valle de la Paz. Administraba cada recurso, material, financiero y humano, para lograr una estabilidad con todos y todo. Un trabajo bastante agotador, pero por el momento era lo mejor.

Po y Tigresa tenían la misma edad, pero mentalmente a Po le hacia falta madurar un poco más, era un buen líder, pero aún le ganaba el juego y la irresponsabilidad. Pero solo el tiempo y las experiencias de la vida los haría cambiar y convertirse en la mejor versión de ellos mismos.

El Maestro Shifu pasaba mucho tiempo meditando en el salón de los héroes, en alguna cueva o en el estanque de lagrimas sagradas en lo alto de las montañas. Los chicos con sus actividades casi no pisaban el Palacio de Jade y después de que Po dejó de viajar por China, regresó para encontrarse a una Tigresa tratando de no ser consumida por el estrés. Tigresa creyó conveniente comenzar a enseñarle a Po sus futuras funciones, de ese modo podrían repartirse las responsabilidades y el trabajo seria menos. Solo que en algunas ocasiones terminaban entrenando como los viejos tiempos cuando eran un poco más jóvenes.

Por unos meses pasaron cada día juntos, ya eran bastante cercanos, aunque en esta ocasión desarrollaron una intimidad diferente.

Todo comenzó en la cena que Po preparó para celebrar el año nuevo. Po había decidido no ir con sus padres y solo quedarse con Tigresa ya que ella estaría sola. En la cena hablaron del pasado, recordando como se conocieron, su vivencias y algo que les causaba mucho ruido a ambos. ¿Alguna vez se vieron como algo más como amigos?

Quien lanzo la pregunta sorpresivamente fue Tigresa. Po no sabia como responderle a esa pregunta. ¿Qué si alguna vez pensó en ella como algo más que su amiga? Siempre la admiro demasiado. Para el, Tigresa era la perfección del Kung Fu, no era la mujer más hermosa del mundo pero a sus ojos su belleza no podría compararse con la de nadie más y a pesar de su hostil temperamento, Tigresa era su gran obsesión.

- ¿Eso es un no?

- No, perdón, bueno no quise decir que no, solo digo que es un no al no ¿Entiendes?

Y Llegaste TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora