Capitulo 10. Guerrero Dragón

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La nueva rutina del palacio dejo ser muy agobiante, tener a los chicos en el palacio hacía que Shifu no tuviera tanto tiempo para regañar a Tigresa además que debido a su edad era más mucho más madura y podía controlar sus cambios repentinos de humor. Incluso se volvió casi la mano derecha de Shifu, teniendo responsabilidades acerca de la administración de los recursos del Palacio de Jade y del Valle de la Paz.

Ahora se había vuelto un lugar casi turístico para los curiosos interesados en saber de un sitio pausado en el tiempo, hogar de los famosos cinco furiosos y de los fideos más deliciosos de toda China. El restaurante del Sr. Ping recibía y alimentaba a cientos de turistas todos los días, era de admirar la cantidad de comida servida solo preparada por aquel hombre y su hijo. La mayoría que no los conociera dudarían que fueran padre e hijo, no se parecían en nada y aquellos que sabían que el Sr. Ping de pronto dio a conocer a su hijo lo único que podían pensar era que ese niño se parecía a una madre que jamás fue presentada como esposa del Sr. Ping, quizás era hijo de una hermana o prima del ser Sr. Ping que con la ley de hijo único tuvo que darlo a criar a alguien más. Cual sea fuera la situación podían jurar que Sr. Ping y el chico crío no era su hijo biológico. Aun así no era un tema relevante de conversación en el restaurante.

En una mañana ese chico regordete continuaba durmiendo a pesar de que pasaba del medio día. Todos sabían que un pueblo tan trabajador como el Valle de la Paz era sorprendente que alguien fuera tan perezoso, eso sí era una tema de conversación en el restaurante, todos los clientes locales desaprobaban como el Sr. Ping se mataba día tras día cocinando y su hijo durmiera más que cualquiera.

Siendo así como cada día, el Sr. Ping trataba de trataba de llamar a su hijo desde el restaurante, sin embargo ningún sonido podía despertarlo, solo la sinfonía de ronquidos le daban a entender que era inútil insistir antes del mediodía.

Dentro de lo más profundo del subconsciente de Po se le mostraba un sueño donde el mismo se veía como uno de los legendarios guerreros y maestros de Kung Fu más temidos y amados de toda China. No era extraño deducir que uno de sus más grandes deseos era convertirse en una persona como las que tanto admira, su gran anhelo del respeto y admiración por sus iguales lo habían llevado a vivir huyendo de lo que podría ser su realidad. Lamentablemente su sueño fue interrumpido en la mejor parte, donde pelearía junto a los cinco mejores guerreros del Kung Fu.

- Po despierta, llegaras tarde al trabajo.

- ¿Qué?

Un golpe en el suelo logró despertarlo finalmente del sueño más emocionante que había tenido en años. Aún con sueños se obligó a levantarse.

- ¡Po, despierta!

Conforme fue abriendo los ojos fue identificando su habitación desordenada, platos sucios en el piso, Cazuelas con restos de comida, algunas verduras y por supuesto no podrían faltar su mini colección de sus más grandes héroes. Incluyendo las figuras talladas a mano en madera de los cinco furiosos. A este punto ya se comercializaban juguetes oficiales que no podía costearse, eso no impidió que el siguiera detallando su trabajo artesanal, convirtiéndose en uno de sus más grandes tesoros.

- Oye Po ¿Qué estás haciendo allá arriba?

- Ah... Nada.

Reconociendo el llamado de su padre se levantó por completo saludando a sus figuras de acción con gran entusiasmo, sin percatarse de la vecina que se hallaba regando las plantas de su ventana. No era la primera vez que sucedía ese encuentro tan vergonzoso pero siempre era una manera distinta de incomodarse.

Po bajó rodando por las escaleras debido al no poder bajar los pequeños e incomodos escalones para su tamaño. Justo al caer a la planta baja donde se encontraba el restaurante de su padre.

Y Llegaste TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora