Capitulo 4

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- ¿Qué te mantiene despierto, Esteban?  – preguntó Antonio sentándose al lado del moreno.

- Mis hijos... Ojalá pudiera verlos, aunque sea una foto, hace tanto tiempo que no los veo, siento que mi memoria no puede guardar una imagen concreta de cómo eran y no consigo imaginar como están ahora…creo que me estoy volviendo loco – dijo el moreno tocándose el cabello.

- Es normal… hasta que tardaste mucho en quedarte – el mayor se rió levemente, mirando fijamente los profundos ojos castaños y apagados de Esteban – Con el tiempo perdemos la noción del tiempo y de cómo son las cosas ahí fuera, ¿recuerdas como es dormir en una cama de verdad?

- No, muchas cosas simples se han vuelto borrosas con los años.

- Oh bueno, en ese caso es por la edad, ¡viejito! – dice Antônio, tocando el hombro del menor.

- Muy gracioso toño, no soy tan viejo y lo que me quita el sueño es que no logré que ninguno mis hijos leyera mis cartas, intenté enviarlas a través de Inês pero la de Hugo está aquí intacta y la de Lucía, bueno, ella misma la tiró a la basura.  No sé qué más hacer para intentar acercarme a ellos.

- Es increíble que seas insistente y no te rindas, al fin y al cabo son tus hijos...pero quieres un consejo y este es tan bueno que hasta te lo podría vender si no fuera tu amigo...– suspiró Antonio.

- Si es tan bueno, lo quiero oír.

- La ira no dura para siempre y tu paciencia tampoco, son tus hijos y siempre lo serán, pero insistir con tanta valentía te ha lastimado demasiado;  No es que no lo merezcas.  Lo que hiciste a ellos es muy difícil de perdonar, sin embargo, hiciste tu parte, si ya no quieren tener contacto lo que tienes que hacer es respetarlos.  No eres tú quien sale lastimado, son ellos, es triste pero te ahorrará mucho sufrimiento, tanto para ti como para... - El mayor es interrumpido por un ataque de tos.  - ...para ellos.- termina de hablar un poco sin aliento.

- Yo… no sé si puedo, una de las únicas cosas que me mantienen vivo es insistir y esperar que algún día vengan a verme, aunque sea escupir toda la rabia que sienten en mi rostro.  Siento que si me rindo ante ellos... les estaré demostrando todo lo malo que ya piensan de mí.

- Tú eres el que sabe, pero dentro de una hora te cansarás de ser piñata de lo remordimiento de tus muchachos

- Tal vez, pero cambiando de tema, mejor cuéntame del abogado que contrató tu hija, ¿cuándo vendra a analizar tu caso?

- Todo indica que mañana, no tengo muchas esperanzas, pero Renata insistió en intentarlo una vez más.- respondió el peli gris suspirando profundamente para luego toser - Ya le dije que dejara de gastar dinero en eso, que no vale la pena pero la muchacha es testaruda como una mula, no me escucha.

- Ella te ama y te quiere bien. Has cumplido la mitad de la condena, conseguir tu libertad puede ser más fácil.  – dice Esteban alentando una mirada esperanzada a su amigo

- No lo sé, he soñado tanto con eso, que no creo que vaya a ir más allá de eso, un sueño.  ¿Y tú?, ¿Cuándo probarás el régimen abierto?

- ¿Con qué dinero?, sin mencionar que no cumplí ni la mitad de la condena, a menos que compre al juez, es una pérdida de tiempo intentar algo ahora.

- Quizás, pero llevo tanto tiempo aquí, que no sé qué haría si estuviera en libertad.  - dice Antonio levantándose inquieto.

- A veces también lo pienso, ¿quién le dará trabajo a un delincuente?, ¿Cómo empezar de nuevo desde cero?, sueño tanto con la libertad... pero no sé qué haría con ella.  No tengo nada que esperar, no tengo nada que esperar de la vida... esto me desespera.  – exclama la morena con la mirada perdida y los ojos llorosos.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora