Capítulo 39

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  Esteban corría rápido, estaba atrasado y ansioso por saber cómo había ido la conversación entre Márcia e Iñaki, pero cuando llegó a la oficina no encontró la pelirroja.  Suspiró frustrado, ya que no había ninguna cita en su agenda por la mañana, era extraño pero no imposible de ocurrir, decidió terminar el trabajo que estaba pendiente desde del día anterior para distraerse de su ansiedad por la llegada de Márcia.

   Y así siguió durante media hora, una hora, una hora y media, y ya no entendía por qué Marcia estaba tardando tanto y decidió llamarla por celular , que llamó varias veces, pero nadie contestaba.  La preocupación que ya sentía el moreno comenzó a hacerse más evidente, haciéndolo rebuscar en el diario de la abogada en busca de su dirección.

- Tiene que estar por aquí…- pensó irritado, cuando el teléfono de la oficina empezó a sonar y el pelinegro contestó prontamente al reconocer el número.

- ¡¿Marcia?!  ¡¿Sucedió algo?!  ¡¿Por qué no ha llegado todavía?!  – la bombardeó con preguntas, exasperado por la respuesta.

- Esteban...te necesito...- dijo con voz ronca y eso fue todo lo que pudo decir antes de romper a llorar, dejando a Esteban aún más exasperado.

- ¿Amor que pasó?  ¡¿Por qué lloras?!  ¡¿Donde estas?!  - volvió a preguntar, intentando contener su nerviosismo.

- Sólo ven, por favor,  tengo miedo... - dijo entre hipidos, intentando controlar su llanto.

- Lo haré, ¿sigues en el apartamento de Iñaki?  – preguntó tratando de mantener la calma, pero solo obteniendo la respuesta del llanto de la pelirroja, lo que le hizo empezar a temer por lo sucedido.

   El moreno volvió a buscar la dirección más rápidamente, sintiendo sus manos temblar con cada justificación que imaginaba de lo sucedido con Márcia, lo que lo ponía aún más nervioso;  y cuando finalmente encontró su dirección, el teléfono volvió a sonar.

- ¡¿Hola?!  – respondió rápidamente.

- ¡¿Papá?! Soy yo, Lúcia, quería preguntar si mamá está en la oficina.  ¡¿O si pasara algo?!  Iñaki dejó a Rafita conmigo anoche, pero ninguno de los dos ha venido a recogerla esta mañana.  – preguntó la joven dejando pensativo a Esteban – ¡¿Papá?!  ¡¿Estás ahi?!  – preguntó Lúcia a causa del silencio.

- Sí, estoy, bueno tu madre aún no ha llegado, algo debe estar resolviendo…- mintió el eslizón, no queriendo alarmar a su hija por algo no podía decir qué era - ¿Le pasó algo a Rafaela? ?

- No, no, por ella está bien, sólo que me pareció raro que mamá se olvidara de venir a recogerla y además porque necesito ir a trabajar y no puedo llevarme a Rafita.

- Bueno, déjala con tu tía Inês y luego le digo a tu madre que la recoja, no hay problema, ¡¿necesitas algo más?!

- No, fue solo que… ¡¿estás bien?!  ¿Pareces un poco nervioso?  – preguntó la joven.

- No pasó nada, solo tengo mucho trabajo… - respondió tratando de contener el nerviosismo en su voz - bueno, necesito volver a trabajar, adiós hija.

- Está bien, adiós papá.  – Lucía se despidió.

Esteban colgó y salió apurado, tan apurado que no se dio cuenta de que Iñaki lo observaba desde el inicio del pasillo, adivinando ya por qué tenía tanta prisa, con una sonrisa de satisfacción y regresó a su oficina, donde estaba Lucrecia; esperándolo.

- ¿De verdad crees que vas a salir ileso de esto?  Por mucho menos que eso, Esteban estuvo a punto de matarme con sus propias manos.  – añadió la mujer, sin mucha emoción, ajena a cualquier sentimiento.

- Me daría por satisfecho si lo intentara, sería un motivo para poner fin al régimen semiabierto y en relación a que ella me acusa de violación... bueno podría intentarlo, pero no podrá condenarme.  – dijo con una mirada triunfante.

- Si tú lo dices...

   Los minutos parecieron tardar una eternidad en pasar, así como las calles parecían interminables, la inquietud de Esteban hizo que el viaje fuera más largo de lo que realmente fue, pero finalmente llegó.

- Márcia...Márcia...- gritó desesperado sin recibir respuesta, mirando habitación por habitación, llamando a la pelirroja.

   El pelinegro ya no sabía qué pensar y cuando finalmente llegó a la habitación donde estaba Márcia, sintió que el mundo se derrumbaba en lágrimas que no se atrevía a derramar.  La pelirroja estaba sentada al borde de la cama, con el cuerpo medio descubierto, completamente sumergida en su dolor.

  Esteban la miró desconcertado, como si le hubieran cortado las cuerdas vocales, al no poder pronunciar palabra alguna ante lo que suponía que había sucedido.

- Márcia...- llamó con tono de voz ronco, tragándose las lágrimas y dando pasos lentos y cortos;  para no asustarla.

   La abogada retrocedió avergonzada, ya arrepintiéndose de haber llamado al moreno,  ella no dijo nada ni se movió de esa posición.  Esteban no se atrevió a decir en voz alta lo sucedido y ni siquiera intentó hacer hablar a la pelirroja, se sentía culpable, tan culpable como si hubiera sido él quien la hubiera dejado en ese estado.

- Soy yo, Esteban, no tienes por qué tenerme miedo... Estoy aquí para cuidarte – dijo lentamente, tratando de contener el nerviosismo en su voz, pero no lo logró.  – No tienes que decir nada si no quieres...solo asiente, así sé lo que puedo o no puedo hacer.  – instruyó Esteban, tratando de transmitir tranquilidad, y Márcia se limitó a asentir.

   Esteban intentó contener lo más posible la confusión de sentimientos que surgían en su pecho, aunque le temblaban las manos cuando recogió una bata que colgaba.

- Yo te cubriré... ¿Todo bien?  – preguntó temeroso, acercándose lentamente y la pelirroja asintió, pero no pudo evitar encogerse al sentir el contacto de las manos de Esteban, quien detuvo su acto tan pronto cuando se dio cuenta – Está bien… no voy a lastimarte, no necesitas decir nada, pero déjame cuidar de ti.  – Habló pacientemente, intentando que Márcia la mirara a los ojos, pero en cuando sus miradas se encontraron, la pelirroja enterró su rostro en el hombro del moreno y rompió a llorar.

   La abogada se aferró a Esteban con todas sus fuerzas y se permitió desahogarse.  Estuvieron unos minutos abrazados hasta que Márcia empezó a hablar entre sollozos;

- No lo podía predecir... todo parecía tan normal, incluso nuestras discusiones y... no sé muy bien cómo ni por qué... pero te juro que no consintí nada...- intentó justificarse sin romper a llorar.

- No necesitas explicarme nada, fuiste víctima de una cobardía terrible, trata de mantener la calma, por qué tenemos que ir a la policía, esto no puede y no quedará así, él puede ser tu marido, pero eso no cambia el hecho de que te violó.

-Solo quiero darme una ducha y eliminar cualquier rastro de lo sucedido…- dijo entre dientes, pasando de un estado de shock a uno de ira e impotencia.

- Lo entiendo, pero antes de que pases por los exámenes forenses no podrás, será incómodo pero es necesario.  – explicó el pelinegro, colocándole la bata.

- Me siento tan nauseada, no quería tener que pasar por esto... pero no hay manera, ayúdame a cambiar, me duele todo el cuerpo – se queja, tratando de levantarse.

- Claro, vamos... y Márcia, sé que es difícil responder eso pero... ¿te tomó por la fuerza bruta o te dopó?  Es que podemos intentar encontrar alguna evidencia, si caso te drogó.

- Me drogó, estoy segura... porque lo último que recuerdo de haber hecho antes de terminar aquí fue tomar una copa de vino... con él.  - respondió secándose el rostro con una mano y apoyándose en Esteban con la otra.

- Te voy a llevar al closet y voy a echar un vistazo a la cocina, a ver si hay alguna evidencia, ¿también se sirvió del mismo vino que te ofreció?  – preguntó el pelinegro, intentando pensar con claridad y no dejar que la ira se apoderará de su cabeza.

- Sí, sirvió dos copas, pero no recuerdo de haberlo visto beber... - respondió apoyándose contra la pared.

- Bueno, ya veré, ¿puedes vestirte sola?

- Sí, puedo, puedes ir...

- Está bien, llámame para cualquier cosa... - la tranquilizó y luego se fue.

  Esteban miró atentamente cada habitación, sintiéndose incómodo y con náuseas al pensar que Márcia había estado allí, caminó hacia la cocina y las copas aún estaban sobre la mesa, una vacía y la otra todavía llena, intacta.

- Me las vas a pagar, pinche cabron…- pensó , y rápidamente tomó un pequeño recipiente de condimento, lo lavó y le añadió un poco del vino de la copa, para guardar la muestra.

   No pasó mucho tiempo y regresó al closet, encontrando a Márcia ya vestida, pero completamente inmersa en sus pensamientos.

-¿Estás lista?  – preguntó desde la puerta, no queriendo asustarla.

- Sí, estoy... todavía no lo puedo creer, ocho años de matrimonio y nunca podría imaginar algo así.  – dijo desconcertada, con la voz entrecortada.

- Nadie imagina que el peligro pueda estar tan cerca, no te culpes y  de una cosa este segura, este desgraciado no se saldrá con la suya, ya ves... - mostró la petaca con el vino dentro - las copas aún estaban en la mesa y la de él, estaba intacta, debió haber puesto la sustancia en la botella.

- Él premeditó esto... que cobarde... recuerdo que le pedí que no... lo hiciera, pero estaba tan drogada que no tuve fuerzas para resistir...- intentó explicar sin estallar en lágrimas.

- No había manera de que pudieras defenderte, él fue un gran sinvergüenza y nada puede justificar lo que te hizo.  – aseguró Esteban.  – Ahora vamos, cuanto más rápido vayamos, más rápido terminará esto.  ¿Quieres traer algo de ropa?  Porque nunca volverás a este lugar.

- No quiero nada que me recuerde a este lugar, solo las cosas de Rafaela, ¿dónde está ella?  – preguntó preocupada.

- Se quedó a pasar la noche con Lúcia y le pedí que la llevara con Inês esta mañana.  No te preocupes, estará bien atendida, si es necesario puedo pedirle a Inês que se quede con ella unos días, ella lo entenderá.

- Creo que por hoy está bien, pero quiero a Rafaela conmigo, no quiero estar lejos de mi hija.

- Está bien, voy a hablar con Inés, ahora vamos... ven – dijo Esteban tendiéndole la mano a la abogada, quien rápidamente respondió y se dirigieron hacia la comisaría.







De ahora en adelante habrá actualizaciones más frecuentes, pero con capítulos más cortos, no me odiéis por el calvario que están pasando Márcia y Esteban, porque todo es parte de un buen final;  (o eso creo).  Deja tu voto, tu comentario y gracias por leer.

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