Capítulo 23

172 15 26
                                    

  La sonrisa de Esteban contrastaba con la de Antônio y ambos tenían un motivo en común para tanta felicidad.

- ¡¿Eh, se fue de aquí con cara de difunto y regresó como un yerno que enterró a su suegra?!  – bromeó Antônio, cuestionando la felicidad de su amigo.

- ¡Se aprobó, SE APROBÓ EL  RECURSO! - gritó Esteban, sin poder guardarse más la noticia.

- No lo puedo creer, FELICIDADES HIJO MÍO – felicitó Antônio, corriendo para abrazar al pelinegro - Ahora ya no estaré tan preocupado por ti, muchacho.

- ¡¿Y por qué estarías preocupada por mí?!, no me digas que...

- Mi audiencia ya está programada, estoy a un paso de la libertad condicional – dijo el hombre mayor con ojos cristalinos, emocionado.

- Felicidades toño – Volvió a abrazar a su amigo – por fin, después de quince años, tu hija debe estar encantada.

- Sí, puedes creerlo, la suerte nos sonrió a los dos… ¡pero el proceso fue rápido, ¿no?!- preguntó el peli gris, sentándose en la cama.

- Sí, Márcia y yo pensamos lo mismo, no sé por qué ni quién, pero mi proceso fue ultrarrápido.  Márcia dijo que normalmente tarda meses y el mío tardó tres semanas, es muy extraño pero no sé, ¿Será que cometieron algún error en el sistema?  No sé, ¿confundieron el caso mío con el de otro preso?  – Cuestiona también Esteban, rascándose la nuca.

- No lo creo, si fuera para cuestionar la culpabilidad de alguien podría ser, pero el proceso de apelación a la libertad, ¡Nunca!  – enfatiza la última palabra, ironizando la injusticia del sistema penal.

- Tal vez...

- Lo único no tan bueno es que tienes que usar esa cosa en el tobillo, ¿cómo se llama?

- Tobillera electrónica... no es cómoda, pero está bien, sólo espero que el dobladillo de mis pantalones cubra esta cosa.  Todavía no lo puedo creer, me siento como un niño en el primer día de clases…- el moreno sonríe estupefacto.

- Todo irá bien, con el tiempo te acostumbrarás, acostumbrarse a la libertad es más fácil.  – tranquiliza Antônio.

- Si tú lo dices, vivirás completamente en libertad, ¿cómo te sientes?  – pregunta, curioso por la respuesta.

- Miedo, miedo de no poder trabajar y ser una carga para mi hija, ella ya ha hecho mucho por mí y no es así, yo soy el papá, soy yo quien debe cuidarla.  – suspira el hombre.

- No pienses así, en la medida de lo que pudiste, te encargaste de cuidarla, ahora le tocó a ella.  Y tómatelo con calma, ahí fuera es muy diferente, puede que sea más difícil, como puede ser que no.- intenta tranquilizar a su amigo.

 
     Si por un lado la expectativa era lo que cuidaba a Esteban, a Marcia la dominaba la ansiedad de no predecir la reacción de su esposo e hijos, aunque esto no cambiaría nada de lo que ya estaba planeado, para ella era importante al menos los niños no se toman tan a mal la idea.

   Quedó ver a los dos mayores en la oficina, aprovechando que Iñaki no estaría ese día en la oficina porque tenía una audiencia en el foro penal.  No podría dejar de girar el bolígrafo entre los dedos hasta que ambos llegaron.

- Hola mamá, tenía curiosidad por saber ¿por qué querías vernos juntos?  – añadió Lúcia, ya haciendo una pregunta.

- ¿Sí mamá, es algo relacionado con la empresa?  – preguntó también Hugo.

    La pelirroja respiró hondo y les pidió a ambos que se sentaran.

- Bueno, el tema va a ser un poco largo, así que siéntate y no, no se trata de la empresa… se trata de tu padre –la abogada fue directa al grano y pronto vio al mismas caras rencorosas como siempre.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora