Capítulo 34

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   Una semana despues...

  Los días pasaban a paso lento, para Márcia era extraño llegar todos los días a la oficina y no ver a Esteban, era curioso lo rápido que se adaptó a la compañía de su exmarido, por otro lado no podía decir lo mismo sobre la ausencia del pelinegro.  Para la abogada fue una semana turbulenta en casi todos los ámbitos de su vida, ya estaba tan acostumbrada a las turbulencias que le hubiera resultado extraño tener un día de calma, pero ya estaba cansada de la dinámica agotadora en que se había convertido su vida. 
 
  Las innumerables dudas que sembró Esteban ya estaban dando frutos en su mente, ya no se cuestionaba si valía la pena continuar con su matrimonio sino cómo haría para concretar el divorcio;  que aunque en su cabeza parecía sencillo, en la práctica era todo lo contrario.

  Peor que estar en un círculo vicioso es ser consciente de que estás en un círculo vicioso y no encontrar salida a él, así se veía Márcia dentro de su matrimonio.  Ya sea por autocomplacencia o por la dificultad de liberarse de las ataduras en las que se colocaba, pero principalmente por su hija, que creció en ese ambiente que la pelirroja creó junto a Iñaki.  Se sentía mal por querer romper la familia que tanto había idealizado para Rafaela, pero no veía otra alternativa y aunque la hubiera, ya estaba cansada de intentar salvar algo hace mucho ya se había perdido.

  Aunque dentro de sí misma ya estaba segura de lo que quería, no puso en práctica nada de lo que planeaba, se sentía cobarde por dudar tanto, pero sabía que necesitaba poner fin a su relación antes de cometer más errores.  Aunque estuvo mal, no pudo contener una sonrisa nostálgica al recordar los pocos momentos que compartió con Esteban.  – “definitivamente lo prohibido es más delicioso” – concluyó en sus pensamientos, abriendo una tímida sonrisa, perdida en su propio mundo bajo la pila de papeles sobre el escritorio.

  Sin embargo, su ensoñación fue interrumpida por ligeros golpes en la puerta, por unos segundos dejó escapar una sonrisa ansiosa, pues inmediatamente pensó que era Esteban, pero la voz que escuchó a continuación desdibujó la sonrisa.

- ¿Puedo pasar?– preguntó la mujer, cuya voz Márcia no reconoció, frunció el ceño y luego respondió;

- ¿Quien es?  – preguntó la pelirroja levantándose para abrir la puerta, encontrándose cara a cara con la mujer que vio al lado de Esteban en la prisión.

- Qué grosera de mi parte, Valentina Nascimento – le tendió la mano a Márcia, estrechándola – jueza de la segunda jurisdicción penal – añadió, sonriendo con confianza ante la mirada extraña de la abogada, quien, de mala gana, le devolvió el gesto, apretando la mano de la mujer.

- A qué debo el honor, excelencia – respondió Márcia, sin poder ocultar la ironía de su voz, indicando a Valentina que entrara en la sala – digo esto porque no es costumbre que un juez venga en un despacho de abogados.

- No necesitas usar el tratamiento estándar, no estamos en un tribunal de justicia, Licenciada Ornella, bueno... te conozco demasiado y por lo que veo, en cambio, no sabes nada sobre mí... o al menos Esteban no hizo la mejor publicidad sobre mí.  – suspiró la juez tomando asiento.

- Bueno, en realidad sé muy poco de ti y repito, ¿a qué debo tu visita?- preguntó la pelirroja un poco impaciente.

- Quería conocerte en persona, aunque Esteban me dijo cosas maravillosas sobre ti, lo conocí hace como dos años, nos hicimos buenos “amigos” – respondió Valentina, sin disimular su descontento con la palabra “Amigos”.

- Acabaste de decir todo lo que sé sobre ti, ¡¿tu relación con Esteban termina en esto, “amigos”?!  – preguntó irónicamente, siguiendo al milímetro el rostro de la bella jueza, sin molestarse en disimular su tono de voz.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora