Capítulo 38

201 16 30
                                    

El viaje fue largo y ambos estaban tranquilos, en un cómodo silencio, aunque Márcia pudo ver detrás de sus cejas fruncidas que Esteban estaba pensando ávidamente en algo.

- ¡¿Cuánto por tus pensamientos, Lombardo?!  – preguntó rompiendo el silencio, atrayendo la mirada del  pelinegro, quien suavizó su expresión facial.

- ¿Puedo cobrar más tarde?  ¡No vas a poder pagar lo que quiero ahora!  – respondió en tono de broma, provocando la risa de pelirroja – Pero te lo comparto gratis, estaba pensando que necesitas salir del apartamento, no sé cómo Iñaki y tú estaréis de acuerdo en esto, pero quiero que tú y Rafita ya no tenga más contacto con este cabrón, más ahora con los dos procesos están en marcha...- confesó preocupado.

- Lo sé, pero es un poco complicado salir de ahí ahora, por el colegio de Rafaela y yo tampoco tengo a dónde ir, no voy a molestar a nuestros hijos con eso y mi antiguo departamento se vendió hace unos años.  – explicó la abogada.

- Claro que tienes, para la mansión.  – sugirió Esteban – Hace algunos años que está desocupada, pero Inês mantiene su manutención al día y es de las pocas propiedades que todavía están a mi nombre, pueden ir allí.

- ¿Está seguro?  – preguntó dubitativa – Preferiría volver allí contigo, sobre todo porque es una casa muy grande para nosotras.

- No sabemos cuánto tiempo tomará demostrar mi inocencia y al volver a casa, no tendrías que pagar alquiler ni preocuparte por buscar una propiedad, sobre todo porque alquilar un apartamento lleva tiempo. Y pues, ¡La mansión es tu hogar, nunca dejó de serlo y también es de nuestra hija!

   Márcia rápidamente miró la expresión expectante en el rostro del moreno.

- Es nuestra casa, Esteban, nuestra.  – Silabou, devolviéndole la sonrisa a su expareja.

- ¿Entonces?  ¿Qué dices de volver a vivir allí?  Me tranquilizaría llevar a Rafita lejos del abogaducho.  -Preguntó expectante Esteban, Márcia frunció el ceño, pensando por unos instantes.

- Vale, hoy empiezo a hacer las maletas... - sonrió aliviada - sobre todo porque hoy se dará la conversación que necesito tener con Iñaki, llevamos un tiempo atacándonos, pero aún así' No hablamos cara a cara sobre el tema.

-Me alegra escuchar eso, pero cuidado... él no es nada confiable, no tengo un buen presentimiento, aunque finalmente las cosas van por buen camino...- dijo en tono aprensivo e incómodo con la extraña sensación.

- Lo sé, pero necesitamos tener esta conversación, quiero ver si puedo sacarle algo sobre el “reconocimiento” de paternidad, no lo sé, tal vez se le escape que está haciendo esto por despecho y eso nos ayudaría mucho.

- Suerte con eso, las llaves de la mansión están con Inês y creo que todo está como la dejaste, así que no tendrás dolores de cabeza con eso.

- Está bien, realmente necesito hablar con Inês, ella será una testigo imprescindible, sobre todo porque fue el puente entre Rafaela y tú todos estos años.

- Si, no sé si esto cuente como prueba, pero debe conservar todas las cartas que le escribí a Rafita, desde que me enteré de su embarazo, tal vez sea una prueba física de que nunca hubo abandono paterno, ¿crees que es? ¿Es posible?- preguntó Esteban, jugando con los botones de su camisa, para distraerse de su ansiedad.

- Claro que sí, lo olvidé, es una prueba plausible e irrefutable, tanto por las fechas como por el registro de cada uno de ellos saliendo de prisión.  Las cartas no están con Inés, todas están conmigo, nunca se las devolví ni las tiré.  – confesó la pelirroja, con una sonrisa nostálgica, sintiendo sus ojos brillar al ver la gran sonrisa que apareció en los labios del pelinegro.

- ¿De verdad?  ¿Nunca los tiraste?  ¿Leíste alguno?  – añadió Esteban, bombardeándola de preguntas, ansioso por la respuesta a cada una de ellas.

- Incluso quería, pero nunca logré tirar ninguna, especialmente las que eran para Rafaela, ella se enojará cuando se las entregue y vea que casi todas están abiertas...- confesó suspirando con nostalgia al recordar cada uno - ... escribiste todo lo que necesitaba leer, es muy hermosa la forma en que hablas de nuestra hija.

- ¡No es porque sea mi hija, pero coincidamos en que hicimos un ser  increíble!  -dijo con orgullo – ¿Pero qué pasa con los que te escribí?  has leído alguno de ellos?  – preguntó, un poco dubitativo y ansioso por la respuesta.

- Leí la primera...- dijo con un poco de amargura, luciendo un poco perdido en el tráfico - ...hoy entiendo lo que querías decir con esa carta, pero llegué a odiarte por eso. Para salvarme de más sufrimiento, no leí más;  Sin embargo, no toda la ira que sentía me hizo encontrar el coraje para tirarlos a la basura.  – reconoció, intercambiando rápidamente miradas con su ex pareja, quien a su vez, no supo qué responder, se limitó a llevar su mano a la de Márcia, en un suave roce – Siempre me pregunté por qué dejaste de escribirme, fue por ¿mi boda?  ¿O ira por mi silencio?

  Esteban volvió a perder la mirada en el paisaje, se pasó la mano por la sien como si intentara recordar algo perfectamente.

- Un poco de todo, pero decidí que era momento de dejar de torturarme y también de molestarte, te pedí que siguieras adelante y te animé a rehacer tu vida con otra persona;  No tenía derecho a ser una sombra en tu vida y lo quisieras o no, siempre tendrías un recuerdo mío y eso era suficiente.  – dijo el moreno, mirando nuevamente a Márcia, quien suspiró con nostalgia ante el recuerdo de tantos años.

- Fue muy altruista... Admito que no esperaba esa actitud de tu parte.

- Yo tampoco, pero en fin, no me arrepiento...

- Ya no tenemos tiempo para lamentar lo que no se puede volver y cambiar. ¡miremos hacia el futuro!  – Sonrió con optimismo.

   No tardaron en llegar, estaba lloviznando y el frío parecía ser desencadenado por las nubes cargadas de lluvia, ambos entraron rápidamente al café para evitar mojarse.

    Valentina estaba sola, con la mesa llena de papeles y más papeles y un café frío intacto.  Cuando Márcia y Esteban se acercaron, atrajeron la mirada de la joven jueza que parecía cansada, pero pronto cambió su expresión a sorpresa cuando miró al moreno que estaba justo frente a ella.

-¡¿Esteban?!  – fue todo lo que dijo en tono confundido, mirando a la pelirroja con una mirada inquisitiva como exigiendo explicaciones.

- No pasa nada, él ya lo sabe todo y está de acuerdo con lo que estamos haciendo.  – justificó la abogada, sentado a la mesa, seguido de Esteban.

- No te preocupes, solo quiero ayudar, soy el mayor beneficiado si esta investigación logra esclarecer el asesinato de Donato.  – dijo el pelinegro, sintiéndose incómodo con la mirada que le lanzaba Valentina, ya no sabía si era sorpresa al verlo o celos por estar con Márcia, quien, aunque no era novedad, era la primera vez que Valentina lo había visto con su ex esposa.

- Vale, es que fue una sorpresa, de todos modos... el detective no pudo venir, pero me envió toda la documentación que ha reunido hasta el momento y aquí la tenéis también toda la documentación de tu proceso, incluyendo fotos, pero son tantos archivos que ya estoy un poco perdida…- reconoció un poco cansada, rascándose los ojos con frustración.

- Pero en general, lo que dijo el investigador sobre el caso, ¿ha encontrado alguna inconsistencia?  Por más pequeño que sea, esto podría ayudarme a sustentar la inocencia de Esteban ante una nueva sospecha;  de dar una nueva mirada al caso, aunque el asesino no aparezca, si demostramos la existencia de esa posibilidad y desconectamos cualquier vínculo entre él y Esteban, se gana la impugnación del juicio y con ello su libertad.- Explica la abogada.

- Bueno... no lo puedo asegurar... - dijo la joven con incertidumbre - de hecho, si no te conociera, Esteban, diría que es casi imposible que seas inocente. Aunque su juicio fue algo presuntuoso, fué quirúrgico en lo que se refiere a pruebas forenses y esto es muy difícil de eludir, cuando se trata de testimonio se pone en duda la credibilidad del testigo, pero la evidencia científica es irrefutable.

- ¿Dices eso por el ADN de la víctima en mi ropa?  Sé que aunque tengo una explicación, el juez tomó como agravante mi justificación, por la crueldad con la que supone que lo asesiné.

- Además, quién quiera que fuera, el verdadero asesino premeditó la acción, pero al parecer no pretendía incriminarte, porque  ningún asesino, por más aficionado que fuera;  Nunca esperaría dos horas para matar e incriminar a alguien más... él debió llegar después de que tú te fuiste, tal vez no tenía idea de a quién podía estar incriminando, sin embargo, se preparó para matar, pero incriminarte a ti fue algo que se cayó del Cielo, ya que no tienes huellas dactilares en el cuerpo que no sean tuyas.

- Tiene suerte el desgraciado…- expresó el moreno, dando puñetazos al aire, frustrado.

   Ambos tres permanecieron en silencio por unos minutos, mientras Márcia observaba las fotografías del cuerpo de la víctima, aunque sintiendo náuseas por las fuertes imágenes, comenzó a mirar fijamente.

- Creo que es una desgraciada... - dijo la pelirroja, un poco dudosa de su observación - Esteban extiende su mano.  – preguntó Márcia y el moreno rápidamente cumplió con el pedido, y la abogada repitió el gesto, para comparar sus manos – Mira, hay una gran diferencia entre el tamaño de la mano de un hombre y la de una mujer, fíjate en el cuello, las marcas de estrangulamiento… por muy hinchado que estuviera el cuerpo, son muy pequeñas para haber sido hechas por tú.  – Concluí mirando a su expareja.

-De hecho, en su defensa existe esta observación, pero el juez no hizo caso, ya que había pruebas forenses que eran suficientes para condenarlo, lo cual es absurdo, fue muy imprudente no profundizar en esta inconsistencia, pero la mayoría de los jueces no le interesa hacer justicia y sí poner fin a los casos, especialmente un caso tan midiático como el suyo.  – observó Valentina, rebuscando entre los papeles.  – Pero no es posible que en un edificio tan grande como ese no funcione ninguna cámara de seguridad y ahí es donde encontramos otra inconsistencia que roza la estupidez, porque terminarías con las imágenes de las cámaras de seguridad, pero dejarías tus huellas digitales en el cuerpo y peor aún, ¿por qué habría permanecido en el lugar del crimen?  Para condenarte tenían que repasar la lógica básica, porque ningún asesino que hubiera premeditado un crimen cometería ese tipo de error.

- Probablemente, el juez fue comprado... pero para eso tiene que ser alguien influyente y con mucho dinero, no se me ocurre ninguna mujer cerca que pueda hacer algo de esa magnitud.  – Frunció el ceño pensativamente.

- ¡¿Florencia?!  – aventuró una suposición Esteban – Quizás no sea tan influyente, pero el dinero lo compra todo y en ese momento terminó con mucho dinero debido al arresto de Bruno…

- ¿Quién es esa Florencia?  ¿Está ella en los archivos del caso?  – preguntó la joven.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora