Capítulo 21

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Tres semanas después...

  Los días parecían interminables, Esteban siempre tuvo la sensación de que dentro de la prisión el tiempo transcurría de otra manera, unos días más lento que otros y cuando el tortuoso ciclo de contar los minutos parecía insoportable, ya habían pasado ocho años.  Con el tiempo ese lugar se hizo más llevadero, tal vez fue la pequeña familia que allí formó, incluso resultaba gracioso recordar que en el primer mes que estuvo preso parecía una sombra, silencioso y casi invisible;  intentando pasar desapercibido y hasta con miedo del ruido de las cerraduras, sin familia y sin ganas de vivir.
  
    Muchas cosas habían cambiado desde entonces, todo lo peor que había en él había sido aplastado dentro de la prisión, el orgullo, el egoísmo, la ira y sobre todo la cobardía.  No había forma de sobrevivir siendo como era, no podía ser un cobarde así como no podía dejarse guiar por el orgullo, todo tenía que estar equilibrado y lo que no aportaba valor era aplastado.  El moreno también era consciente de que la única manera de aprender era a través del dolor y todo lo que había evolucionado dentro de él en la última década se debía a él, mucho dolor, desde el físico hasta el emocional.

    Generando tantas lecciones a lo largo de los años, finalmente se sintió mejor consigo mismo, pudo ver claramente sus errores y no le frustró pedir perdón por cada uno de ellos, así como enmendarlos con buenas actitudes, pero dentro de prisión no podía hacer mucho más que escribir hermosas cartas.  La soledad y el desprecio le parecieron insoportables al principio, pero aprendió a convivir con cada uno de ellos, el vacío seguía siendo un compañero de mucho tiempo y uno que el pelinegro ya había asumido que nunca se libraría.

   Pero no todo el desprecio de sus hijos, ni la muerte de Rafael y tampoco la frustración por la injusticia lo habían preparado para lo que estaba sintiendo en ese momento, era un poco de todo resonando dentro del sentimiento de pura nada.

   Por otro lado, Márcia no sabía cómo lidiar con la ansiedad de ver a Esteban, naturalmente sus dedos comenzaron a abortar y desabotonar incansablemente su blazer, tal como había visto hacer a Esteban miles de veces.  Caminó hacia el pabellón de visitantes y preguntó por el moreno;

-Buenos días, vine a visitar a Esteban Lombardo Fuentes, soy su abogada.  – dijo, tratando de controlar la inquietud en su voz.

- No podrá recibir visitas.  – respondió secamente el carcelero, Márcia sintió que su corazón daba un vuelco, pensando que le había pasado algo muy malo.

- ¿Qué?, pero ¿por qué?  – dijo categóricamente, tratando de no desesperarse.

- Está en la celda de castigo, no puedo dar detalles de por qué, pero en cinco días saldrá y luego podrás visitarlo nuevamente – explicó el hombre – ¿Hay algún otro recluso que quieras ver?

   Márcia tosió levemente para aclararse la garganta y respondió;

-Sí, tengo que hablar con Antônio Olivares.

- Te llamo, puedes esperar en una de las mesas.  – dijo el carcelero y se fue.

    La inquietud de Márcia fue agravándose, no habían sido tres semanas pacíficas y al parecer se había extendido a otros cinco días.  Ya no sabía qué decirle a Rafita para justificar por qué no podía ver a su padre, Iñaki al menos había mejorado su comportamiento como marido, pero como padrastro era difícil, cada vez que escuchaba el nombre de Esteban en la casa era como darse la vuelta, tenía otros ojos y no parecía entender la preocupación de la pequeña por no poder ver a su padre.

    Desde que volvió a tener contacto con Esteban las cosas se volvieron más ocupadas, en parte estaba agradecida, esto puso fin a la rutina robótica que empezó a tener su vida después del matrimonio, a la abogada no le pareció correcto comparar, pero era inevitable no comparar su matrimonio con Estaban con el que tuvo con Iñaki, sentía que traicionaba a su marido cada vez que lo comparaba con su expareja.  Se preguntaba todos los días qué estaba haciendo mal para que en tan poco tiempo su hasta entonces perfecto matrimonio se hubiera desmoronado como un castillo de arena.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora