Capítulo 46

244 25 81
                                    

-Cuéntame algún miedo tonto que tengas.  – Se recargó contra el pecho desnudo de Esteban, haciendo una pregunta tonta, pero que le provocó curiosidad.

-¡¿Un miedo tonto?!  ¿Por qué?  – preguntó confundido, empezando a pensar.

-¡Quiero que me cuentes algo sobre ti que no sepa!  – explicó mientras trazaba con sus uñas la barba del moreno.

-Nunca pensé en eso, ¡creo que nunca clasifiqué mis miedos!  – se rió de sí mismo, acariciando la espalda de Márcia con dibujos abstractos rozados con las yemas de los dedos.  – Pero hay uno que me ha perseguido desde que era joven… prométeme que no te reirás… - preguntó mirándola a los ojos.

- Promesa.  – asintió, pero riéndose de la mirada avergonzada de Esteban.

- ¡Pero ni siquiera lo dije y ya te estás riendo!  – la regañó en tono juguetón y se echó a reír junto a ella.

- Ni siquiera tú pudiste evitar reírte, pero dime, ¿qué es?  – preguntó con curiosidad.

-¡Siempre tuve miedo de quedarme calvo como mi padre!  – confesó, incapaz de soportar sus propias ganas de reír, contagiando a la pelirroja, quien incluso intentó cumplir su promesa, pero desistió al verlo reírse de sí mismo.

- ¡¿Era eso?!

- Me pediste que te contara un miedo tonto, porque ese es el mío, es que no conociste a mi padre, de lo contrario no me darías motivos para temer volverme como él;  ¿Me imaginas con una pista de aterrizaje encima de mi cabeza?  – Se burló de la suposición, haciendo sonrojar de risa la abogada.  - ¿Y el suyo?

- Creo que el mío ya no existe, pero me persiguió terriblemente durante un tiempo cuando salía a caminar con Rafita, cuando aún era una bebé, ¡Tenia miedo que alguien preguntara si era mi nieta!  – Intentó no reírse, pero fracasó en su intento, ya que Esteban ni siquiera lo intentó, se echó a reír apenas lo escuchó.

- ¡Márcia!, ¡por favor!, sería más fácil que me pasara esto a mí que a ti, de hecho pasó, en prisión, nunca sentí tanto el peso de mis cuarenta y tantos años.

- Me estoy riendo, pero con todo respeto…- dijo la pelirroja mordiéndose el labio inferior para dejar de reír.

- Qué bueno que sea con todo respeto, porque no eres mucho más joven que yo…- la bromeó astutamente, levantando una ceja de sus enormes cejas.

- Es muy poco elegante hablar de la edad de una dama...

- ¡¿Y reírse de la mía es muy elegante?!  – bromeó, jugando con sus mechones rojos.

- La persona que habló ya no está.  – concluyó Márcia, abrazando el moreno y pronto cayendo en un sueño tranquilo.

  Esteban esperó hasta estar seguro de que ella había dormido, antes de colocarla con cuidado en la cama y escribir una nota, que dejó en la mesita de noche.  Salió con cuidado de la habitación, con pasos ligeros para no hacer ruido, pasó por la habitación de Lúcia, solo para quitarle el celular de las manos, como era costumbre que ella se quedara incluso cuando dormía. La cubrió tratando de no despertarla y finalmente se dirigió al dormitorio de Rafita, solo para velar su sueño por unos minutos y salió corriendo cuando se dio cuenta de la hora.

[...]

“Yo velaría tu sueño toda la noche, perdóname por la falta de elegancia de irme sin despedirme, pero muy pronto no tendremos que despertarnos separados el uno del otro.
                                    Con cariño, Esteban”.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora