Capítulo 53

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  Con el final del caso de Esteban, la nube oscura que se cernía sobre el pelinegro finalmente se disipó, tener la seguridad de que Iñaki seguiría pagando por lo que le hizo a Márcia por el resto de sus días también contribuyó a que el sentimiento de impotencia ya no lo carcomiera por dentro.  Caminó por los pasillos de la prisión con una satisfacción indescriptible, ya no era un indigente uniformado como los demás.

  No había mucho que sacar de su celda, de hecho no tenía nada más que un libro y algunas prendas de vestir.  Bruno lo miró extraño, seguía en silencio desde la paliza que recibió de Esteban y no le dijo una palabra al moreno, pero sabía lo que estaba pasando y no pudo evitar comerse por dentro, no dijo una palabra por miedo a ser golpeado, ahora el moreno ya no tenía nada que temer, estaba libre y no sería castigado por nada.

   Antes de dirigirse al pabellón administrativo, Esteban pasó por la enfermería para despedirse de Rosa, ante la ausencia de Antônio, ella fué una excelente amiga, a veces incluso madre cuando lo regañaba.

   La mujer estaba sentada llenando formularios cuando vio a Esteban  en la puerta, por los objetos que tenía en la mano, dedujo el resultado de la impugnación e incluso antes de que él la saludara, ella fue a su encontro para abrazarlo.

- ¡Ahora es definitivo, me vas a dejar sola acá!  – dijo emocionada, en tono triste pero sin dejar de sonreír.

- No es que me vaya a morir, Rosita, simplemente no voy a trabajar más contigo.  Puedes verme cuando quieras, podría pasar horas escuchando los chismes sobre este lugar.  – bromeó para consolarla.

- Claro que lo haré, tú y  toño nunca os libraréis de mí, ten mucho cuidado hijo mío y no vuelvas a poner un pie en ese lugar.  – le advirtió finalmente, sonriendo genuinamente.

- Prometo. Gracias...aprendí mucho de ti.  – sonrió agradecido.

- Antes de que te vayas, ese paciente, este tal Iñaki, quiere hablar contigo.  – Lo informó.

- No tengo nada que hablar con este bastardo.

- Sé que lo odias, pero al menos deberías escucharlo, desde que regresó del hospital te ha estado llamando.

   Aunque no quería tener nada que ver con el abogado, Esteban cedió, no tenía nada que perder escuchándolo.  El moreno se acercó a la cama y quedó asombrado de lo arruinado que estaba el hombre, apenas tenía desnutrición aparente y sus ojos estaban amarillos por la anemia, no tenía ni una sombra de quién era antes de la cárcel.  Iñaki, que hasta entonces había tenido los ojos inertes, como si estuviera muerto, Se movió para mirar el rostro de Esteban, se veía tan miserable como la última vez que el pelinegro lo había visto.

   Esteban se sentó junto a la cama en silencio, esperando que Iñaki recuperara fuerzas para hablar.

- No gano nada con contarte lo que realmente... pasó.  – hizo una breve pausa – Pero quiero que Florencia y Lucrécia paguen tanto como yo estoy pagando, y como el caso va a ser reabierto debido a la impugnación, si no vivo para testificar, quiero que tú lo hagas.  – Dijó, tratando de no parecer tan miserable, a pesar de que su orgullo había sido pisoteado hacía mucho tiempo.

   Esteban estaba un poco confundido, no imaginaba que Iñaki entregaría a sus cómplices tan fácilmente, pero en la posición en la que se encontraba ni siquiera podía salvarse a sí mismo y mucho menos a las otras dos.  Él solo asintió, no tenía mucho que decir y no quería extenderse en el tema.

- Lucrécia fue quien mató a Donato.  – Fue directo y asertivo, Esteban entrecerró los ojos, pero no se sorprendió tanto, ya se imaginaba de lo que su hermana era capaz, pero demostrarlo era muy diferente a suponer.  – Pero a mando de Florencia, si hubieran sido arrestados unos días antes, Donato todavía estaría vivo.  Lucrecia estaba metida hasta el cuello en negocios ilícitos con Donato y no tenía forma de librarse de los encargos, por eso quería matarlo, él la involucró en esto y hasta la chantajeó usando el viejo romance que ella tuvo con Bruno.  – volvió a hacer una pausa para recuperar el aliento.  – Florencia estaba furiosa con Donato porque él había desviado mucho dinero proveniente del tráfico de mujeres, robándole a Bruno y como Bruno estaba a punto de ser arrestado, ella necesitaba tener ese dinero por seguridad, para que si ella fuera arrestada o su marido, no se quedarían indefensos.

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