Capítulo 26

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- Créanme, le pedí que buscara a Rafita, pero estaba tardando mucho así que fui a ver dónde estaba y la encontré mirándolos a ustedes dos, es demasiado orgullosa para admitirlo, pero sonreía embobada al verlos.  – dijo Márcia, admirando el brillo en los ojos de Esteban, como hacía mucho que no lo veía.

- No te imaginas lo que esto significa para mí...- suspira el pelinegro, acercando su mano a la de Márcia, que aún adornaba su barba, él no pudo contener un suspiro al sentir el toque.  – Creo que lo he dicho mil veces, pero nunca me cansaré de decir: Gracias.  – sonrió genuinamente.

- De nada...- respondió la abogada conectando su mirada con la del moreno - pero ella podría mostrar gratitud recomendando libros menos tristes...- dijo en tono de broma, tratando de escapar de la atracción natural que se formaba entre ellos, soltando lentamente su mano.

- No es mi culpa, pero confieso que hasta yo sufrí por una relación que no era mía, mientras leía " El amor en los tiempos del cólera". – dijo el moreno soltando una carcajada.

- Sí, creo que nunca me había solidarizado tanto con el sufrimiento de un hombre…- dijo la pelirroja sin poder contener la risa.

- Claro que sí, se compadeció de mí, no esperé cincuenta años como él, pero si me lo pide...- añadió Esteban, con voz juguetona pero con mirada genuina, dejando a Márcia sin palabras.  – Lo siento, es difícil mantener una conversación entre amigos, cuando los amigos no tienen un pasado común, hijos en común, cuando en realidad somos todo menos amigos.  – dijo Esteban con sinceridad, llevando su mano al rostro de la abogada, tratando de que ella lo mirara a los ojos.

- Esteban… ya hemos tenido esta conversación antes, de ahora en adelante eso es todo lo que podemos ser, amigos… por favor por nuestros hijos.  – intentó evadir el tema, sin mirar a los ojos a su expareja.

- Está bien, intentaré no cruzar esa línea.  – respondió la morena con mirada desconcertada.

- Eso es lo que dice tu hija cada vez que hace algo que no debería y luego promete no volver a hacerlo – compara la pelirroja, mirando al pelinegro con una sonrisa tímida.

- Y luego lo hace de nuevo, ¿no?  – dijo Esteban acercándose lentamente a la  abogada quien espontáneamente respondió;

- sí, una y otra vez... - no tuvo tiempo de terminar de hablar, ya que moreno la tomó de la cintura y selló sus labios con los de ella, fue un movimiento rápido, pero no repentino, fue certero.  Las grandes manos de Esteban adornaban la bien formada cintura de la pelirroja, apretándola suavemente mientras acoplaba magistralmente su lengua con la de Márcia, quien por milisegundos pensó en alejarlo, pero pronto se dejó envolver por los brazos y labios del moreno.

      Esteban llevó lentamente su mano al cuello de Márcia, mientras profundizaba aún más el beso, hasta que el celular de la pelirroja comenzó a sonar, ambos detuvieron rápidamente el acto y se permitieron recuperar el aliento con los rostros aún cerca el uno del otro, con Con los ojos cerrados y los labios ansiosos por continuar, Esteban resopló de frustración, mientras Márcia atendía la llamada.

- ¡¿Hola?!  – respondió, tratando de recompor.

- Mamá, olvidaste la mochila de Rifita conmigo, ¿ya te fuiste?, ¿Quieres que te la lleve?  – preguntó Hugo.

-¡NO!  – Responde inmediatamente, sin poder controlar su tono de voz – No hace falta hijo, mañana tendrá exámenes y no necesitará la mochila, puedes pedirle a Alba que mañana la deje en mi oficina, no hay problema.  – justificó la pelirroja, un poco ansiosa, desviando la mirada de Esteban quien estaba igualmente ansioso escuchando la conversación con su hijo.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora