Capitulo 13

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- Terminé incriminándome, porque tenía su sangre manchada debido a la golpiza, no se me ocurrió nada después de lo que descubrí.  Fui a la oficina a beber y ahogar mis penas, fueron muchas cosas a la vez, los chicos me odiaban, no pude conseguir su perdón y como si fuera poco, todavía me enteré de esto.  Estuve mucho tiempo en la oficina, hasta que llegó la policía, no querían escucharme ni preguntarme nada;  simplemente me esposaron y de ahí en adelante ya sabes cómo fue.  – concluyó Esteban, un poco incómodo.

-¿ Y no viste a nadie ni escuchaste nada?, ¿había alguien en el estacionamiento en ese momento?  – preguntó Márcia pensativa mientras se acercaba al moreno.

- No… al menos no vi a nadie y ese cerdo gritó tan fuerte que no pude escuchar nada más que a él;  Creo que nunca había estado tan fuera de control como en ese momento.  – dice el moreno, concentrándose en los acontecimientos de ese día, Márcia lo observaba atentamente, pensando en cuánto lo había cambiado la prisión, parecía más duro y frío en ciertas situaciones, la mirada de Esteban al referirse a Donato le hacía sentir escalofríos.

   Esteban, al darse cuenta de que su lenguaje la había asustado, se disculpó.

- Perdón por mi forma de hablar, simplemente se ha vuelto un hábito hablar asi de ese tipo de persona.

- No te preocupes, él se merece esto y mucho más, sin embargo… No estoy acostumbrada a verte hablar de esa manera o tener un comportamiento violento, no era este Esteban el que guardaba mi memoria.  – dijo la pelirroja, observando la mirada de el pelinegro.

- Creo que del Esteban que conociste lo único que queda es su cara y tal vez ni eso.  – respondió el hombre, mirando sus esposas.  – Pero no estamos aquí para hablar de eso, ¡¿verdad?!, nos detuvimos en mi libertad condicional, ¿es posible presentar su solicitud?  – pregunta el Esteban, desviando el tema.

-Sí, dependiendo de tu conducta en prisión, creo que es posible retirarte con la solicitud, por eso necesito que seas honesto en todo lo que te pida, ¿vale?

- Sí, no voy a ocultar nada – dice el hombre, mirando la abogada.

-Muy bien, entonces, en estos ocho años, ¿has roto alguna regla o algo así?

- ¿Quieres decir si ya atraparon infringiendo alguna regla? – pregunta el moreno.

- Sí, ¿hay antecedentes de nuevos delitos en la prisión?

- No, nunca me atraparon, pero te digo la verdad, contrabandeó artículos dentro de la prisión.  – responde Esteban secándose el sudor de la frente debido a la fiebre.

-Déjame ayudarte con eso – dice la pelirroja tomando el paño de las manos del moreno y secándole la cara.  – y explícame por qué practicas este tipo de actividad ilegal en prisión, ¿sabes que si te atrapan, podría aumentar tu sentencia o incluso acabar con tus posibilidades de libertad condicional?  – dice la abogada en tono de reprensión.

- Lo sé, pero es una forma de sobrevivir y el contrabando de cigarrillos, puros o medicinas es el trabajo menos peligroso que alguien puede tener allá.

- Pero aún así, es arriesgado...- comienza a decir la pelirroja antes de ser interrumpido por el moreno.

- ¿Me vas a decir que nunca hiciste nada ilegal en prisión para sobrevivir?  – pregunta el hombre con incredulidad.

-Bueno… está bien, no voy a ser hipócrita, tampoco fui una santa en prisión, pero aun así te aconsejo que no hagas más eso, una vez u otra te descubrirán, ahora es el peor momento para eso.  – concluyó Márcia, muy firme en su postura.

- No puedo dejar de pasar mercancía, de hecho por eso terminé aquí.

- ¿Que como?  – pregunta la pelirroja confundida.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora