Capitulo 19

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- Prisión varonil del sur, ¿por qué?  ¿Qué está pasando?  LÚCIA contéstame– dijo Márcia, exasperada por el silencio de su hija.

- Hay una Rebelión, es un caos, ¡¿no lo has visto?!  Sólo hablan de eso en la televisión, ahí está mi padre – Habló en una sola voz, rompiendo a llorar.


- Dios mío...Esteban – susurró en shock, sin saber cómo reaccionar – hija, quédate tranquila, no tiene sentido estar nerviosa, ¿Pablo está contigo?

- Esta, mamá... - intentó hablar con voz temblorosa - ... ¿estará bien?

- No tenemos forma de saberlo, pero quédate tranquila, dale el teléfono a Pablo – dijo la pelirroja, tratando de disimular su propio nerviosismo.

-¿Hola, Marcia?  – preguntó el muchacho.

- Pablo, trata de calmar a Lúcia y no dejes que vea nada más de esto hasta que tengamos noticias concretas de lo que está pasando y si sigue así, llámame y voy, ¿vale?  – habló lo más rápido que pudo mientras encendía el televisor y comprobaba si Rafaela todavía estaba en la ducha, para no asustarla.

- Está bien, lo intentaré y si sabes algo de Esteban dímelo, nunca la había visto tan desesperada, sobre todo por algo relacionado con su padre.  – respondió Pablo preocupado.


     Una semana antes...

- Esteban, por fin ha vuelto, pensé que se había tomado unas eternas vacaciones de este maldito lugar – dijo un joven, ingresando a la farmacia del penal, donde Esteban se encontraba reorganizando el control de medicamentos.

- Me alegro de haber regresado, parece que dejaron a un analfabeto haciendo mi trabajo, había medicamentos recetados junto con antibióticos, ¿y cómo has estado muchacho?  – pregunta el moreno, acercándose al chico, abrazándolo.

- Estoy vivo, la neumonía no me mató.  – dijo el chamaco con orgullo.

- Eso es bueno Gabo, señal de que quien me reemplazó no era tan incompetente, al menos te dio los antibióticos correctos, pero dime si no me equivoco, tu hijo estaba por nacer, ¿no?

- Si, si, vine a mostrarte, el niño grande que tuve, él nació enorme, ¡¿cómo le cabía dentro de la barriga?!  “Mira” - dijo orgulloso, mostrando la foto del bebé.

- Vaya, ¿estás seguro de que es tuyo? Es demasiado bonito para ser tu hijo – bromeó el mayor, mirando la fotografía.

- Claro que es mío – dijo en tono divertido, dándole una palmada en el hombro a Esteban – es hermoso, igual que su padre – sonrió, desconcertado por la foto de su hijo.  – No sé por qué dices eso, ¡tu hija también es demasiado hermosa para ser tuya!  – volvió a bromear el más joven.

- Eso es mentira, ella es igual que yo, pero estoy de acuerdo en que la genética de su madre es mucho mejor – soltó una carcajada contagiando a Gabriel – ¿y cómo se llama el pequeño?  – pregunta el pelinegro, pagando unas cajas del estante.

- Aún no lo hemos decidido, mi novia lo traerá para que lo conozca personalmente en la próxima semana para decidir, pero quiere que se llame, Eliodoro.  – responde el niño, acercándose a recoger las cajas, para ayudar a su amigo.

- Gracias, ¿Eliodoro?  Pobre chico, será intimidado en la escuela ¿y estás de acuerdo con su elección?

- Pienso lo que piensas, quiero poner a Aureliano.

- ¡¿Ay, Aureliano?!, no hay mejor opción, hasta Esteban es mejor – bromea el moreno, ordenando los papeles en el mostrador.

- Vaya Esteban, no te burles del nombre del niño, tu nombre tampoco es lo más bonito del mundo – vuelve a bromear el menor.

- Realmente, bueno, Aureliano es mejor que Eliodoro al menos – dijo Esteban conteniendo una risa – pero tengo una mejor opción, ¡¿por qué no pones  Juan Gabriel?!, él tiene su nombre y es mucho mejor que Eliodoro o Aureliano.  Y puede estar seguro de que su hijo le agradecerá por esa salvación.

- ¡¿Juan Gabriel?!... No está mal, le diré por carta si recuerda con cariño a Juan Gabriel cómo nombra para el bebé.

- Dile que piense en el bullying que va a evitar en la vida de tu pequeño – volvió a decir Esteban.

- No te pierdes ni uno – se dejó reír junto con su amigo.

- No de verdad y ahora a ver si se te ocurre más sensatez, no dejes que tu hijo crezca sin padre y cuando le aprueben la libertad condicional aprovecha y no vuelvas nunca más aquí.  – aconsejó el mayor.

- Puedes irte jefe, cuando me vaya solo nos volveremos a ver si es afuera.  – asintió el más joven.

- Ojo con los cuentos de pescadores, Esteban – dice Antônio, entrando a la farmacia – este descarado dijo lo mismo la última vez.

- Vaya Toño, la última vez no tenía un hijo para criar, quiero hacer todo diferente ahora que nació Juan Gabriel.

- ¡¿Juan Gabriel?!, ¿ya no es Aureliano?  – dijo Peligris conteniendo una risa.

- Yo salvé al pobre niño – dijo Esteban riendo.

- ¿De verdad te vas a burlar de un pequeño bebé?

- No es del bebé que nos reímos, sino de su padre – dijo Toño

- Sí, este bebé tiene una madre adolescente y un padre en prisión, puedes estar seguro de que no necesita un mal nombre para acompañar la combinación.  – expresó Esteban.

- Todavía dices que son mis amigos... - dice el niño, siendo interrumpido por el mayor de los tres - Chico, un verdadero amigo es el que te dice la verdad en la cara, quiere que te aplaudamos por embarazar a una menor de idade y no tienes un peso ni para pagar un abogado, a ver si realmente cambias tu vida por este niño y por tu pobre madre que es la única que lucha por sacarte de aquí.

- No me mires con esa cara, sabes que él tiene razón, usa esa mente para algo bueno, porque la vida no es una película.  – advierte el pelinegro.

- Está bien, mi madre ya me dijo todo esto, me voy a cambiar, el defensor público dijo que a más tardar en tres semanas ya puedo conseguir la libertad condicional y cuando salga prometo no volver.  – dijo Gabriel, con una mirada ilusoria.

- Así que esperemos, ahora hazme un favor, lleva estas cajas a la enfermería, me duele la herida.

- Sí, gracias por el consejo, ustedes son un poco molestos, pero son lo más parecido a un padre que he tenido, gracias viejos – bromeó el niño, huyendo del lugar.

- Viejo es el cigarrillo que tu padre compró cuando naciste – le gritó Antônio al niño, en broma.

Ciclo infernal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora